En 1986, la muerte de Simone de Beauvoir fue recogida por ‘Le Nouvel Observateur’ con un sonoro titular: “Mujeres, ¡se lo debéis todo!”. Adorada por unos y denigrada por otros con la misma ceguera fundamentalista, su muerte terminó de soldar una figura mítica. El mecanismo de la ausencia funciona siempre eliminando el último obstáculo hacia la leyenda.
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