La irrupción de las acampadas muestra el trabajo
invisibilizado de nuevos colectivos sociales. Pero
lejos de consolidarles, les exige volver a reinventarse.
- Foto: Olmo Calvo
Es verdad que estamos indignados
e indignadas.
Pero no sólo. Si sólo fuera
indignación lo que nos
juntó en las calles y plazas de nuestras
ciudades, tal vez el movimiento
tendría poco aliento. Pasado el
momento del arrebato habríamos
vuelto a nuestras casas. No es eso
lo que está ocurriendo. Tras las manifestaciones
grupos más o menos
grandes han acampado en las plazas
y, después de los desalojos, están
volviendo una y otra vez.
Eso muestra una voluntad de hacerse
oír que va más allá de la mera
indignación, una voluntad que está
abriendo nuevas vías para hacer política
a partir de la idea de que “la política”
no es sólo ni principalmente el
oficio –el “negocio”– de la mal llamada
clase política, sino que política es
la única forma que tenemos de resolver
los problemas colectivamente.
La captura de la política por esas capas
profesionales que han hecho de
ella su ocupación exclusiva, reduciendo
a su gusto la representatividad
y ejerciéndola en contra de gran
parte de la población, nos quita de
las manos unas herramientas sin las
cuales estamos abocados a la competencia
salvaje entre unos/as y
otros/as y a la guerra entre pobres.
La situación actual de crisis aguda
ha hecho estallar ese modelo de
política. Ha mostrado a las claras
que los políticos actuales utilizan la
legitimidad que les dan las urnas
para volver a la ciudadanía cada vez
más impotente frente a las demandas
y exigencias de una clase capitalista
global a la que no quieren o
no saben domeñar, mientras las élites
políticas y económicas producen
miseria a gran escala, niveles
de explotación intolerables y crisis
ecológicas que amenazan la supervivencia.
- Berlin. Foto: Santiago Flores.
Nadie dice que las cosas
sean fáciles. Lo que decimos es que
necesitamos las herramientas de la
política, de una nueva política, que
sacuda la impotencia y la debilidad.
Los movimientos parciales que
están surgiendo nos dan alguna
pista. Todos ellos, desde Afectados
por la Hipoteca, a Democracia real
ya pasando por Juventud sin Futuro,
las Oficinas de Derechos
Sociales, los centros sociales, las
asambleas de parados y tantos
otros, muestran una enorme capacidad
para oponerse a las medidas
impuestas desde las administraciones
públicas, con el fin de construir
alternativas parciales y para desbaratar
las medidas de privatización
y de empobrecimiento.
Tenemos ahí una izquierda social
que no coincide con la “izquierda”
política. Ésta ha sido absorbida por
las élites económicas hasta el punto
de que es difícil distinguir entre las
recomendaciones de los grandes
grupos empresariales y las decisiones
de los políticos. El estrecho filtro
de la democracia de partidos impide
la participación. Por ello es hora de
poner en marcha la imaginación y
buscar nuevas formas de articulación
que reinventen la comunidad
política poniendo a prueba nuestra
inteligencia colectiva. Las redes de
internet están en ello, ellas conforman
el nuevo espacio político virtual.
Necesitamos más: asambleas
populares y ciudadanas, encuentros
abiertos, toma de la palabra pública,
instituciones que vigilen y controlen
a los partidos... Es nuestro futuro, es
nuestro momento.
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