EL PROBLEMA NACIONAL JUDÍO. JUDAÍSMO VERSUS SIONISMO'
Sverdlov contra Yahvé

Los judíos se han decantado por una opción religiosa y
rigorista que bebe del milenarismo medieval, como el
sionismo, o han apoyado opciones laicas, progresistas
y revolucionarias. Es lo que aborda el sociólogo José
Antonio Egido en ‘El problema nacional judío’.

12/10/06 · 20:04
Edición impresa



Yakov Sverdlov, de
nombre judío Yankel
Solomon, compañero
de Lenin,
miembro del Comité Central
del partido bolchevique en
1917, se convirtió en presidente
del Comité Ejecutivo
Central de los Soviets, responsabilidad
que equivalía
entonces a ser primer presidente
de la naciente República
Soviética. Sverdlov murió
muy joven, en 1919, con
apenas 34 años.

Cito a Sverdlov, contraponiéndolo
a la figura del dios
hebreo, Yahvé, porque el ensayo
escrito por el sociólogo
José Antonio Egido examina
las distintas posiciones que
entre los judíos (si aceptamos
la tradicional definición religiosa)
han aparecido a lo largo
de la historia.

El análisis de la cuestión
nacional judía es abordado
desde una perspectiva marxista,
trazando una panorámica
de la evolución de las
comunidades judías y su
presencia en diferentes territorios.
En la convicción de
que la historia de los judíos
es, también, expresión de la
lucha de clases.

Desde esa perspectiva, el
viejo antisemitismo europeo
ha sido un instrumento de la
burguesía dominante. Egido
documenta los orígenes del
antisemitismo, con especial
atención a la persecución en
España y en la Europa oriental,
así como su utilización para
combatir los movimientos
revolucionarios y progresistas
tanto judíos como de otras
filiaciones.

Al mismo tiempo, el libro
recoge la emergencia en
Europa de un movimiento nacionalista
judío a finales del
siglo XIX, que formó lo que
conocemos como sionismo.
Esta ideología intenta metabolizar
la segregación sufrida
por los judíos desde una dimensión
milenarista y religiosa
que, si bien insiste en la retórica
del ‘Hogar Nacional
Judío’ prometido por la diplomacia
británica, y en la colonización
y ‘recuperación’ de
la ‘tierra de Israel’, no dejaría
de colaborar, en ocasiones,
con el antisemitismo alemán
que el nazismo llevó a su más
delirante expresión. Como
contrapunto a la barbarie nazi,
el Estado soviético dedica
sus esfuerzos, ya desde los
primeros años revolucionarios,
a combatir el antisemitismo
y a asegurar la vida de las
comunidades judías.

Las raíces del sionismo

El libro examina también la
dominación de la burguesía
judía en el Israel sionista de
nuestros días, al tiempo que
recuerda la complicidad de
algunos judíos en la persecución
de posiciones revolucionarias
en el mundo. Egido,
que no olvida que el proyecto
sionista es rechazado en
nuestros días por muchos judíos,
resalta también la verdadera
cara del sionismo: un
movimiento nacionalista
conservador y reaccionario
cuya creación moderna, el
Estado de Israel, está cimentada
sobre una ideología racista,
que manipula para sus
objetivos la sanguinaria persecución
nazi padecida por
los judíos europeos.

El libro termina con un recorrido
por el judaísmo revolucionario
y progresista,
donde destaca la excepcional
aportación de los judíos
a los partidos comunistas, su
esfuerzo por acabar con las
manifestaciones sociales antisemitas,
así como su generosa
participación en las
Brigadas Internacionales en
la Guerra Civil española, en
la resistencia contra el Ejército
alemán, por no hablar
de su implicación en muchos
movimientos revolucionarios.
Un útil glosario final
cierra un libro donde vemos
cómo la vieja memoria religiosa
de Yahvé, el dios ceñudo
y sanguinario del sionismo,
se enfrenta con las aspiraciones
revolucionarias judías
por un mundo nuevo,
que ha querido simbolizar
con la figura del Sverdlov
bolchevique.

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