La estrella del XIII Festival Escena Contemporánea de Madrid ha sido ‘Citizen’, de la compañía galega Chévere. Hablamos con Xesús Ron, director de este montaje teatral sobre el desastre del capitalismo español, inspirado en Amancio Ortega y el complejo industrial Inditex.

De las escasas oportunidades de veros en Madrid, surge la impresión de que vuestra implicación en las movilizaciones culturales sobre el desastre del Prestige y contra la invasión de Iraq os ha llevado a crear espectáculos más explícitamente políticos, manteniendo vuestro espíritu lúdico e irónico...
Chévere ha mantenido una línea de trabajo teatral explícitamente político desde 1993, cuando se crea en la Nasa (Nave de Servicios Artísticos) un formato de cabaré un tanto especial al que llamamos Ultranoite. Se trata de un espectáculo en el que confluyen y colaboran creadores de distintas disciplinas para elaborar piezas breves que surgen al filo de la actualidad política, con una intención muy bufonesca y penetrando sin prejuicios en lo políticamente incorrecto, casi en la gamberrada. Pero es cierto que, a partir del movimiento Nunca Máis y todo lo que supuso para la cultura y la movilización social en Galicia, Chévere empieza a llevar a sus espectáculos los debates del presente.
¿En qué sentido Citizen se inspira en la película de Orson Welles?
Siempre tuvimos interés por esas obras primerizas de Orson Welles, desde el Mercury Theatre y su versión radiofónica de La Guerra de los Mundos; por esa capacidad de introducir una historia de ficción en la realidad, confundiendo los límites entre ellas. En el caso de Ciudadano Kane, establecimos inmediatamente un paralelismo entre el personaje real que originó la película y el personaje que nosotros queríamos tratar. Los dos eran casos exitosos de enriquecimiento que se mantenían ocultos al gran público. Por eso quisimos empezar la obra con una cita literal de la película y por eso mantuvimos el título. Pero nada más.
¿El personaje y la empresa que cogéis como hilo conductor salen con su nombre? ¿O sólo son figuras para hablar del desastre del capitalismo español?
Las referencias al personaje real (Amancio Ortega) son totalmente directas. Usamos mucho material e información de su vida. Pero en la obra se le llama simplemente “A punto O punto”. Es una ironía. En Galicia su presencia en el escenario genera mucho morbo, porque hay datos que salen en la obra que todo el mundo conoce, aunque apenas se puede afirmar casi nada sobre él. Usamos datos reales para crear una historia totalmente ficticia, con muchos elementos de culebrón, pero la intención última es esa, hablar del desastre del capitalismo en un nivel muy personal, y también del desastre de la democracia en España, que al final ha servido sobre todo para que algunos se hagan muy, muy ricos a costa de una pequeña dosis de bienestar para la mayoría.
Citizen se introduce también en la deslocalización y explotación de la fabricación textil. El tema de fondo de la obra es la globalización y cómo ésta nos afecta personalmente. De ahí la elección del caso Inditex-Zara para trabajarlo en detalle, porque ese imperio textil creció con nosotros, a la puerta de nuestras casas. Y toda la fase de superexplotación del trabajo en Galicia se vivió antes que en otros lugares; desde los años ‘80 nosotros fuimos testigos de una práctica de deslocalización interna del trabajo que fue brutal, afectó a miles de mujeres y es un aspecto oculto del “milagro Zara”. Una fuerza de trabajo femenina, rural o periurbana, con salarios muy bajos que se usaban para completar la economía familiar, que se instrumentó con subvenciones europeas y con la complicidad de la administración autonómica y municipal.
¿La idea del “teatro por episodios” estaba desde el comienzo? ¿Cómo se estrenaron los capítulos? ¿Hay un tema, recursos y tonos diferentes para cada una de las tres partes?
El proyecto nace dentro de un programa de residencia teatral estable desarrollado durante la temporada 2010-2011 en la sala Nasa y la idea original era ir estrenando los episodios a lo largo de toda la temporada. Las tres partes se hicieron y estrenaron por separado. En octubre de 2010 estrenamos la primera parte, en diciembre la segunda y en febrero de 2011 la tercera. Luego en marzo se editó todo el material para estrenar la versión completa. En total se hicieron 52 funciones en la Nasa esa temporada, con más de 4.000 espectadores. Después, la obra inició una gira que se cierra en Madrid, después de 120 representaciones en más de 30 ciudades de Galicia y otras seis comunidades autónomas.
Cada parte toca un tema y un momento distinto y cada una investiga en el uso de lenguajes específicos. La primera parte se plantea como un trabajo sobre la narrativa teatral y sobre la relación entre ficción y realidad, entre texto e imagen, en un tono vacilón y humorístico sin llegar a la comedia. La segunda se proponía como un trabajo más de cuerpo, una narrativa más visceral que podría llegar a las puertas del melodrama. Y la tercera funciona como un epílogo, en el que introducimos el chat en directo como soporte para dialogar algunas escenas, abriendo la obra a un debate que trasciende el escenario para involucrar al público.
Chévere tuvo que cerrar la Sala Nasa en 2011, tras una campaña del alcalde de Santiago de Compostela contra vosotros. ¿Fue una represalia? ¿La nueva sala sigue vuestra línea de trabajo?
En Santiago la victoria del candidato del PP en las últimas municipales propició una auténtica caza de brujas en diversos sectores, incluido el propio Ayuntamiento. En nuestro caso, llevábamos desde 2009 siendo el objetivo de los ataques y denuncias del líder local del PP, Conde Roa [imputado por delito fiscal en 2012 y obligado a dimitir como alcalde antes de cumplir un año en el cargo].
Su estrategia era criminalizar a todos los movimientos sociales y culturales alternativos o identificados como nacionalistas. A nosotros nos llevaron hasta la Audiencia Nacional acusándonos de colaboración con el terrorismo, acusación que fue desestimada de inmediato. Después trataron de cerrar la Nasa por cuestiones administrativas, sin conseguirlo, porque estaba todo en orden. Y en cuanto ganaron las elecciones, anunciaron la retirada inmediata de la ayuda municipal y el bloqueo de todos los pagos pendientes, lo que supuso el cierre de la sala. Ahora Chévere ha establecido su sede en el concejo de Teo, cercano a Santiago, donde estamos llevando a cabo un proyecto de residencia teatral de otra naturaleza, pero manteniendo el espíritu combativo de la Nasa.
¿Cuál es el planteamiento de Eurozone, la obra que estáis creando ahora?
Eurozone es un panfleto teatral sobre la crisis de la Eurozona, una crisis económica, social y, sobre todo, una crisis profunda de las prácticas democráticas. Es un trabajo más bufonesco, en el que se establece un diálogo en escena con la película Reservoir Dogs de Tarantino, para retratar a una clase dirigente europea que se ha convertido en una banda de delincuentes amparados en la legalidad. Es además una producción ambiciosa, con ocho actores en escena, para explicitar nuestro compromiso con la creación escénica en gallego y con la cultura en un momento en el que se está produciendo un desmantelamiento del sistema cultural con la coartada de los recortes.
Detrás de la etiqueta hay mierda
La industria textil y sus prácticas de explotación laboral han sido caldo de cultivo para expresiones recientes en el Estado español y en países vecinos.
Dos montajes
El año 2010 dio dos montajes que denunciaban la producción industrial de ropa. En Grietas, de Angie Martín, estrenada en la RESAD de Madrid, las protas son obreras textiles mexicanas y el público oye hablar de sus asesinatos desde un planteamiento coreográfico sobrio, poético y duro. La obra se volvió a presentar el año pasado en el Festival ACT de Bilbao. Por su lado, Pikor Teatro estrenó en el teatro Campos Elíseos de Bilbao XL Town, una parodia de cuatro historias sobre el consumismo y las prácticas abusivas de las grandes empresas del sector textil.
Una instalación
Varias artistas y colectivos gallegos (entre ellas, Almudena Fernández, Berta Cáccamo, Andrea Costas, Carme Nogueira, Carmen Suárez, Itziar Ezquieta, Mar Caldas, Las Pingüinas, Renata Otero y Rosalía Pazo) se inventaron en 2010 quince piezas a partir de ropa usada de multinacionales textiles sobre las que existen informes de explotación laboral en los países del Sur. Lo hicieron en una instalación plástica con forma de tienda de ropa, dentro de la exposición Mulleres Implic-Arte, en la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Santiago de Compostela.
El libro
Gomorra - Viaggio nell’impero economico e nel sogno di dominio della camorra fue la primera novela que escribió Roberto Saviano en 2008. Desde el periodismo de investigación, Saviano describió los talleres textiles clandestinos y las prácticas esclavistas que sustentan el mundo de la alta costura, así como la impunidad de complejos entramados empresariales internacionales que cuentan con la complicidad de la clase política. Ese mismo año el texto fue adaptado al cine y al teatro por Matteo Garrone y Mario Gelardi, respectivamente.
La acción directa
Desde finales de los ‘90, en las principales ciudades del Estado los movimientos sociales feministas han hecho regularmente acciones directas no violentas como denuncia a las prácticas esclavistas de la industria textil, deslocalizada en todo el planeta, y contra un modelo anoréxico-normativo de los cuerpos de las mujeres. Acciones y lemas creativos contra tiendas como Zara, Bershka, H&M, Mango del tipo: “La talla 38 nos aprieta el chocho. Abajo las barbies, arriba las barriguitas. Esta belleza me enferma. No eres lo que vistes. El patriarcado me mata de frío“.
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