El autor, profesor de ciencias políticas, valora la
primera semana del movimiento 15-M y de la
acampada de la Puerta del Sol.
- Concentración Sol. Foto: Diego González
El movimiento 15-M –hablo
en exclusiva de mi experiencia
madrileña– ha tenido
un eco inesperado por
varias razones: la habilidad de sus
organizadores, su designio de huir
de las siglas, el descontento general,
el caos que Bolonia ha ahondado en
las universidades, la oportunidad
que ofrecían unas tristes elecciones,
el eco de la revuelta árabe –junto con
lo acaecido en Grecia, Portugal e
Islandia–, y, en suma, el trabajo de
años de los movimientos sociales críticos.
Agrego algo obvio: el hecho de
que en su estadio inicial la iniciativa
que cobró cuerpo el 15 de mayo hubiese
superado todas las expectativas
atrajo hacia él inmediatamente a
muchas gentes.
1. Lo que salió de las manifestaciones
del 15 de mayo fue, por lo demás,
una rareza: en las filas del
movimiento naciente, y al menos
en el primer momento, los adultos
faltaban, como faltaban también,
por cierto, los adolescentes.
Generacionalmente constreñido,
con escasa presencia obrera y más
bien interclasista, carecía de forma
orgullosa de líderes, algo que no
dejó de poner de los nervios a unos
medios de incomunicación de
siempre obsesionados con ponerle
cara a las cosas.
2. Sobre un cimiento sólido –el de la
indignación–, el movimiento tenía
dos almas. Si la primera la aportaban
activistas de los movimientos
sociales críticos, que contestan activamente
el capitalismo y bien podemos
describir, por su vocación
asamblearia, como libertarios, en
la segunda se han instalado jóvenes
que, infinitamente cabreados y
un punto ingenuos y meritocráticos,
postulan una reforma más o
menos radical del sistema y muestran
un franco interés por las elecciones
y sus tramas.
Siendo cierto que esas dos almas
no han dejado de vivificarse mutuamente,
lo suyo es señalar que aunque
en el momento inicial la hegemonía
correspondió a la primera,
con el paso de los días se hizo valer
un peso creciente de la segunda, acaso
facilitado por la presión que ejercieron
las autoridades políticas, judiciales
y policiales. Las cosas como
fueren, y aunque el escenario no era
paradisíaco, seguía siendo claramente
preferible a la miseria que hemos
palpado durante decenios. Bastaba
con echar una ojeada a cualquiera
de las asambleas de la Puerta del Sol
para percatarse de que nos adentrábamos
en un mundo nuevo.
3. Si alguien se pregunta por qué el
movimiento ha provocado tanto temor,
responderé que, aunque al respecto
hayan podido influir el crecimiento
inesperado de las protestas y
la huella emocional derivada de la
revuelta árabe, lo realmente importante
era otra cosa: conectaba de manera
espontánea con muchas de las
percepciones populares sobre la crisis
y su resolución, algo poco común
–admitámoslo– en las iniciativas de
nuestros movimientos sociales.
4. Olvidemos ahora la reacción de la
caverna. Una simple ojeada a las portadas
de La Gaceta, La Razón, ABC
y El Mundo ilustra a la perfección lo
que tenemos entre manos. Me interesa
prestar atención a algo más delicado
por menos evidente, que retrataré
de la mano de una glosa de lo
que han escrito los todólogos de El
País y Público. Luego de haber defendido
de siempre la infamia de las
políticas del PSOE, a cuyo redil volverán
rápidamente, los primeros, los
de El País, han mostrado su franca
simpatía por esos jóvenes marginados.
Por detrás no se barrunta, claro,
ninguna reflexión seria sobre la explotación,
el capitalismo, la represión
o la condición del medio en el
que escriben. Lo de los todólogos de
Público, aunque algo tiene que ver
con lo anterior, discurre por otro canal:
tras mostrar, de nuevo, su simpatía
por los indignados, les invitan a
mostrarse ecuánimes y moderados,
subrayan el vigor de los deberes cívicos
y muestran un atávico terror
–nunca han pisado, claro, un movimiento
social– ante espontaneidades,
radicalidades y menciones
agrias de la miseria que esparcen
nuestros sindicatos mayoritarios.
En realidad hay un elemento participante
más: el que congrega a la socialdemocracia
ilustrada que, afín a
los sindicatos mencionados, tras
quedar en fuera de juego el 15 de mayo
ha recuperado el terreno perdido
y se atribuye ahora un audaz protagonismo.
No tiene problemas, eso sí,
para ubicarse: si los libertarios están
demasiado lejos, los jóvenes indignados,
aunque un tanto naïfs, configuran
un auditorio interesante.
5. ¿Qué sabemos del futuro? Nada.
Aunque los escépticos predominan,
bueno será que subrayemos que el
14 de mayo no daban un duro por
las movilizaciones que se anunciaban.
Que lo vamos a tener difícil a
la hora de ampliar la movilización
y pasar a los hechos es evidente.
Casi tanto como que se abre un escenario
nuevo, claramente mejor
que el de antes de ayer.
POCO MESTIZAJE
EN LA ACAMPADA
Entre las debilidades de la acampada
es necesario referirse a la
poca participación de migrantes en
la vida de la Puerta del Sol, si bien
personas de muchas nacionalidades
asistieron a la manifestación
del 15 de mayo en Madrid. Los
grupos de trabajo sobre migración
han llegado a un consenso en su
intención de pedir al Gobierno que
cierre los Centros de Internamiento
para Extranjeros. Asimismo, durante
la asamblea del domingo 22 de
mayo se aprobó pedirle al Gobierno
que cesen los controles de
identidad racistas y que se dé
'papeles' a los migrantes.
7 DE ABRIL
JUVENTUD SIN FUTURO MOVILIZA A LA UNIVERSIDAD
Las asociaciones universitarias madrileñas se
alejan de su perfil estudiantil y convocan
una manifestación con el lema: «Sin casa,
sin pensión, sin futuro, sin miedo». Al final
se amplia a Sevilla, Valencia, Salamanca
Compostela, Almería, Alicante y Murcia.
15 DE MAYO
LAS MOVILIZACIONES SE EXTIENDEN A LAS PRINCIPALES CIUDADES
Miles de personas, especialmente en Madrid,
protestan exigiendo una Democracia Real
Ya. A esta cita se unen Juventud sin
Futuro y de forma individual numerosos
integrantes de colectivos sociales.
Nolesvotes se desmarcó de esta cita.
#ACAMPADASOL
LA POLICÍA MAGNIFICA LA RESISTENCIA EN EL KILÓMETRO 0
Después de la movilización en Madrid, unas 200
personas deciden en asamblea acampar en la Puerta
del Sol con el objetivo de permanecer, al menos,
hasta las elecciones del 22-M. De forma insólita, la
Policía no actúa. Esa madrugada empiezan a circular
los mensajes de apoyo a la acampada.
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