EL TALENTO AFROAMERICANO EN BERLÍN 1936
Una remontada para la historia en un escenario imposible

En las Olimpiadas de Berlín 1936 confluyeron el
talento de los deportistas afroamericanos y los
nuevos sistemas de comunicación al servicio de la
propaganda nazi. John Woodruff, campeón de los
800 metros lisos, falleció el pasado 30 de octubre.

27/11/07 · 14:20
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LA ANTORCHA: Un ritual olímpico reinventado por la Alemania nazi / sandiego.edu.

Cuenta el profesor
Hans Ulrich Gumbrecht
(Wuerzburg,
Alemania,
1948) en su extraño libro
Elogio de la belleza atlética
(Katz Editores, 2006) que
“la Olimpiada de Berlín [en
1936] fue el primer gran
evento en la historia mundial
(además del primer
evento atlético) que fue cubierto,
en gran medida, por
la televisión. Este hecho es
tan poco conocido porque
las imágenes de televisión
tomadas en el estadio de
Berlín fueron transmitidas a
unos pocos teatros de Alemania
y, por supuesto, para
audiencias exclusivas”.

Si la película Olimpiada,
de Leni Riefenstahl, sí ha
pasado a la historia con sus
hallazgos formales -al servicio
de la causa nazi-, cierto
es que la condición de
primer evento televisado
permanece en segundo plano.
En 1936 Alemania disponía
de una incipiente red
de televisión por cable y las
Olimpiadas fueron retransmitidas
desde la emisora
Paul Nipkow, instalada en
Berlín. "Lo que los espectadores
alemanes vieron (y lo
que unos pocos de ellos que
aún están vivos recuerdan
vívidamente) fue, paradójicamente,
la victoriosa
irrupción de los atletas
afroamericanos, que desde
entonces ocuparon la posición
dominante que aún
hoy tienen en los deportes
internacionales", apunta
Ulrich Gumbrecht.

En efecto, aquellos Juegos
no sólo inauguraron el
acoplamiento estructural
entre los espectáculos deportivos
y las tecnologías de
la comunicación, sino que
contemplaron el dominio de
los atletas negros sobre las
pruebas de velocidad en un
escenario preparado para la
exaltación aria. El héroe de
la afrenta fue Jesse Owens,
que obtuvo cuatro medallas
de oro (en las pruebas de
100 metros lisos, 200, 4x100
y salto de longitud), pero
hubo héroes ’secundarios’:
Cornelius Johnson, campeón
en salto de altura; Archie
Williams, oro en 400, y John
Woodruff, inesperado ganador
en 800.

Woodruff era el último
superviviente de los 12 atletas
estadounidenses que se
proclamaron vencedores en
Berlín 1936. Falleció el pasado
30 de octubre a la edad
de 92 años en Fountain Hills
(Arizona).

1 minuto, 52 segundos

Apodado Long John por su
extraordinaria zancada,
Woodruff acudía a las
Olimpiadas de Berlín como
un novato en competiciones
internacionales, un estudiante
de primer curso de
la Universidad de Pittsburgh
que con tan sólo 21
años habría de enfrentarse
al veterano canadiense Phil
Edwards, en su tercera
olimpiada, o al italiano
Mario Lanzi, campeón de
Europa.

El 4 de agosto se disputó
la final. A falta de 300 metros
para la meta, la inexperiencia
de Woodruff lo
relegó a las últimas posiciones
del grupo. Había quedado
encerrado en la calle
interior, sin posibilidad de
progresar. Entonces se detuvo.
"Tenía que hacer algo.
"No tuve pánico. Sólo imaginé
que si tenía una sola
oportunidad para ganar era
ésa. Me detuve y todos corrieron
a mi alrededor", recordaba
el atleta en una entrevista
en The New York
Times en 2006.

Al inicio de la curva, a falta
de 200 metros, Woodruff
comenzó a remontar acariciando
la calle dos. Con el
busto erguido y la zancada
increíblemente larga en
comparación a la de sus oponentes,
al inicio de la recta
de meta ya ocupaba la primera
posición. En los últimos
cien metros se dejó ir,
seguido por la desesperada
carrera del italiano Lanzi,
que sólo pudo ser segundo.
Con un tiempo de 1m 52,9s,
Woodruff alcanzó la victoria
y se convirtió en una figura
histórica para el deporte.
Porque si bien en 1940 logró
un récord nacional en
los 800 metros que habría
de permanecer durante 12
años, ni esta circunstancia
ni ninguno de los méritos
posteriores de su dilatada
biografía eclipsaron los menos
de dos minutos por los
que sería recordado el resto
de su vida. Dos minutos de
aquella olimpiada nazi, a cuyos
teatros exclusivos llegaba
la señal precaria con las
imágenes del estadio. Dos
minutos de aquella olimpiada
del acoplamiento entre la
tecnología y el deporte, saboteada
en sus fines propagandísticos
por el talento de
los atletas afroamericanos.

Tecnología y talento que
hoy, cuando acaba de morir
el último de sus protagonistas,
llega a cualquier terminal
de ordenador conectada
a la red. Basta con teclear
“John Woodruff” en youtube
para admirar la misma
remontada que se coló en
los teatros berlineses en el
verano de 1936.

JOHN WOODRUFF (1915-2007)

John Youie Woodruff
nació en Connellsville,
Pensylvania, en
1915. Pertenecía a
una familia numerosa
de doce hermanos.
Su padre trabajaba
en la compañía
H. C. Frick Coke Co.,
mientras su madre
realizaba labores de
lavandería para algunas
familias de la
ciudad. Una estampa
difícil y bucólica de
comienzos de siglo
que conviene matizar
si se tiene en cuenta
que sus abuelos
habían sido esclavos
en Virginia.

A pesar de que destacaba
como jugador
de fútbol americano,
su velocidad le condujo
a la pista de
atletismo. En el verano
de 1936 logró su
primera gran victoria
en los Olympics Trials
disputados en el
estadio de Harvard,
anticipo de su mítica
remontada en los
800 metros lisos de
las Olimpiadas de
Berlín. Obtuvo el
récord estadounidense
en esta distancia
en 1940, antes de
participar en las guerras
de su generación:
Segunda Guerra
Mundial y Corea.

Su
muerte el pasado 30
de octubre deja en la
memoria la leyenda
afroamericana en los
Juegos de 1936.

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