EL REGATE
Sólo los colosos

El fútbol italiano ha desaparecido.
La clase
media de la liga española
ha caído a uno de los
puntos más bajos desde hace
años. No hay alternativas aldeanas
al poder del petrofútbol.
La amenaza de los millones
del Manchester City y el
recuerdo de los dispendios
del equipo de Abrahamovic
han logrado neutralizar no
sólo la inversión, imposible
para todos salvo para las empresas
globales del fútbol, sino
la propia autoestima del
resto de clubes. Hoy, ningún

02/04/09 · 0:00
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El fútbol italiano ha desaparecido.
La clase
media de la liga española
ha caído a uno de los
puntos más bajos desde hace
años. No hay alternativas aldeanas
al poder del petrofútbol.
La amenaza de los millones
del Manchester City y el
recuerdo de los dispendios
del equipo de Abrahamovic
han logrado neutralizar no
sólo la inversión, imposible
para todos salvo para las empresas
globales del fútbol, sino
la propia autoestima del
resto de clubes. Hoy, ningún
equipo se mueve de la foto.
De hecho la práctica dice que
aquellos como el Málaga que
estaban prácticamente arruinados
tienen tantas posibilidades
de destacar como los
que comienzan la temporada
prometiendo titulaje, goles y
aquello que algún día se llamó
“espectáculo”.

Dentro de este grupo hay
reincidentes. El Valencia y el
Atlético de Madrid, como el
Lazio, el Arsenal, el Leverkusen,
el Benfica, el Feyenoord
y otros tantos, existen en función
de los interregnos, de los
escasos errores que cometen
las cada vez más ajustadas
plantillas de multinacionales,
con nulo margen para la derrota.
Desde que en 2004 el
Oporto y el Mónaco disputaran
la última final de perfil
bajo de la Champions no ha
vuelto a producirse otra concatenación
de errores empresariales
que haya permitido a
los equipos de serie B acercarse
siquiera a tres pasos de
la gloria. Este año sólo el
Villareal se ha colado en su
cotarro. Si ganara, por cada
euro apostado a su favor el
apostante se llevaría 26 euros
heroicos. Pero es mal asunto:
¿has visto cómo juega el
Liverpool, por ejemplo?.

Serán fases y estamos en
una en la que no hay sitio más
que para grandes magnates y
su cohorte de técnicos. Ni
Saint-Étienne, ni Mönchengladbach...
las aventuras primaverales
se terminaron. Los
aldeanos emigran cuando
son alevines y los equipos de
provincia, los segundones de
toda la vida se pelean por una
copa de restos y se conforman
con no bajar y no arruinarse
por completo.

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