Un texto mutante, híbrido y poligénico firmado por las asistentes al taller ‘Amar en Tiempos Hípsters’ del proyecto 404 School not Found (Intermediae / Matadero).

Hey, hípsters, sí, vosotrxs, hípsters de Williamsburg, Kreuzberg y hípsteres de Malasaña. Lo sentimos, pero este artículo no va sobre vosotrxs. Y eso que sabemos reconoceros por vuestras barbas y tatuajes, labios rojos y piel pálida, sellos del nuevo sexy. ¡Podríamos hacer hasta una tesis sobre vuestra autorreferencialidad!
Aparecisteis en nuestras vidas cuando los festivales se convirtieron en el plan vacacional habitual para menos-que-mileuristas que no pueden irse a un hotel en la playa; cuando un iPhone para instagramear comida era algo cotidiano aunque saber dónde ibas a trabajar el año que viene no lo era tanto; cuando empezamos a saber qué es el dubstep o a fingir que lo sabíamos tan bien como lo de la prima de riesgo. Entonces salimos a comprar ropa vintage, a tener ebooks, a abrir tumblrs y a tomar gintónics con nuestras amigxs diseñadorxs, programadorxs culturales y bloggers. ¿Y eso nos convertía en hípsters? Pues no lo sabemos.
Quizá no hay ya necesidad de marcar la distinción ni de juzgar, y eso incluye interrogarnos a nosotras mismas desde el batiburrillo de contradicciones que nos atraviesan. Sabemos que la palabra ‘hip’ –origen del término que os nombra–, en lengua wolof significa abrir los ojos, ver a lo lejos. Adelantarse para mirarse críticamente desde fuera y resonar hacia dentro del cuarto oscuro donde nos hemos instalado para investigar.
En Sexo hípster hemos indagado sobre los distintos dispositivos del código relacional contemporáneo. Sexualidad y afectividad mediada. Hemos leído sobre prostitutas hípsters, sobre porno pixelado y en gifs, hemos aprendido que los rollos de una noche, el flirteo on-line y el sexo egoísta tuiteado son parte del folleteo institucional; sí, es que es más fácil lidiar con nuestra precariedad si el objetivo último es pillar cacho en un concierto y al día siguiente poder tuitearlo desde una cuenta con pseudónimo antes de volver el lunes a tus dos curros de media jornada.
Aunque, eh, aquí dentro no sólo hay sexo, también hay representaciones culturales del amor, tecnologías, familias, redes de amistad y prioridades distintas a formar una vida de pareja en un piso hipotecado. Porque, a la vez, algo de nosotras se empeñaba en quitarle el filtro a esa foto tan borrosa para ver lo que había detrás, y preguntamos: ¿cómo se combina OkCupid.com (el Meetic de los hípsters) con ligar “de verdad”? ¿Cómo gestionar el compromiso sin dejar de follar con otros cuerpos? ¿Cómo atarnos en libertad?¿Cómo gestionar el compromiso sin dejar de follar con otros cuerpos? ¿Cómo atarnos en libertad? Construir y no rechazar, lamer y no utilizar. Si el relato del amor eterno viene resquebrajado de fábrica ya sólo nos queremos enlazar, buscando códigos y piernas abiertas. Y ahora, ¿quieres hablar de amor? Vale, hablemos de amor, pero olvídate de la gran A. Aquí hablamos de los amores en plural y en cursiva. ¿Sí? ¿Has roto ya con el ideal de la sociedad secreta –tú y ella contra el resto del mundo–? ¿Has realizado ya uno por uno todos los puntos de tu lista de “Yo nunca he…”? ¿Has gestado ya tu propia ética y estética afectiva? ¿Lista, ya? ¿Directa al territorio Sexo hípster?
A Sexo hípster llegamos huyendo de los 50 cupcakes de Grey endulzados a la rica y tradicional feminidad, de los nueve años juntas, de la alergia al látex y corriendo hacia el sexo kinki y el manga hentai más ñoño (mezclados), hacia el baile de la pista sur de este lado euraca de la geografía, con la música pajillera pero que más nos pone. Huíamos sin saber todavía que lo hípster había llegado a través de los hongos que cogimos follando en la barra cuando ya no quedaba nadie (¡adiós, sexo seguro!).
Sin saber por qué ni cómo hemos terminado aquí, en lo que podríamos denominar Villafranca de la Creación Sexoafectiva... ¿O en realidad estamos rulando todo el tiempo de una zona a otra en este territorio del Sexo hípster? Seguramente. Son esos tránsitos los que nos ponen en problemas y es en esa ambivalencia donde vemos el resquicio para la investigación, para la duda, y por qué no, para la respuesta.
Si miramos hacia adelante y desplegamos el mapa, las posibilidades se multiplican en esos intersticios que abren grietas para, quizá, (nuestra) resignificación. O a lo mejor sólo somos unas modernas de mierda. No se sabe, pero aquí estamos, metiéndonos el dedo en la llaga.
Más información:
http://fuckyeahsexohipster.tumblr.com/
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