La historia de Edu León no es la única ni la más importante. Más periodistas, cámaras de TV y fotógrafos, o ciudadanos con cámaras digitales, han sido agredidos o denunciados por la Policía. DIAGONAL irá actualizando en la web algunas de estas historias a lo largo de la semana.
- Cuatro policías nacionales acusaron a Alicia de insultarles y abalanzarse sobre ellos durante un control de identidad. Foto: Edu León.
La fotógrafa freelance Alicia Mesonero, de 24 años, no se esperaba que preguntarle a la Policía por un control de identidad en Lavapiés (Madrid) le iba a costar un juicio y una multa de 100 euros.
Mesonero se encontraba una noche de octubre sacando fotos de las redadas por encargo de DIAGONAL. En la plaza de Vara del Rey observó a dos agentes de la Policía Nacional que pedían la documentación a un vecino de origen extranjero. "No tuve problemas al sacar las fotos, sino al acercarme a preguntar por la detención", relata Mesonero, que tuvo que identificarse ante los agentes.
Las consecuencias llegaron unas semanas más tarde con una notificación de juicio por alteración del orden público. Allí se encontró con que, además de los dos policías que la identificaron, les acompañaban dos más. "Y el que declaró ni siquiera estaba cuando me identificaron", se queja.
Frente al juez la acusaron de insultarlos y de abalanzarse sobre ellos: alteración del orden público, o lo que es lo mismo, 10 días de multa a 10 euros por día, y por cada día de impago dos de privación de libertad. "Ellos pudieron hablar media hora y yo sólo tuve 10 minutos para defenderme", recuerda.
Un juez poco receptivo ("debería saber lo duro que es el oficio de policía", le dijo) terminaría de sellar su suerte: condena a 100 euros de multa, que tuvo que pagar por temor a las consecuencias.
Mesonero lleva tres años colaborando con diversos medios como fotógrafa freelance, pero no figura en la plantilla de ninguno como colaboradora fija. ¿Se vería protegida por las medidas que se todavía negocian la Delegación del Gobierno y la Asociación de la Prensa de Madrid, que incluyen la identificación de los reporteros gráficos ante la Policía? "Esa sería una manera de encarrilarnos para que fuéramos por el mismo pasillito, una manera de limitarnos", opina a bote pronto la fotógrafa, que no había oído hablar de estas medidas.
TESTIMONIO DE UNA LECTORA A TRAVÉS de REDACCIONWEB@DIAGONALPERIODICO:NET
Mi nombre es J.P., tengo 21 años y vivo en Barcelona. Os hago llegar la experiencia que tuve ayer en el puerto de Barcelona cuando me detuvieron para exigirme la documentación. No es un caso extremo pero me gustaría compartir mi valoración personal con vosotros.
Controles de identidad en Barcelona
Hoy se ha dado a conocer que Edu León, periodista del diario Diagonal, será juzgado por fotografiar a policías realizando 'controles de identidad' indiscriminados a inmigrantes en Madrid. Y en apoyo a su lucha, quisiera daros a conocer mi vivencia personal.
Ayer, paseando con una amiga por el puerto de Barcelona, por primera vez en mi vida, dos policías me exigieron la documentación. Mi amiga, tan sorprendida como yo, les preguntó por qué motivo lo hacían (yo no pude articular palabra alguna, preocupándome más por encontrar mi DNI que por molestarme en hacer valer mis derechos).
En ese instante ni tan siquiera se me pasó por la cabeza la posibilidad de que lo hicieran por mi color de piel (pensé, ¿’tendré pinta de ladrona?’ ¿’me habré dejado alguna multa por pagar?’ qué ilusa...) quizás porque nunca, hasta ahora, me he sentido discriminada, y me negaba a reconocer que a ojos de los demás sigo siendo una extranjera.
Tras enseñarle mi DNI, el mismo policía me explica que es un simple control rutinario que hacen periódicamente, que cada día tienen que cumplir con un cupo, pasarle una lista con los DNIs que han conseguido a sus jefes, y si se encuentran a alguien sin papeles, llevarlo a comisaría (exceptuando, claro está, a los turistas, que en muchos casos se dejan la documentación en el hotel, a ellos no hay que molestarlos, claro...).
A decir verdad, en sus palabras pude notar cierto recelo hacia lo que estaban haciendo, quizás por eso pude sentirme más aliviada pero no por ello menos dolida. Un día después de todo esto, me pregunto qué pretenden con este tipo de controles, parando a cualquiera que tenga una apariencia extranjera (como si de una una caza de brujas se tratase) y que para nada corresponden con el compromiso por la integración que tan bien nos venden los políticos a través las pantallas de nuestros televisores.
Si lo que pretendéis es causar desconfianza, frustración y decepción enhorabuena, lo habéis conseguido. ¿Qué más da que haya nacido aquí, que mis padres lleven casi tres décadas viviendo y trabajando en Barcelona, que tenga una carrera universitaria o que vote al partido que sea si, al final, todo se reduce al color de mi piel? Al final será cierto aquello que decía un profesor de mi facultad: el hombre es y será, por naturaleza, un ser racista. Y quien no lo reconozca, es que es un hipócrita.
comentarios
5