Zara y el desastre del capitalismo

La estrella del XIII Festival Escena Contemporánea de Madrid ha sido ‘Citizen’, de la compañía galega Chévere. Hablamos con Xesús Ron, director de este montaje teatral sobre el desastre del capitalismo español, inspirado en Amancio Ortega y el complejo industrial Inditex.

19/02/13 · 16:08
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Xesús Ron, directo del montaje 'Citizen' / Olmo Calvo

De las escasas oportunidades de veros en Madrid, surge la impresión de que vuestra implicación en las movilizaciones culturales sobre el desastre del Prestige y contra la invasión de Iraq os ha llevado a crear espectáculos más explícitamente políticos, manteniendo vuestro espíritu lúdico e irónico...
Chévere ha mantenido una línea de trabajo teatral explícitamente político desde 1993, cuando se crea en la Nasa (Nave de Servicios Artísticos) un formato de cabaré un tanto especial al que llamamos Ultranoite. Se trata de un espectáculo en el que confluyen y colaboran creadores de distintas disciplinas para elaborar piezas breves que surgen al filo de la actualidad política, con una intención muy bufonesca y penetrando sin prejuicios en lo políticamente incorrecto, casi en la gamberrada. Pero es cierto que, a partir del movimiento Nunca Máis y todo lo que supuso para la cultura y la movilización social en Galicia, Chévere empieza a llevar a sus espectáculos los debates del presente.

¿En qué sentido Citizen se inspira en la película de Orson Welles?
Siempre tuvimos interés por esas obras primerizas de Orson Welles, desde el Mercury Theatre y su versión radiofónica de La Guerra de los Mundos; por esa capacidad de introducir una historia de ficción en la realidad, confundiendo los límites entre ellas. En el caso de Ciudadano Kane, establecimos inmediatamente un paralelismo entre el personaje real que originó la película y el personaje que nosotros queríamos tratar. Los dos eran casos exitosos de enriquecimiento que se mantenían ocultos al gran público. Por eso quisimos empezar la obra con una cita literal de la película y por eso mantuvimos el título. Pero nada más.

¿El personaje y la empresa que cogéis como hilo conductor salen con su nombre? ¿O sólo son figuras para hablar del desastre del capitalismo español?
Las referencias al personaje real (Amancio Ortega) son totalmente directas. Usamos mucho material e información de su vida. Pero en la obra se le llama simplemente “A punto O punto”. Es una ironía. En Galicia su presencia en el escenario genera mucho morbo, porque hay datos que salen en la obra que todo el mundo conoce, aunque apenas se puede afirmar casi nada sobre él. Usamos datos reales para crear una historia totalmente ficticia, con muchos elementos de culebrón, pero la intención última es esa, hablar del desastre del capitalismo en un nivel muy personal, y también del desastre de la democracia en España, que al final ha servido sobre todo para que algunos se hagan muy, muy ricos a costa de una pequeña dosis de bienestar para la mayoría.

Citizen se introduce también en la deslocalización y explotación de la fabricación textil. El tema de fondo de la obra es la globalización y cómo ésta nos afecta personalmente. De ahí la elección del caso Inditex-Zara para trabajarlo en detalle, porque ese imperio textil creció con nosotros, a la puerta de nuestras casas. Y toda la fase de superexplotación del trabajo en Galicia se vivió antes que en otros lugares; desde los años ‘80 nosotros fuimos testigos de una práctica de deslocalización interna del trabajo que fue brutal, afectó a miles de mujeres y es un aspecto oculto del “milagro Zara”. Una fuerza de trabajo femenina, rural o periurbana, con salarios muy bajos que se usaban para completar la economía familiar, que se instrumentó con subvenciones europeas y con la complicidad de la administración autonómica y municipal.

¿La idea del “teatro por episodios” estaba desde el comienzo? ¿Cómo se estrenaron los capítulos? ¿Hay un tema, recursos y tonos diferentes para cada una de las tres partes?
El proyecto nace dentro de un programa de residencia teatral estable desarrollado durante la temporada 2010-2011 en la sala Nasa y la idea original era ir estrenando los episodios a lo largo de toda la temporada. Las tres partes se hicieron y estrenaron por separado. En octubre de 2010 estrenamos la primera parte, en diciembre la segunda y en febrero de 2011 la tercera. Luego en marzo se editó todo el material para estrenar la versión completa. En total se hicieron 52 funciones en la Nasa esa temporada, con más de 4.000 espectadores. Después, la obra inició una gira que se cierra en Madrid, después de 120 representaciones en más de 30 ciudades de Galicia y otras seis comunidades autónomas.
Cada parte toca un tema y un momento distinto y cada una investiga en el uso de lenguajes específicos. La primera parte se plantea como un trabajo sobre la narrativa teatral y sobre la relación entre ficción y realidad, entre texto e imagen, en un tono vacilón y humorístico sin llegar a la comedia. La segunda se proponía como un trabajo más de cuerpo, una narrativa más visceral que podría llegar a las puertas del melodrama. Y la tercera funciona como un epílogo, en el que introducimos el chat en directo como soporte para dialogar algunas escenas, abriendo la obra a un debate que trasciende el escenario para involucrar al público.

Chévere tuvo que cerrar la Sala Nasa en 2011, tras una campaña del alcalde de Santiago de Compostela contra vosotros. ¿Fue una represalia? ¿La nueva sala sigue vuestra línea de trabajo?
En Santiago la victoria del candidato del PP en las últimas municipales propició una auténtica caza de brujas en diversos sectores, incluido el propio Ayuntamiento. En nuestro caso, llevábamos desde 2009 siendo el objetivo de los ataques y denuncias del líder local del PP, Conde Roa [imputado por delito fiscal en 2012 y obligado a dimitir como alcalde antes de cumplir un año en el cargo].

Su estrategia era criminalizar a todos los movimientos sociales y culturales alternativos o identificados como nacionalistas. A nosotros nos llevaron hasta la Audiencia Nacional acusándonos de colaboración con el terrorismo, acusación que fue desestimada de inmediato. Después trataron de cerrar la Nasa por cuestiones administrativas, sin conseguirlo, porque estaba todo en orden. Y en cuanto ganaron las elecciones, anunciaron la retirada inmediata de la ayuda municipal y el bloqueo de todos los pagos pendientes, lo que supuso el cierre de la sala. Ahora Chévere ha establecido su sede en el concejo de Teo, cercano a Santiago, donde estamos llevando a cabo un proyecto de residencia teatral de otra naturaleza, pero manteniendo el espíritu combativo de la Nasa.

¿Cuál es el planteamiento de Eurozone, la obra que estáis creando ahora?
Eurozone es un panfleto teatral sobre la crisis de la Eurozona, una crisis económica, social y, sobre todo, una crisis profunda de las prácticas democráticas. Es un trabajo más bufonesco, en el que se establece un diálogo en escena con la película Reservoir Dogs de Tarantino, para retratar a una clase dirigente europea que se ha convertido en una banda de delincuentes amparados en la legalidad. Es además una producción ambiciosa, con ocho actores en escena, para explicitar nuestro compromiso con la creación escénica en gallego y con la cultura en un momento en el que se está produciendo un desmantelamiento del sistema cultural con la coartada de los recortes.

Detrás de la etiqueta hay mierda

La industria textil y sus prácticas de explotación laboral han sido  caldo de cultivo para expresiones recientes en el Estado español y en países vecinos.
 

Dos montajes

El año 2010 dio dos montajes que denunciaban la producción industrial de ropa. En Grietas, de Angie Martín, estrenada en la RESAD de Madrid, las protas son obreras textiles mexicanas y el público oye hablar de sus asesinatos desde un planteamiento coreográfico sobrio, poético y duro. La obra se volvió a presentar el año pasado en el Festival ACT de Bilbao. Por su lado, Pikor Teatro estrenó en el teatro Campos Elíseos de Bilbao XL Town, una parodia de cuatro historias sobre el consumismo y las prácticas abusivas de las grandes empresas del sector textil.

Una instalación

Varias artistas y colectivos gallegos (entre ellas, Almudena Fernández, Berta Cáccamo, Andrea Costas, Carme Nogueira, Carmen Suárez, Itziar Ezquieta, Mar Caldas, Las Pingüinas, Renata Otero y Rosalía Pazo) se inventaron en 2010 quince piezas a partir de ropa usada de multinacionales textiles sobre las que existen informes de explotación laboral en los países del Sur. Lo hicieron en una instalación plástica con forma de tienda de ropa, dentro de la exposición Mulleres Implic-Arte, en la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Santiago de Compostela.
 

El libro

Gomorra - Viaggio nell’impero economico e nel sogno di dominio della camorra fue la primera novela que escribió Roberto Saviano en 2008. Desde el periodismo de investigación, Saviano describió los talleres textiles clandestinos y las prácticas esclavistas que sustentan el mundo de la alta costura, así como la impunidad de complejos entramados empresariales internacionales que cuentan con la complicidad de la clase política. Ese mismo año el texto fue adaptado al cine y al teatro por Matteo Garrone y Mario Gelardi, respectivamente.
 

La acción directa

Desde finales de los ‘90, en las principales ciudades del Estado los movimientos sociales feministas han hecho regularmente acciones directas no violentas como denuncia a las prácticas esclavistas de la industria textil, deslocalizada en todo el planeta, y contra un modelo anoréxico-normativo de los cuerpos de las mujeres. Acciones y lemas creativos contra tiendas como Zara, Bershka, H&M, Mango del tipo: “La talla 38 nos aprieta el chocho. Abajo las barbies, arriba las barriguitas. Esta belleza me enferma. No eres lo que vistes. El patriarcado me mata de frío“.
 

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comentarios

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    Sara Jiménez
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    05/03/2013 - 7:07pm
    UN AÑO Y MEDIO DESPUÉS<br /><br />Aquí al habla la periodista infiltrada en Galiza, Sari Jiménez. Después de leer el anterior comentario, una se pone a hacer pesquisas y contrasta las cosas para aclararse. Me sale un culebrón de comentario, pero creo que vale la pena leerlo hasta el final para ser rigurosas y tener memoria a la hora de hablar de&nbsp; de reivindicar condiciones laborales de los trabajadores de la cultura, debatir juntas sobre la economía de la cultura, transformar el estado de las cosas, hacer autocrítica desde el sindicalismo de base, o simplemente no mear fuera de tiesto.<br /><p style="margin-bottom: 0cm">La Nasa fue una sala alternativa que se mantuvo abierta y con una programación estable en Santiago de Compostela durante 20 años, hasta 2011. La sala nunca persiguió fines lucrativos, los salarios siempre fueron bajos, algo que siempre se habló en el equipo. La sala solo abría cuatro días a la semana, cerraba 15 días en Navidad y una semana en primavera, tiempo que -por supuesto- se pagaba siempre a todo el equipo.</p><p style="margin-bottom: 0cm">La situación económica de la Nasa empeora en 2009, cuando el PP vuelve a gobernar la Xunta de Galicia. En 2009 trabajaban 11 personas en la sala, cuatro a tiempo completo y el resto a tiempo parcial. El equipo técnico prefería trabajar a tiempo parcial en la sala para poder hacer bolos puntuales, y así se mantuvo mientras cada persona lo quiso. Luego había trabajos que se hacían por horas como la taquilla o la limpieza. Todos -por supuesto- en alta en la seguridad social. El jefe técnico ganaba unos 1.250&euro; al mes con contrato indefinido, y de ahí los salarios iban bajando hasta los 400&euro; al mes que cobraban las personas de taquilla y limpieza. Durante los años siguientes se mantuvieron todos los puestos de trabajo y hasta se subieron un poco los sueldos.</p><p style="margin-bottom: 0cm">Pero los ingresos fueron reduciéndose considerablemente por los recortes de las ayudas públicas, que pasaron de unos 120mil euros en 2008 a 70mil en 2010. El coste salarial total de la Nasa era entonces de 90mil euros anuales (incluidas retenciones y seguridad social). En 2011 las aportaciones públicas se redujeron hasta los 31mil euros y el Ayuntamiento de Santiago anunció que eliminaba la ayuda a la sala y además retuvo todos los pagos pendientes de años anteriores (hoy, en 2013, el ayuntamiento de Santiago debe a la Nasa 40mil euros de 2009-2010 y están pendientes de las reclamaciones realizadas para poder cobrar). Es entonces cuando el equipo se da cuenta de que ya no puede mantener la sala.</p><p style="margin-bottom: 0cm">Esta es la única razón clara para tomar la decisión drástica de cerrar la sala en 2011. Durante la campaña electoral de las municipales se lanzaron todo tipo de acusaciones falsas contra la Sala Nasa (colaboración con banda armada, apología del terrorismo, etc.). Para mostrar que la toma de decisiones en la Sala es transparente -no solo con el equipo, sino con artistas y espectadores- en junio de 2011 se convocaron tres asambleas públicas para poner en discusión el futuro de la sala, anunciando allí que el equipo de gestión se encontraba bloqueado por deudas y se veía obligado a pasar el testigo a otro equipo o a encontrar entre todos otras fórmulas para seguir adelante.</p><p style="margin-bottom: 0cm">En estas asambleas participaron más de 300 personas. Salieron muchas ideas. Una de ellas partió de tres personas que trabajaban en la sala y que anunciaron que se iban a constituir en cooperativa para seguir con el proyecto de la sala, pero con otra perspectiva más centrada en ser una sala de conciertos. Ante este anuncio, el resto de ideas aportadas por el público quedó en segundo plano y la asamblea quedó a la espera de que este grupo aportase su proyecto por escrito para ver qué grado de apoyo podría obtener por parte de toda la gente que estuvo participando en las asambleas.</p><p style="margin-bottom: 0cm">En julio de 2011 estas tres personas dejaron de aparecer por la sala, y nadie supo nada más del proyecto de cooperativa. Lo siguiente fue una citación para asistir a un acto de conciliación por una denuncia contra Xesús Ron, gerente saliente de la sala, por despido improcedente. En ella se hacía constar que los trabajadores se habían enterado por la prensa del cierre de la sala (y eso que ellos estuvieron presentes en todas las asambleas y participado en las mismas).</p><p style="margin-bottom: 0cm">Toda la gente que trabajaba en la Nasa tuvo su contrato hasta el 26 de julio de 2011. La programación acabó el día 3 de julio. Desde el día 4 de julio solo volvieron a trabajar las personas de administración, comunicación y limpieza. El resto tuvieron vacaciones hasta el 26, se trataba de dar un colchón de varias semanas antes de finalizar los contratos. Se habló con todos y el plan presentado era empezar las liquidaciones por las personas que tenían contratos indefinidos y luego seguir con aquellas que tenían contratos fijos-discontinuos (cada temporada se interrumpían en julio y se retomaban en setiembre-octubre). A finales de julio se hizo la liquidación de los primeros contratos bajo estas premisas. Y el resto se harían en setiembre. La primera semana de agosto llega la denuncia de las tres personas que habían propuesto el proyecto de cooperativa y que se había abandonado sin más información por parte de nadie.</p><p style="margin-bottom: 0cm">Una de estas personas era un chico que había hecho las prácticas en la Nasa, procedente de una escuela de sonido de A Coruña. Al acabar sus tres meses de prácticas, se le ofreció un contrato de tres meses para la temporada siguiente. No un contrato de prácticas, sino un contrato exactamente igual al del resto de personal técnico. En medio de la temporada, se amplió su contrato hasta final de temporada y se aumentó en dedicación y salario, 500&euro; netos por media jornada. Y esta es la persona que milita en la CNT, que empezó amenazas personales durante ese verano y que lideró la denuncia contra Xesús Ron y contra la Nasa, junto a las otras dos personas que trabajaban en la sala. La CNT asumió la denuncia y la representación legal de los denunciantes, aunque esta se hizo a través de un despacho de abogados de Santiago.</p><p style="margin-bottom: 0cm">La denuncia se basaba, por un lado, en no haber sido notificadas las vacaciones por escrito (por tanto no constaba legalmente que las hubiesen disfrutado), además de la no comunicación por escrito del fin del contrato (son los riesgos de actuar cara a cara y verbalmente sin ponerlo por escrito). Por otro lado, se reclamó la aplicación con efectos retroactivos de un convenio colectivo aprobado en agosto de 2010 para productoras culturales, firmado por empresas que gestionaban centros cívicos y otros espacios públicos, pero que efectivamente afectaba a toda empresa que tuviese una dedicación cultural. Es decir, también a todas las compañías de teatro, grupos de música o danza, promotoras de conciertos, empresas de asistencia técnica, etc. Este convenio marcaba salarios bastante altos, desde 900&euro; para un portero hasta superar los 2000&euro; para responsables de áreas.</p><p style="margin-bottom: 0cm">Y es verdad, la Nasa ni lo conocía ni lo aplicaba. (durante la vigencia de los contratos ninguna persona que trabajó en la Nasa reclamó nunca este convenio ni advirtió de su existencia). Pero también es verdad que el desconocimiento de la ley no exime de su cumplimiento. Este convenio además estipulaba que tenía un año de efectos retroactivos. En noviembre de 2011, la Nasa pagó a estas tres personas unos 20.000 euros, el dinero que se estimó por la diferencia salarial entre el convenio que se aplicaba (uno más antiguo) y el convenio reclamado Al resto de la plantilla de la Nasa se había pagado en septiembre 27mil euros como indemnización, la media de años trabajados era de cuatro, como estaba previsto.</p><p style="margin-bottom: 0cm">El resto de trabajadores de la Nasa siempre comunicaron su apoyo y sorpresa por lo sucedido. La Nasa cerró definitivamente sus puertas en septiembre de 2011. Durante la negociación de la denuncia de la CNT estaba en manos de los abogados. La CNT empezó a hacer señalamientos públicos contra La Nasa y Chévere. En las puertas de los teatros de Santiago dos o tres personas repartían folletos donde acusaban a la sala de explotar en condiciones aberrantes a tres trabajadores y de despedirlos sin su conocimiento, también les acusaban de hacer &quot;teatro izquierdista&quot; y de ser en realidad &quot;explotadores capitalistas&quot; que solo buscan subvenciones públicas, que el cierre de la Nasa era por motivos empresariales y no políticos (le hicieron un gran favor al PP porque incluso en el ayuntamiento el gobierno hizo uso de estos folletos cuando la oposición preguntó por el caso), y pedían al público que no acudiese a ver las obras de Chévere. Después empapelaron el barrio de Xesús Ron, y dejaron anónimos en el coche de su pareja. Como en aquella época Chévere no podía actuar mucho en Galicia por la persecución del PP, y estaba haciendo una gira por salas alternativas de otras comunidades, cinco o seis militantes de la CNT se presentaron en las puertas de una sala de Palma de Mallorca con megáfonos y folletos, pidiendo al público que no entrase en ese teatro porque la compañía que actuaba se dedicaba a explotar a sus trabajadores (ninguna de las tres personas que denunciaron a la Nasa trabajó nunca para Chévere). En Palma se presentó la policía antidisturbios y un helicóptero sobrevolando el teatro. Cuando se conoció este hecho las llamadas de apoyo y solidaridad con Chévere llegaron de todo el Estado, y en Galicia fueron masivas. La compaía se negó a hacer público ningún comunicado para no entrar en un conflicto público con la CNT (que se volvería en su contra), sabiendo que esto es una manipulación de una persona que se ampara en un aparato de organización ciego en este caso.</p><p style="margin-bottom: 0cm">Ha pasado un año y medio desde que los denunciantes cobraron su dinero. A Chévere le ha ido muy bien durante este tiempo, ha trabajado duro, y al final ha obtenido reconocimiento público, social y profesional desde que empezó a trabajar en 1988. Una de las personas denunciantes no ha podido digerir bien esta situación y no ha parado de insultar y difamar al grupo Chévere. Nadie le hace caso, pero allí donde no se conoce quiénes son Chévere, es posible que le puedan hacer caso. En Galiza, &ldquo;ya nadie lo hace, ya se sabe que cada noticia que salga de Chévere en un medio de comunicación va a tener adosado el sanbenito de la denuncia procedente de la CNT. &iexcl;Infelices!&rdquo;. Una lástima, porque en Chévere hay gente que ha participado en actividades organizadas por la CNT en el pasado, y porque la parte no es el todo.</p><p style="margin-bottom: 0cm">Para terminar este largo comentario de pesquisas, la presencia de Chévere en un ayuntamiento pequeño y periférico como Teo no tiene nada que ver con cobrar subvenciones, sino con el compromiso por mantener un proyecto de residencia teatral, y la posibilidad de crear y mantener marcos de colaboración público-privados basados en el trabajo cultural de base, en la apuesta por la creación y los creadores, y en obtener una mayor rentabilidad social de las infraestructuras culturales públicas que permanecían infrautilizadas. En menos de un año Chévere ha conseguido que más de 4000 personas de Teo y otros municipios limítrofes disfruten de una pequeña programación escénica, accedan trabajos de creación contemporánea relacionados con el teatro, la danza y la música, abriendo canales de comunicación estables con el tejido asociativo local y gente de todas las clases, procedencias y edades.<br /><br />Quien quiera ver lo que hacen, que entre aquí:<br />http://v1.redenasa.tv/</p>
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    nontodoeoqueparece
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    04/03/2013 - 11:24pm
    A los lobos siempre les ha gustado vestirse de corderos. Ya sabes, la paja en el ojo ajeno. La sala se cerró por puro interés empresarial. Era mejor una sala gratis y subvencionada en Teo que mantener a los trabajadores de la Nasa en Santiago.Creo que eso se llama deslocalización, así hablan con tanta propiedad de ello en la obra. El victimismo siempre les ha funcionado bien. &nbsp;Non todo é o que parece amigo......<br /><br /><a href="http://www.cntgaliza.org/?q=node/1213">http://www.cntgaliza.org/?q=node/1213</a><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br />
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