MUJERES //
Ellas llevan la peor parte

Con diferencias salariales de hasta un 35%, más paro y más cargas familiares, la desigualdad caracteriza el acceso de las mujeres al empleo.

26/04/06 · 1:08

A través de la comparación de los
salarios por hora trabajada entre
hombres y mujeres en las diferentes
partes de la distribución salarial
(trabajadores con salarios bajos,
medios y altos), el catedrático
Juan José Dorado, coordinador del
Grupo de Macroeconomía y Economía
Laboral de la Universidad
Carlos III, ha observado que las diferencias
salariales por discriminación
de género en el Estado español
son sustanciales.
El informe concluye que los
hombres en puestos de salario alto
reciben entre un 15 y un 20% más
que las mujeres, mientras que en
los niveles menos cualificados (con
una importancia cuantitativamente
mayor), el porcentaje de desigualdad
se situa entre un 25 y un 35%.
Según diversos sindicatos, el acceso
a los recursos también es discriminatorio.

Las mujeres tienen
un menor acceso a los recursos
comprados en el mercado debido a
sus menores ingresos provenientes
del trabajo remunerado. Respecto
al empleo, hay que mencionar diversas
causas: segregación en el
mercado de trabajo, menores tasas
de actividad y trayectorias laborales
discontinuas, entre otras.
El acceso a los ingresos del
Estado también representa un
sesgo de género: las mujeres reciben
prestaciones menores en
cuantía y calidad. Esto se debe a
que su cuantificación está en
función de las cotizaciones provenientes
del trabajo asalariado.
Diversos informes afirman que
el riesgo de pobreza grave entre las
mujeres es del 9,8% frente al
3,3% de los hombres, y el de extrema
pobreza del 2,3% y 1,4%,
respectivamente, destacando el
caso de las mujeres solas -fundamentalmente
mayores de 65
años- y las madres solteras.

El desempleo también es un fenómeno
mayoritariamente femenino,
con un porcentaje del 12%
(el cuarto país con mayor desempleo
de la UE-25). Este desempleo
visible se une al desempleo
invisible, camuflado por la
Encuesta de Población Activa en
la población desocupada. La vinculación
de la mujer con el trabajo
doméstico hace socialmente
más aceptable su no vinculación
(formal) con el mercado laboral.
La mujeres protagonizan a su
vez la economía sumergida. Las cifras
no son fáciles, pero hay estudios
que estiman que hay una presencia
mayoritaria de mujeres (dos
de cada tres) en estos sectores.
Las organizaciones feministas
plantean que la solución a la pobreza
no puede provenir sólo de mejorar
la inserción de determinados
colectivos -entre ellos, las mujeres-
en el mercado laboral, sino de un
cambio profundo de las estructuras
básicas de funcionamiento del actual
sistema socioeconómico, entre
las que están integradas las relaciones
de poder patriarcales.

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