APOSTILLA DESDE LA MESA CAMILLA
Réquiem por un euroconector español

La doctora se despide dando la cara. Las últimas e íntimas declaraciones de la Dra. Smichdt en exclusiva para DIAGONAL.

03/06/10 · 6:00
Edición impresa

Una mañana, tras un sueño intranquilo,
la Dra. Smichdt se
despertó convertida en un
monstruoso insecto. Aguzó su
visión hexagonal para leer sobre
su abombada pantalla de
tele de tubo (no confundir con
Teletubbie) este críptico mensaje:
“La programación analógica
ha dejado de emitirse por
este canal. Puede seguir visualizando
este programa en TDT.

Más información 910 201 94”.
La Dra. creyó que era un haiku,
un anagrama, una broma
pesada o una excrecencia del
cerebro del Dr. Gutiérrez, un
mandala invertido, un armagedon
doméstico. Pero no, una
entrada de su diario fechada
el mismo día revela cómo la
Dra. era muy consciente de
que su fin como persona televidente
terrestre convencional
estaba cercano a su fin y nada
volvería a ser lo mismo para
ella. Su diario fue encontrado
junto a las escasas pertenencias
de la Dra. (un taco de revistas
Interviú, unas agujas de
punto del ocho, una foto con
sus amigas y un chorizo de
Cantimpalo) halladas en el lugar
de su desaparición. Hemos
suprimido algunos fragmentos
por su extrema dureza.

“Nadie dijo que esto fuera a
ser fácil. Hoy he empezado con
la terapia sustitutiva. La metadona
de seriesyonkis funciona
pero me cansa el mundo anglosajón
de tramas eficaces.
Tengo sed de mierda de la buena.
Perdón. Sueño con Belenes
Prats y otros demonios de tasmania
peores: cruces salvajes
entre especies catódicas. Ya
me avisaron. Los primeros días
de desconexión es normal. Veo
el tren superior de Ana Blanco
y las piernas de Juan y Medio
cruzar por mi habitación. Don
Pimpón con la voz del doblador
de Jacques Cousteau.

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(…) Ramón García entrando
en el Congreso y amenazando
con su ¡Apuesten, coño! Sé que
tengo que aguantar, como ya
hicieron los de Soria, la primera
comunidad en sufrir el apagón.
Pero aún así no es fácil
cambiar de paradigma. La radio
nos es suministrada a todo
trapo en el mono de las diez de
la noche. Es el más fuerte.

Algunos no han sobrevivido.
Yo, ayer, creí que no lo superaría:
la voz de Ángels Barceló
tuvo efectos contraproducentes
sobre mi sistema parasimpático.
Me recordó cuanta
soledad puede haber en un receptor
electrónico, cuánta adicción.
Cuánta necesidad de escuchar
cuentos a la lumbre de
Edison. Cuando la información
se arrogó la función de
ficcionar el mundo y se erigió
como el gran contador de historias,
la televisión como cosa
potencialmente graciosa y útil
dejó de tener cualquier atisbo
de salvación. Las marcas y las
corporaciones también nos
cuentan historias. Todos son
cuentos, qué diríamos nosotras,
las abuelas. Nos hacen
llorar, nos hacen vibrar. ¿Recuperaremos
algún día la soberanía
de esa función/capacidad
tan humana?
(…) Hasta donde recuerdo,
yo no paro de soñar con elementos
camp y kitsch y naïf y
boutades y todos los galicismos
que consiga recordar asociados
a mi largo matrimonio
televisivo. Los comportamientos
de los que nos despedimos
son innumerables: darle hostias
al costado de la tele, cambiar
con un palo de escoba
(por aquí corre la leyenda de
que el mando a distancia lo inventó
un perro amaestrado de
Ted Hugues) o cosas tan poéticas
como tratar de domesticar
la nieve. Si hoy somos capaces
de escuchar cosas por
Spotify como “que no te vacile
la cistitis” sin pestañear, seremos
capaces de aguantar la
democratización de la estupidez
que acarrea la TDT.

¡¡Mierda para todos!! El decodificador
del Nonsense nos
ayudará a guiarnos: cuanto
más bulto, menos claridad.
Gramática Parda. Las nuevas
teles son entes mudos. Pronto
serán como hologramas de la
casa de Montaigne que soñó
Bradbury.

(…) La única cosa europea
que funciona es el euroconector.
Ya he añadido uno a la lista
de adminículos con los que
quiero que me entierren: mi
mando universal, mi antena de
cuernos, mi Teleindiscreta, mi
tapete de croché y mi muñequita
flamenca. Esto es el retroprogreso,
el forward-pasado,
el fin. He visto cosas que
no creeríais: he visto a Jorge
Javier como futuro presidente
de Euroespaña, he visto a
Jaume Roures vejado por un
mendigo en un puente de
Hamburgo, he detentado mis
59 segundos de no conversación,
he cantado el rap infernal
de Jordi Hurtado como
himno de Broadcast Usted, la
tele personal e individual de
todos los españoles. Esto es el
fin. Me despido. Desaparezco.

Me apago. Sólo soy un punto
blanco en mitad de una masa
negra. Mi cara está verde, mis
manos tienen nieve, nadie me
sintoniza. Todas estas críticas
se perderán como noticias en
el telediario. Es hora de morir.
Los que van a vivir te saludan.
Y recuerden, por cada polilla
que muere a la luz de un LED,
mueren cien teleinvidentes terrestres.
Siempre nos quedarán
los tubos”.

Réquiem por la Doctora. Rogad
al Gran Tubo en caridad
por su alma. //

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