ANÁLISIS: LAS MUJERES ANTE EL 29 DE SEPTIEMBRE
Huelga, crisis y respuestas ante la discriminación

La reforma laboral retira
las bonificaciones a la
contratación de mujeres
sin aportar medidas
para acabar con la
desigualdad salarial.

27/09/10 · 12:16
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La naturaleza insostenible
de la economía española,
principal responsable del
estallido y de la envergadura
de la crisis, ha provocado la
alteración coyuntural de un patrón
histórico: el recorte de las diferencias
entre las tasas de paro masculino
y femenino y, en algunos momentos,
tasas de desocupación
masculinas más altas. Esta alteración,
ocasionada por la explosión
de la burbuja inmobiliaria y los
masivos Expedientes de Regulación
de Empleo en la industria,
han resultado en una generalización
del mensaje mediático de que
los hombres han sido los más golpeados
por la crisis. Este discurso
ha invisibilizado la vulnerabilidad
de las mujeres en el mercado laboral,
por seguir identificando a las
mujeres con el cuidado y el hogar,
motor, a su vez, de nuestras condiciones
laborales –mayores tasas
de parcialidad y temporalidad, mayor
concentración en la economía
informal, un salario medio 25%
inferior al de los hombres, etc.– como
de su agravamiento en tiempos
de crisis.

La perspectiva de género también
ha brillado por su ausencia en
las respuestas del Gobierno, que
en un inicio estuvieron destinadas
a la promoción de ocupación masculina
y, a continuación, en un giro
coherentemente esquizofrénico, vinieron
marcadas por los recortes
en gasto público. Éstos últimos tendrán
un gran impacto sobre las mujeres,
ya que nuestra importante
presencia en el sector público hará
que seamos las principales víctimas
de la reducción de salarios y la
eliminación de empleo. A las mujeres
afectarán especialmente los
recortes sociales, y la pérdida de
apoyo público a las familias será
compensada, de nuevo, por la intensificación
de nuestro trabajo de
cuidados, invisible y gratuito.

Punto de inflexión

Las medidas sobre el tapete, la reforma
laboral y la de las pensiones,
constituyen no sólo un punto de inflexión
en la relación entre capital
y trabajo, sino también un ataque
indirecto a la situación de las mujeres.
La reforma del mercado de trabajo
elimina la bonificación para
nuestra contratación que, a pesar
de que constituía un remedio claramente
insuficiente, no pasa a ser
reemplazada por un ataque real a
las causas estructurales de la discriminación
laboral de las mujeres.

Además, mantiene los incentivos a
la contratación parcial, principal
motor de la ‘dualización de género’
del mercado de trabajo. En tercer
lugar, la mayor movilidad que introduce
la reforma perjudica comparativamente
a las mujeres, ya
que solemos disponer de menor
flexibilidad que los hombres. Finalmente,
no incluye a las empleadas
del hogar en el Estatuto de los
Trabajadores, perpetuando así la
discriminación de una actividad laboral
históricamente femenina
y en la actualidad llevada a cabo
mayoritariamente por mujeres migrantes.

Por otro lado, la congelación
de las pensiones y la propuesta
de ampliar el período de cálculo
de cotización afectará particularmente
a las mujeres. A raíz de la
concentración en la economía informal
y de la frecuente interrupción
de nuestra vida laboral para
cuidar de hijos y otras familiares,
encontraremos más dificultades a
la hora de sumar la cotización exigida.
La desigualdad e invisibilidad
históricas se ven reproducidas tanto
por la crisis como por las medidas
supuestamente diseñadas para
paliarla. Pero no se deben dar de
ninguna manera en la lucha. La
huelga ha de ser un día de denuncia
y reivindicación de todos los
movimientos sociales, incluido el
movimiento feminista.

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