Se cumplen seis años de la muerte de Jean Baudrillard, uno de los pensadores más influyentes de las últimas décadas en las ciencias sociales.

Texto de Álvaro Ramírez Calvo
Jean Baudrillard (1929-2007) es normalmente conocido como “el último intelectual provocador”. Famoso a partir de su definición de hiperrealidad, leer sus ensayos es asomarse a una especie de abismo fascinante, donde realidad y apariencia se confunden en un mismo nivel. Superado el vértigo inicial, su lectura se convierte en un diagnóstico certero sobre la paralización de la sociedad ante las profundas (y violentas) transformaciones que ésta lleva sufriendo desde hace décadas.
“El territorio ya no precede al mapa ni le sobrevive. En adelante será el mapa el que preceda al territorio y el que lo engendre”. Ésta cita, extraída de su obra maestra Cultura y simulacro (1978), es una de las muchas metáforas acerca de la hiperrealidad que podemos encontrar en su obra. En una sociedad en la que los signos mediáticos lo inundan todo (hasta el punto de no poder distinguir lo real de lo falso), no es nada exagerado que Baudrillard afirmara que lo hiperreal es más real que lo real.
Superado el vértigo inicial, su lectura se convierte en un diagnóstico
certero sobre la paralización de la sociedad ante las profundas transformaciones que está sufriendoBaudrillard orientó pronto su actividad intelectual hacia la importancia, cada vez más hegemónica, que van adquiriendo los signos. En esto influye el florecimiento de la semiología europea en los años ‘60 (sobre todo a través del trabajo de Roland Barthes, colega suyo). Según dice Baudrillard en Crítica de la economía política del signo (1974), la presencia omnipresente de los signos desemboca en algo mayor: en la conciencia de una sociedad crecientemente globalizada. Y como toda conciencia, la del signo amolda las prácticas sociales: trabajo, religión, historia, ciencia. Lo sublime es el signo y su jaula ideológica, cuyo mayor logro fue hacer creer al mundo que ésta jamás existió. Sobre estas reflexiones abunda en Las estrategias fatales (1983) y La guerra del Golfo no ha tenido lugar (1991).
Otra de las ideas centrales de Baudrillard es la de masa, como generadora y destinataria de simulaciones constantes, como punto de origen (y destino, a la vez) en la jungla de signos y especulaciones. Precisamente una de sus mayores provocaciones es aquélla que considera que la masa humana sólo puede mostrar indiferencia.
Baudrillard habla de lo neutro, neuter, “ni uno ni otro”. Masa como agujero negro, como mera pulpa que no puede ser representada. Masa como mayoría silenciosa. Aquí es donde Jean Baudrillard y Mariano Rajoy coinciden. Quizá nuestro presidente conozca la obra de aquél y esté disfrutando de su encarnación política, en su papel de cabeza de Gobierno hiperreal.
En efecto, “el poder no está ahí más que para ocultar que ya no existe poder”, señala Baudrillard. Todas las críticas que los movimientos sociales hacen actualmente a la eficacia y conveniencia de la democracia representativa se resumen en esta frase: ¿Puede revertirse esta situación? ¿Puede la masa dejar de ser masa? Para Baudrillard, el camino al que apuntan los acontecimientos precedentes (y dolorosamente actuales, no olvidemos) es el de la implosión social. No algo expansivo, sino una violencia hacia dentro. Una actividad de consecuencias de momento desconocidas.
Baudrillard mantiene que esta implosión viene controlada por el capital, despojado de atributos. La economía capitalista, en el límite, no sirve para estructurar y dar forma a la sociedad mediante el acceso e intercambio de bienes y servicios; antes al contrario, sirve para disolver los lazos sociales, para hacerlos intercambiables y equivalentes. Para hacerlos, en cierto modo, también capital.
Una idea plenamente vigente incluso hoy: la de que el capital tiende al exterminio de lo social. A propósito de esto, Baudrillard lanza otro aldabonazo en forma de tres posibles alternativas sin respuesta definitiva: que lo social existió alguna vez pero ya no, que lo social existe cada vez más y más, o que directamente jamás existió. Interesantes cuestiones para revalidar en un momento crítico y crónico a la vez, donde nuevos territorios y nuevos mapas son necesarios.
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