En torno al 14 N, las jornadas internacionales Theatre Uncut 2012 hicieron teatro contra los recortes simultáneamente en calles y salas de España, Reino Unido, Japón, Canadá, Sudáfrica, EE UU, Países Bajos, República Checa, Irlanda y México.
Coincidiendo con la Huelga General de trabajadores de algunos países europeos en contra de las políticas de saqueo financiero, del 12 al 18 de noviembre teatreras y teatreros de varias autonomías españolas participaron en la convocatoria mundial Theatre Uncut 2012 (Teatro sin Recortes / Sin Censura), que emplazaba a escribir sobre “la crisis europea, el estado del capitalismo global y los movimientos de ocupación”.
En esa semana, en varias ciudades españolas teatreros de base organizaron lecturas dramatizadas y representaciones de trece textos breves (de 10 a 20 minutos de representación), creados por autoras y autores de Reino Unido, Grecia, España, Islandia, Siria y EE UU.
Theatre Uncut es un colectivo de teatreras londinenses encabezado por las directoras artísticas Emma Callander y Hannah Price y la productora Sarah Brocklehurst. Su primera convocatoria en 2011 generó funciones simultáneas en un centenar de lugares de Reino Unido, Irlanda, Alemania y EE UU.
La dramaturga Blanca Doménech, autora de Punto muerto, uno de los textos elegidos por Theatre Uncut 2012, participó en las iniciativas celebradas desde Madrid. Dos de ellas se hicieron en locales teatrales: un ciclo de lecturas de las trece piezas en el local del Nuevo Teatro Fronterizo, en la calle Cabeza, del 12 al 17 de noviembre (el 14N el centro se sumó a la Huelga General); y una tarde completa de representaciones en la sala Cuarta Pared el 18 de noviembre.
En ambos programas, Theatre Uncut contó con la difusión y apoyo de la Red de Teatros Alternativos y de su campaña Cultura contra la Mentira, así como de las webs de las dos salas involucradas.
Foto: Rama Teatro.
En Nuevo Teatro Fronterizo hubo coloquios tras las lecturas, algunas de las cuales contaron con la dirección de los experimentados teatreros Rosario Ruiz Rodgers y Mario Vedoya, quien leyó además la obra El nacimiento de mi violencia, del autor hispano-argentino Marco Canale.
Cuarta Pared acogió un curioso montaje del joven colectivo Mix’ n’ Pick Theatre, que ensambló cinco piezas: La fuga, de Anders Lustgarten, y Columna, de Clara Brennan (ambos del Reino Unido); Indulgencia, de los islandeses Snær Magnason y Thorleifur Örn Arnarson; la citada Punto muerto, de Doménech; Al comienzo, del estadounidense Neil LaBute, y El precio, de la autora griega Lena Kitsopoulou.
La representación la dirigió el actor escocés Stewart McLaren, quien interpretó además un personaje en la obra de LaBute; la función se hizo íntegramente en inglés y empleó un sencillo biombo de tela pintada como muro de ladrillo, algunas sillas y mesas.
A este montaje le sucedieron tres piezas en castellano: una valiosa interpretación a espacio vacío de la citada Columna, de Brennan, hecha por tres actores de capacidades diferentes del colectivo La Tramoya, dirigidos por Almudena Santos; la sátira Londres 2102-Glasgow, de Kieran Hurley, interpretada por dos alumnos de la RESAD, y la pieza de Canale El nacimiento de mi violencia, en lectura del actor Juan Carlos Ruiz, dirigida por José Carlos Cal.
En calles, bares y casas
Otros artistas madrileños decidieron sacar el Teatro sin Recortes a la calle y locales diversos. El 17 de noviembre, en la Plaza de Benavente, frente al Ministerio de Justicia, las actrices Mentxu Romero, Aina de Cos, Roberta Pasquinucci y Ariadna Ferrer, de Rama Teatro, leyeron la obra La rubia, de la inglesa Hayley Squires.
El 18 de noviembre la experimentada actriz Pilar Massa dirigió a Adolfo Obregón e Ignacio Jiménez en la obra Al comienzo, de LaBute, en un garaje de la calle Amparo, en Lavapiés, donde el “mercedes” que funcionaba como símbolo de la contradicción era un coche real.
Más tarde, en el Café del Cosaco, en la Plaza de la Paja, ambos actores hacían su diálogo en la barra, y a continuación, en una mesa, Carmen Mayordomo e Iván Ugalde interpretaban Ayer, de la autora catalana Helena Tornero.
En Madrid, se sumaron con lecturas las salas El Montacargas, La Madrilera, la librería Tipos Infames, Residui Teatro, el Centro Ocupacional Avantos, la Real Escuela Superior de Arte Dramático (RESAD) y la Asociación de Autores de Teatro (AAT).
Expresiones en todo el Estado
Tras las jornadas, Blanca Doménech ha recogido información de los teatreros y ciudades españolas y de otros países que participaron en Theatre Uncut 2012.
Entre las experiencias en espacios inusuales, Doménech destaca la convocatoria del grupo Corrales de Comedias Teatro, dirigido por Antonio León, que el día de la Huelga General realizó un itinerario de lecturas en plazas, calles y bares de Almagro.
Cita además una lectura callejera en la Avinguda de la Catedral, en Barcelona, además del teatro radiofónico de la compañía catalana Cos de Lletra, y la representación de la compañía Zas-Boing en una casa particular en Madrid.
El mismo día 14, con la coordinación de la autora Helena Tornero, la Sala Beckett de Barcelona hizo un maratón de lecturas con siete de los textos del programa.
En Barcelona también participaron el Teatre Lliure, la Nau Ivanov, Chez Lounge, Espai Núria, El Ateneu Candela, El Centre Civic Matas i Ramis.
Junto a los espacios citados, a una semana de las jornadas, Doménech tenía constancia de iniciativas de colectivos y salas en Badajoz, Málaga, Palma de Mallorca, Pamplona, Santiago de Compostela, Sevilla y Valencia, entre otros.
Theatre Uncut 2912 se celebró también en esos mismos días en Reino Unido, Japón, Canadá, Sudáfrica, EE UU, Países Bajos, República Checa, Irlanda y en muchas ciudades de México, en una campaña del Teatro hacia el Margen, que, según Doménech, “cuajó en lecturas en puertos, playas, mercados, escuelas, centros de trabajo, recepciones de hoteles, cafés, centros culturales, camiones, talleres de teatro con ancianos y, obviamente, salas de teatro”.
Fantasías y contradicciones
Hay cinco textos de ámbito fantástico, que trasponen situaciones actuales hacia un futuro imaginario, a la metáfora o al grotesco. El clima más inquietante lo crea Dalgety, de David Greig (Reino Unido), una metáfora de los movimientos de okupación de espacios públicos que ambienta en un pueblo escocés, frente a una comisaría, la aparición de una acampada primitiva que se convierte en la fundación de una sociedad nueva e inocente y un desafío a la ley.
También La fuga propone la apertura hacia un mundo nuevo con la metáfora de dos chicas amantes que deciden huir de una prisión. En tono más negro, El precio ironiza el delirio y frustración del consumismo pequeño-burgués en un supermercado griego en que hay ofertas de niños vivos, defectuosos o muertos. La rubia imagina el juicio a una primera ministra británica que lleva al extremo, con represión y masacres, la política del miedo de la clase media “a perder lo que tiene”. Indulgencia juega con una “tormenta de ideas” entre los ejecutivos de una empresa islandesa en quiebra, que descubre sus nuevos eslóganes en los siete pecados capitales.
Otro grupo de textos realistas provoca entre sus personajes contradicciones horizontales y verticales generadas por la crisis capitalista y los movimientos sociales.
Punto muerto, de Blanca Doménech, condensa en un monólogo delirante de un trabajador en el baño de su empresa la espiral de alienación e impotencia que sufre ante la reducción de sueldo, el aumento de horas y ritmo laboral, la imposibilidad de descanso. Imagina que se enfrenta a su jefe y se despide, pero acaba descargando su violencia sobre los objetos que lo rodean y sobre sí mismo.
Con la pieza Al comienzo, Neil LaBute ironiza con algunos tópicos un duelo generacional: un joven pide a su padre las llaves de su “mercedes” y dinero para viajar desde Boston a una acampada política de Nueva York; el padre le reprocha que ha frustrado sus expectativas y sacrificios y se burla de su progresismo. En el debate posterior a su montaje, Pilar Massa contó que LaBute escribe dos finales posibles: el padre le da las llaves y luego denuncia a la policía el robo de su coche; o simplemente le da dinero, las llaves y se pregunta si no es preferible que vaya a terapia como “los jóvenes normales”. Ella eligió el primero.
En 250 palabras, de Stef Smith (Reino Unido), la camarera de una lujosa galería de arte intenta evitar el suicidio de una ejecutiva que se ha forrado especulando y lo único que lamenta es que la cogieran y que su muerte sólo vaya a ocupar esa cantidad de palabras en un periódico.
Londres 2012: Glasgow satiriza el neocolonialismo, el anglocentrismo y la fabricación de eslóganes en la discusión de dos ejecutivos publicitarios de la oficina de Relaciones Públicas de una olimpiada, a propósito de la confusión de las banderas de las dos Coreas.
En este grupo de contradicciones, tal vez el texto más revulsivo haya sido Ayer, de la experimentada autora catalana Helena Tornero, que provocó una rica y apasionada discusión en el Café del Cosaco. Narra los hechos un hombre que paulatinamente descubrimos que es policía; tras cinco meses de noviazgo, acude a ese bar con los bombones y la sortija de rigor dispuesto a formalizar la relación con una chica, pero ésta le revela que el día anterior lo descubrió saboteando con acciones violentas una manifestación en la que ella participaba; la mujer lo obliga a confesar, graba sus palabras y le dice que si quiere seguir con ella debe declarar su acción terrorista: “Hazlo por mí, por nuestro futuro. Un futuro sin mentiras”. El final sugiere que el policía puede hacerle daño o matarla e inquieta directamente a un espectador: “No digas nada. Ni una sola palabra. Tú habrías hecho lo mismo…”
Foto: Mix ’n Pic Theatre.
En Un encuentro casual, de Mohammad Al Attar (Siria), en una playa de Bagdad, un joven profesional sirio exiliado simula la amenaza de secuestro a un ejecutivo paisano suyo y a su hija para intentar que reconozca las mentiras y violencias de la actual dictadura contra sus opositores.
¿Qué hacer?
Tanto la obra de Tornero como la de LaBute generaron un intenso debate entre los asistentes del Café del Cosaco, que se convirtió en una improvisada asamblea y reunió diversas opiniones sobre la violencia policial hacia los movimientos sociales, el papel de la policía “como pararrayos que oculta y defiende a los verdaderos responsables de la crisis” (señaló una espectadora), la necesidad de informarse y conocer los entresijos del poder, las diferencias entre la dictadura franquista y la actual situación, así como la eficacia de las manifestaciones callejeras y de las redes vecinales.
Dos de las obras de Theatre Uncut participaban de estas mismas inquietudes.
Columna, de Clara Brennan, es un hermoso monólogo que crea a dos mujeres de clase trabajadora hermanadas en una modesta utopía: salvar la biblioteca pública de un barrio como lugar de encuentro, inteligencia y placer. Quien narra es una chica que busca una habitación barata y encuentra la amistad, los risueños delirios y la complicidad de la anciana habitante de un ruinoso caserón lleno de los libros que ella y otros mayores han salvado de la destrucción por los recortes del gobierno. La joven hereda la misión de conservarlos y ponerlos al servicio ciudadano.
En El nacimiento de mi violencia, Marco Canale convoca la imagen de un gran teatro y asamblea en la plaza del mundo donde en primera persona reflexiona y dialoga con personajes ficticios y reales acerca de las formas de acción de los actuales movimientos sociales.
Alterna ironía y lirismo, habla coloquial y poesía, en una controversia de experiencias actuales y pasadas, del pacifismo y la actual violencia estatal y económica, de la vida pública y la personal. Apunta la posibilidad de nuevas síntesis y contradicciones: “Y aunque no tengamos armas, ni queramos tenerlas, estudiaremos las formas operativas propias de todas las guerrillas y las formas de lucha de los últimos doscientos años en nuestro barrio, en nuestras ciudades y nuestra tierra, y hablaremos de ellas con nuestros abuelos y abuelas […] Y no olvidaremos nunca que esta guerra será antes que nada una guerra a cuerpo abierto sobre nuestros propios cuerpos”.
Las jornadas de Theatre Uncut 2012 son una primera reacción escénica colectiva de teatreros españoles al saqueo financiero y la mercantilización de la cultura. Han llegado tarde, pero la variedad de sus participantes y la pluralidad de sus iniciativas abren nuevas formas de encuentro y acción.
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