Salud, belleza. Somos pedazos
del viaje universal,
diferentes, contrarios,
las mismas olas nos
arrastran”. Bajo estos versos
del genial poeta argentino
Juan Gelman, la coreógrafa
Mónica Runde encuentra la
inspiración para contarnos
una historia de la que no deberíamos
reproducir nada,
porque parece que todo aquello
que nos hace sentir, cuando
nos sentamos en una
butaca, tendría que poder conservar
su magia in situ. Por
fortuna, para todos, el panorama
de la danza contemporánea
se está canalizando por
múltiples vías antes inexistentes.
Aunque, entre todo, seguimos
teniendo nuestras preferencias.

Quizá sea porque los
10&10 Danza no se conforman
sólo con bailar, sino que
cuentan historias e interpretan
con una perfecta herramienta
como es su técnica y,
sin la cual, nada sería lo mismo.
La apuesta escenográfica
convence y estremece; unas
simples estructuras metálicas
nos transportan a lugares
opuestos donde la felicidad, la
injusticia y el sufrimiento vuelven
a ser protagonistas. Tal
vez, volvamos al debate de
que aquello bien utilizado encima
de un escenario te ayuda
a construir una historia; y, por
supuesto, no podríamos olvidarnos
de la interpretación,
sobre todo, la del protagonista
a través de cuya mirada adivinas
el argumento. En definitiva,
un placer, como nos tienen
acostumbrados. Volveremos.