’El Regate’, la columnita de fútbol del Diagonal, cambia de botas. Su ’manager’ hasta la fecha explica los motivos del relevo.
Como cada viernes empezaré a escribir ’El Regate’
sin una idea demasiado clara de lo que quiero hablar.
Como cada julio me preguntaré qué hay de
nuevo en el fútbol, si es que hay algo de nuevo en
un entretenimiento que es pura, y rutinaria, novedad.
Y, como siempre, el regate será un divertimento
para el que lo hace antes que nada importante.
Pero éste será el último.
Igual que un entrenador que consiguió los mejores
logros de su carrera hace ya demasiado tiempo;
como el jugador que aprendió a entender los
partidos cuando ya no tenía la suficiente velocidad
para influir casi en los principales accidentes que
suceden en los 90 minutos (los goles, las paradas,
etc.), esta columna pudo haberse retirado mucho
antes, también podría haber agotado unos números
más sus cuatro trucos para contentar a los escasos
seguidores que alguna vez han justificado
que exista un apartado así en un periódico como
éste.
Hoy termina mi ciclo aquí, a final de temporada,
quiero creer que de la forma en que se hubiera
ido un jugador de su club de toda la vida.
En el recuerdo quedan ya aquellas primeras columnas
erráticas sobre futbolistas que no están a la
altura de las expectativas, también glosas de algunas
de las figuras que han marcado las últimas seis
temporadas. Quedarán archivadas las escasas
reacciones que alguna vez llegaron: como la
bronca de alguien después de un artículo sobre
Antic
(anti yugoslavo, según el ofendido), un
par de comentarios en la web y algún encuentro
con alguien a quien le parecía de bicho raro que
existiera esta sección y lo decía.
Para el final queda
mostrarme agradecido y emocionado
por los años en que unas decenas
de personas me soportaron decir,
básicamente, que, después
de todo, el fútbol no es un problema,
sino un juego.
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