"""Hay que comerse el mundo a dentelladas"""
El valor de un latido

ALBERTO GARCÍA-TERESA

22/01/09 · 0:00
Edición impresa



Por qué comerse un
mundo en el que “cada
segundo vale más que
un latido”? Cuando hemos
acabado la lectura comprendemos
que no basta con nombrar
lo que muestra, que hay
que excavar mucho para dar
con ese latido enterrado bajo
capas de dolor y sinsentido.
De ahí que saque a la luz las
vidas gastadas en el trabajo.
Ciclos completos de servidumbre
que acaban con la capacidad
para imaginar qué
serían nuestras manos, libres
de ataduras al instrumento de
tortura. Quiénes seríamos si
pudiéramos alzar la vista, si
no fuéramos mercancía. Son
poemas que señalan la tiranía
de un presente que no precisa
dictadores con nombre. De
ahí sus seres deambulantes
que, con el peso de un arcoiris
roto, acuden con infinita
tristeza a las oficinas de objetos
perdidos. García-Teresa
los muestra y poetiza cómo se
amalgama en su interior eso
que iba a ser vida y que se
transforma en ira. Así muestra
espacios por donde el latido
asoma, las grietas, los lúcidos
espacios para construir el
nosotros, donde el latido del
amor y de la solidaridad va
sin cuenta. Pedazos para reconstruir
el héroe actual que
cada jornada se pone en pie.

El héroe de estos poemas es
el que se sabe mosaico irrepetible
de fragmentos propios y
ajenos. El que en minúscula
escribe al dictado de la utopía,
tan bien como lo hace este
poeta.

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