Para rastrear el sentido de ‘Los detectives salvajes’ y su posible incidencia en la literatura actual, remitimos dos breves preguntas a un grupo de escritores; sus respuestas componen un comentario múltiple sobre la novela.
1. ¿Qué significó para usted la lectura de Los detectives salvajes?
2. En su opinión, ¿en qué elementos de la novela radica la clave de su éxito y de su influencia en la literatura contemporánea?
CONSTANTINO BÉRTOLO
1. No la he leído y precisamente
por eso tiene para mí
el doloroso significado de un
pecado mortal cultural, una
mancha, un oprobio, un cadáver
en el armario que arrastro,
con culpa y vergüenza, y
que hasta ahora mismo me
llevaba a adoptar una actitud
semejante a la de aquellos
que van a una conferencia, de
Mike Davis por ejemplo, que
se dicta en inglés pero prefieren
no enterarse de nada antes
de que su ‘círculo laboral profesional’
le observe, consternados
pero encantados, recoger
en la entrada los auriculares
a través de los cuales
podría haber seguido la traducción.
Una vez confesado
mi pecado, espero la absolución
y prometo cumplir con
la penitencia literaria pertinente:
dos Pérez-Reverte y un Sándor Márai.
2. Como esta misma encuesta
denota, Los detectives
salvajes se ha convertido en
uno de esos libros de los que,
como señala Pierre Bayard
en el libro Cómo hablar de
esos libros que usted nunca
leyó que se ha hecho famoso
pero que yo tampoco he leído,
se puede, al parecer, perfectamente
hablar sin haberlo
leído (como El Quijote, el
Ulises de Joyce o la última
novela de Paul Auster).
Desde esa seguridad y osadía
que la lectura del libro
que no he leído de Bayard me
concede, entiendo que la novela
de Roberto Bolaño debe
ser el típico libro que halaga
el gusto de todos aquellos que están encantados de que
les guste la literatura y que
en algún lugar fantasean con
que ellos también son escritores
aunque no hayan escrito
nunca nada. De ahí el éxit o
de ese libro del autor de
2666, novela esta que creo
que sí he leído pero vaya usted
a saber si tan sólo me la
han contado o he leído sobre
ella un reportaje a toda página
en el diario hegemónico
de la mañana con gran despliegue
sobre este autor en
trance de santificación y que,
por lo que veo, DIAGONAL
ha decidido también convertir
en referente obligado e
imprescindible para todo
aquel que se precie, aprecie
o tema ser tomado por un
subprime literario.
MERCEDES CASTRO
1. Era posible hacer literatura
contemporánea e hispanoamericana
igual de bien escrita
sin caer en los clichés del
realismo mágico que habían
influido enormemente, y hasta
pervertido, mucha de la temática
posterior al boom. Por
otra parte, en el argumento
de la novela se disecciona con
muchísima habilidad y una
visión muy crítica aspectos
del mundo de la creación literaria
y los autores absolutamente
veraces, crudos y no
por ello exentos de encanto.
2. Hace de sus personajes,
que podrían convertirse en
manos de otro autor, en héroes,
perdedores o creadores
más que típicos, personas
reales, y consigue que
nos creamos sus extravagantes
vidas y les seamos fieles
hasta el punto de conservarlos
en nuestros recuerdos
con sus peripecias y fracasos
como si hubieran existido en
realidad, nada menos que
diez años después.
ELENA MEDEL
1 y 2. La lectura de Los detectives
salvajes significó para
mí lo mismo que el descubrimiento
de Habitaciones,
Rayuela, Poeta en Nueva
York o Ariel: el zarandeo de
una obra que me cambia no
sé si la vida, pero sí al menos
la forma de percibir la literatura
y su escritura. Creo que
Bolaño es una thermomix:
recoge tradiciones, las centrifuga
y une. De él resulta
una voz absolutamente nueva,
un mundo alucinante para
tomarse en serio.
PEDRO DE PAZ
1 y 2. La lectura de Los detectives
salvajes supuso para mí
un cierto despertar, una manera
de abrirme las puertas a
un modo especial –en forma
y fondo– de hacer literatura.
A través del viaje iniciático
de sus aparentes protagonistas,
un viaje más interior que
exterior, Bolaño fue capaz de
concebir y plasmar un cautivador
universo de personajes,
sentimientos y reflexiones
formado a partir de decenas
de retazos que, poco a
poco, van cohesionándose y
tomando forma para terminar
por ofrecernos una realidad
cruda y sarcástica de peculiar
estructura, similar a la
de innumerables matriuskas
que albergan en su interior
una sorpresa tras otra sin que su creciente complejidad
acuda en detrimento de su
contenido. En mi opinión,
gran parte de su merecido
éxito radica en la certeza irónica
de la mirada del autor y
en ese brillante ejercicio de
francotirador sin patria ni
bandera con el que el lector
no puede sino terminar comulgando
y que Bolaño llevó
a cabo, de forma precisa aunque en ocasiones algo desaforada,
bajo un meticuloso
artificio con apetecible aroma
a novela negra. Una conjunción
de elementos digna
de un auténtico genio.
ISAAC ROSA
1 y 2. Llegué a la obra de
Bolaño poco antes del premio
Herralde a Los detectives.
Fue con La literatura nazi en
América. A partir de aquel libro
inteligente y divertido seguí
la obra de un autor tal vez
desigual en su producción narrativa,
algo lógico en alguien
tan prolífico como fue Bolaño.
Como buena parte de su
obra, como la póstuma 2666,
Los detectives salvajes me pareció
una novela enorme en
todos los sentidos: también
en cuanto libro excesivo, desmesurado,
irregular, pero no
por ello menos interesante.
No todas las páginas de Los
detectives valen lo mismo,
no todas las historias contenidas
en él me interesaron
por igual, hay páginas
descuidadas, hasta prescindibles,
pero eso no quita importancia
y valor al libro
(también la primera parte
del Quijote tiene historias de
relleno, ya sabemos).
De Los detectives me interesó
su apuesta por una novela
totalizadora, ambiciosa, en
tiempos de obras menores, de
relatos pequeños, de cultivo
de la anécdota, de lo íntimo,
del microcosmos. Bolaño se
lanzaba a una obra que funciona
en diversos planos, que contiene la América de las últimas
décadas, que recoge
mucha teoría literaria, que recoge
los grandes temas de
siempre. Lo hace además con
una ironía muy habitual en la
obra de Bolaño, cuyo humor
siempre es oportuno, propio
de uno de los novelistas má s
inteligentes de los últimos
años. Los detectives hace además
de puente, para los lectores,
entre el pasado y el presente
literarios, enlaza con la
mejor tradición narrativa
americana, y permite la continuidad
entre los grandes títulos
de los autores ya canónicos,
y un presente en que la
narrativa parecía anémica.
Pese a todo, creo que su influencia
es más nominal que
real. No encuentro la influencia
de Bolaño en los autores
que suelen citarlo como referente,
y tampoco creo que Los
detectives haya creado escuela
ni marcado tendencias. En
ese sentido, la falta de grandes
nombres durante unos
años en que continuaban escribiendo
los clásicos vivos
pero en fase decadente (pensemos
en Fuentes o Vargas
Llosa), sin que hubiese un relevo
reconocible, dio más brillo
aún a Bolaño, lo hizo destacar
más sobre sus contemporáneos.
Tras su muerte,
siento que su obra ha sufrido una cierta sobrevaloración,
q ue puede afectar a su lectura
al cargarla de expectativas.
Espero que el tiempo la coloque en su lugar, que siempre
será alto.
SARA ROSENBERG
1. Hace muchos años, cuando
todavía Bolaño no había
publicado en España, encontré
en una librería de Buenos
Aires un libro suyo que se llama
La literatura nazi en
América. El título era sugestivo,
y aunque poco sabía yo
del autor, al hojear las primeras
páginas me interesó, lo
compré, lo leí y a partir de entonces
empecé a leer todo
cuanto encontraba de él. Creo
que en ese libro empieza el
gran viaje que después seguiría
con Los detectives salvajes.
Un viaje a través de personajes
que hablan y cuentan
cosas que nos arrastran a una
aventura que no tiene final.
La literatura como planeta.
Creo que eso es lo que más
me gusta de Bolaño, su capacidad
de narrar es impresionante,
a veces excesiva,
pero imposible no disfrutar
c on sus historias, no entrar
en ese barco que zarpa continuamente
desde y hacia distintos puertos. En ese sentido
es clásico, la literatura
es un viaje, diría Ulises Lima,
o quizás Belano, en cualquier
bar del zócalo. A partir
de La literatura nazi en
América nunca dejé de leerlo,
aunque creo que las novelas
suyas que más me gustaron
fueron Estrella distante
y Nocturno de Chile.
También son fantásticos sus
cuentos y relatos.
2. Y para ser fiel a los visceralistas,
no se cuál es la clave
de su ‘éxito’, ni he medido su
influencia en “la literatura
contemporánea”. Sólo sigo en
el viaje –la literatura– que propone
con tanto humor y furia
Bolaño, Belano, y todos sus
detectives salvajes.
CARLOS SALEM
1. Dos descubrimientos: el de
una literatura latinoamericana
capaz de renovar sus raíces
y llegar a lo universal; y el
de un autor del que hasta entonces
sólo había oído hablar
y hablar bien. Hay dos clases
de novelas estupendas para
un escritor convertido en lector.
Unas son las que te entusiasman
y te hacen pensar
“podría haberlo escrito yo”.
Las otras son las que sabes
que nunca te atreverías a escribir,
como Los detectives
salvajes...
2. Se suele citar a Cortázar
y a Rayuela, y aunque detesto
esa tendencia a simplificarlo
todo pegando etiquetas a los
libros para explicarlos antes
de ser leídos, hay puntos de
contacto. En especial en lo
novedoso del tratamiento narrativo
y en las reflexiones del
autor sobre la literatura y la
vida, que tiñen el texto y le
dan otro alcance. Lamentablemente
creo que la influencia
de Los detectives no ha pasado
de citarla como obra de
culto, mientras que Rayuela
sí provocó una oleada de renovación
en los escritores de
la época. Esto no es culpa de
la novela ni de Bolaño, por supuesto,
sino de la forma de
entender las vanguardias en
una y otra época: en los ‘60 se
creía en el cambio colectivo y
ahora nos preocupa más
cambiar de modelo de ipod.
ENRIQUE VILA-MATAS
1 y 2. Los detectives salvajes –uno de cuyos ejes es la derrota
de las utopías latinoamericanas–
es una novela
muy idealista en un momento
en el que precisamente los
aires del tiempo no son idealistas.
Y es una novela muy
relacionada con una cultura
literaria que se está perdiendo.
Provoca el entusiasmo
de muchos lectores olvidados
por la zafiedad de un
mercado dominado por los
nuevos editores, una banda
importante de analfabetos.
Está ligada, además, a ciertos
conceptos de resistencia,
poesía y revolución.
¿Qué significó para mí la
lectura de Los detectives? La
confirmación de que en literatura
todavía se podían
abrir grandes caminos.
COMENTARIOS DE...
Constantino Bértolo
(Lugo, 1946)
Crítico literario y editor,
en la actualidad
desempeña la dirección
literaria del sello
Caballo de Troya.
Mercedes Castro (Ferrol, 1974)
Ha publicado relatos
en diversos volúmenes
colectivos. Y
punto (Alfaguara,
2008) es su primera
novela publicada.
Elena Medel
(Córdoba, 1985)
Poetisa y articulista,
Tara (DVD Ediciones,
2006) y Un soplo en
el corazón (Ediciones
del 4 de agosto,
2007) son algunas de
s us obras.
Pedro de Paz
(Madrid, 1969)
Novelista, es autor de
El hombre que mató a
Durruti (Germanía,
2004), Muñecas tras
el cristal (El Tercer
Nombre, 2006) y El
documento Saldaña
(Planeta, 2008).
Isaac Rosa
(Sevilla, 1974)
Su novela El vano
ayer (Seix Barral,
2005) recibió el premio
Rómulo Gallegos.
Acaba de publicar El
país del miedo (Seix
Barral, 2008).
Sara Rosenberg
(Tucumán, Argentina;
1954)
Escritora y artista
plástica, acaba d
publicar la novela
Contraluz (Siruela,
2008).
Carlos Salem
(Buenos Aires, 1959)
Poeta y narrador, es
autor de las novelas
Camino de ida (Salto
de página, 2007) y
Nadar y guardar la
ropa (Salto de página,
2008).
Enrique Vila-Matas
(Barcelona, 1948)
Es uno de los más
destacados escritores
europeos del momento.
Dietario voluble
(Anagrama, 2008) es
su última obra.
Arturo Belano y Ulises Lima
Son los detectives salvajes; fundadores del realismo visceral, como el propio Bolaño y el poeta mexicano Mario Santiago lo fueron del movimiento infrarrealista. «Ellos [Belano y Lima] y yo pertenecemos a una generación que pretendía hacer la revolución armada y
nos fue como nos fue, peor imposible. La novela trata sobre dos personas que van envejeciendo a lo largo de 20 años", explicó Bolaño tras la concesión del Herralde.
Arturo Belano, poeta chileno, alter ego del propio Bolaño -«es lo que a mí me habría gustado ser, o tal vez aquello de lo que yo me salvé de ser», matizó el escritor- aparece en cuentos de Llamadas telefónicas y Putas asesinas y es posiblemente el narrador de 2666. De acuerdo con la nota de Ignacio Echevarría a la primera edición de esta última obra, entre las anotaciones de Bolaño relativas a 2666, puede leerse con la indicación «para el final de 2666»: «Y esto es todo, amigos. Todo lo he hecho, todo lo he vivido. Si tuviera fuerza, me pondría a llorar. Se despide de ustedes, Arturo Belano».
Ulises Lima, poeta mexicano, es el alter ego de Mario Santiago, quien falleció en un accidente de tráfico justo el día después de que Bolaño terminara de corregir Los detectives. Con motivo del décimo aniversario de su muerte se ha publicado la antología Jeta de Santo, que reúne su poesía de 1974 a 1997.
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Realismo visceral
El realismo visceral de la novela corresponde al movimiento infrarrealista. Ligado inicialmente a la figura del poeta chileno Roberto Matta, luego de que André Bretón lo expulsara del movimiento surrealista, el infrarrealismo reaparece en México en 1974 y tiene entre sus fundadores a Mario Santiago y Roberto Bolaño. Los detectives salvajes narra el nacimiento y dispersión de este movimiento, que tenía entre sus consignas la de «volarle la
tapa de los sesos a la cultura oficial».
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En tres tiempos, del DF a Sonora
Los detectives se organiza en tres partes:
1. Mexicanos perdidos en México (1975)
Que trata de cómo Juan García Madero entra a formar parte del realismo visceral y de su relación en el DF con Arturo Belano, Ulises Lima y todos los miembros del grupo. El diario de García Madero teje el relato.
2. Los detectives salvajes (1976-1996)
Donde se recogen testimonios narrados en primera persona de miembros del grupo y personas que tuvieron contacto con Belano y Lima a lo largo del viaje interminable emprendido por éstos tras su marcha del DF. Un periplo que incluye: Nicaragua,
Francia, España, Austria, Israel, Sierra Leona, Angola, etc.
3. Los desiertos de Sonora (1976)
Que recupera el diario de García Madero para contar cómo éste, Lima y Belano persiguen
en el desierto de Sonora las huellas perdidas de la poetisa Cesárea Tinajero, desaparecida en los años posteriores a la Revolución.
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