SEMILLAS DE UNA NUEVA ECONOMÍA / HACIA MERCADOS NO CAPITALISTAS
El camino al mercado social: de las islas al archipiélago

Para generar una nueva economía es necesario conectar empresas solidarias
con consumidores y ahorradores responsables.

21/10/11 · 8:00
Edición impresa

En todas las fases del ciclo
económico surgen iniciativas
populares regidas
por valores distintos de
los capitalistas: propiedad común,
cooperación, democracia,
equidad, compromiso social, sostenibilidad...

En la producción, se extienden
las cooperativas de trabajo, las
asociaciones que gestionan servicios
sociales, la emergente producción
colaborativa por internet
creadora de nuevos bienes comunes,
ahora digitales, etc. En la comercialización,
disponemos de
cooperativas de consumo y de servicios, de tiendas de comercio justo y de segunda mano, etc. En la
distribución, contamos con las experiencias
de presupuestos participativos
y de otros sistemas solidarios
y participativos de reparto del
excedente. En el consumo, proliferan
las prácticas de consumo crítico
y responsable, tanto por parte
de personas como de empresas,
entidades e, incluso, de algunas
administraciones locales. En el
crédito, se está conformando todo
un tejido de finanzas éticas y de
monedas sociales integrado por
fondos solidarios como las comunidades
autofinanciadas (CAF)
,
las redes de intercambio con moneda
propia
, Fiare y Coop57.
Todas estas iniciativas –la producción
cooperativa, los bienes comunes,
la comercialización solidaria,
la distribución participativa, el
consumo responsable, las finanzas
éticas y las monedas sociales–
conforman lo que denominamos
economía social o solidaria.

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Aranzazu

Sin embargo, una de las principales
debilidades de este sector
socioeconómico, que se está convirtiendo
al mismo tiempo en un
movimiento social, es que sus
agentes no están vertebrados económicamente
entre sí, sino que se
subordinan, directa o indirectamente,
al mercado capitalista.
Muchas empresas solidarias no
participan en las finanzas éticas
ni comercializan sus productos a
través de la comercialización solidaria,
ni tampoco trabajan con
proveedores del sector. El consumo
responsable aún es muy débil;
podemos afirmar que no existen
propiamente consumidoras responsables
sino tan solo algunas
prácticas dispersas de consumo
responsable dentro de una mayoría
de actos de consumo que van a
engordar las empresas capitalistas.
Las finanzas éticas aún tienen
poca capacidad para financiar las
empresas solidarias.

Una de las debilidades
de la economía solidaria
es que sus agentes no
están vertebrados
económicamente entre sí

Conscientes de estas debilidades,
desde hace unos años diversos
actores de la economía social
y solidaria del Estado español, en
especial la Red de Redes de
Economía Alternativa y Solidaria
(REAS)
, pero también algunas federaciones de cooperativas de
trabajo como la murciana
han hecho
de la articulación de las iniciativas
de economía solidaria
uno de sus objetivos estratégicos,
y le han dado un nombre: mercado social.

Por mercado social podemos entender
una red de intercambios económicos
(entre otros) entre empresas
de la economía solidaria y entre
éstas y los consumidores y ahorradores
responsables, la cual permite
cubrir una parte significativa de las
necesidades de sus participantes,
por lo que estos consiguen desconectar,
al menos parcialmente, de
la economía capitalista.

Aunque el principio básico para
crear mercados sociales es simple;
a saber, la intercooperación
integral, la participación de cada
una de las organizaciones y de sus
miembros en la producción, el
consumo y el ahorro dentro de la
economía solidaria, a la hora de la
verdad construir el mercado social
se revela muy complicado.

El mercado social
implica intercooperar
para desconectarse,
en lo posible, de la
economía capitalista

Para alcanzar la masa crítica suficiente
de productores, consumidores
y ahorradores solidarios en
un territorio, y conformar mercados
sociales que cubran de manera
significativa las necesidades de
miles de personas, aún queda mucho
que hacer. Necesitamos multiplicar
la intercooperación empresarial,
reorientar la política de
mercado de muchas empresas solidarias
hacia cubrir prioritariamente
la demanda interna del sector,
impulsar la emprendeduría
social y cooperativa, y también
ampliar la oferta de bienes y servicios
de la economía solidaria, así
como facilitar su visualización
mediante etiquetas ecosociales,
balances y auditorías sociales,
portales web, catálogos...

Nada de eso es fácil. Nada importante
lo es. El desarrollo de
mercados sociales no sólo mejoraría
la viabilidad de cada una de
las iniciativas de economía solidaria,
sino que supondría dar vida a
un embrión de nueva economía
dentro de ese capitalismo senil
que parece que quiera morir matando.
El objetivo es pasar de las
islas al archipiélago... para luego,
si podemos, tomar las playas.

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Tags relacionados: Consumo responsable
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