Una red de película en Palma de Mallorca

Cineciutat es casi una veterana de los procesos de recuperación de salas que se están produciendo ante la quiebra del sistema de exhibición.

30/04/13 · 15:40
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Me reúno por la mañana con Pedro Barbadillo, Mireia Balasch y Javier Pachón y comienza un relato del que sólo se puede salir asombrada, revolucionada y sacudida por la emoción.

El cierre de los ya antiguos Renoir era tal evento que había que asistir, tal era el grado de incredulidad que reinaba. No podía ser. No podía ser y no fue. Hubo un grupo de irreductibles (palmesanos) que ya había decidido abordar la cuestión y que ese mismo día, delante del cine, abrió un proceso asambleario en el que expuso su idea. En los minutos que precedían a la apertura de las cuatro salas se recogieron los correos de los asistentes y se creó una dirección de correo. La idea era generar una comunidad de usuarios que hiciera viable el proyecto. Sólo en el primer día se recogieron 250 firmas, que llegaron a ser 2.000 en los días siguientes. Se hizo una consulta acerca de cuánto se estaría dispuesto a pagar mensualmente: unos 15 euros. El bono mensual quedó así en diez euros. Se negoció con el área comercial en la que se ubican los cines y con Alta Films (la empresa que lo gestionaba), que pedía 20.000 euros para no desmantelar los cines. En un fin de semana se recaudaron 25.000 euros. Se negoció con los antiguos empleados y de los seis se quedaron dos (uno de ellos como miembro de la nueva junta). Entre el 8 de mayo y el 14 de junio de 2012 se constituyó XarxaCinema, la asociación cultural sin ánimo de lucro que gestiona las salas. Incluso el bautizo de los “nuevos” cines fue sometido a voto popular. El 13 de julio de ese mismo año los cines abrían sus salas de nuevo bajo el nombre de Cineciutat.

Pero aún quedaba resolver el problema que llevó a cerrar los cines y que no era sino la obsolescencia del sistema de 35 milímetros que verá su fin en febrero del año que viene. Para solventar el problema de la inevitable digitalización se creó una sociedad limitada en forma de club de inversores. Se necesitaban 100.000  euros para digitalizar las cuatro salas y se ha conseguido digitalizar dos de ellas. Existe, además, la cuestión del monopolio existente en Baleares: todos los cines son de un mismo operador y al cierre de Alta Films, ésta ya había pactado con el mismo. Lo que se traduce en que Cineciutat no cuenta con ningún estreno y se ve limitado por el alto coste de las copias.

Los cines, sin embargo, siguen su andadura con una oferta cultural a la altura de la existente, si no mejor, dado que gracias al proceso de democracia profunda puesto en marcha, la programación se decide en asamblea. La idea es llevar el proceso más allá y que sean los propios usuarios quienes participen directamente de dicha decisión. El mismo espíritu 15M que recorre esta isla y otros lares hace que los usuarios no dejen de enviar propuestas, que inciden directamente en la cartelera o en los horarios. Los miércoles se alquilan las salas, se ponen a disposición de quienes quieran mostrar su obra filmada. Las anécdotas se suceden desde hace meses y las emociones se propagan cual epidemia benigna. Pensando en los padres, un sábado al mes se adelanta la misma programación de la tarde a la mañana, dedicándose una de las salas al cine infantil, que cuenta además con monitores.

Salvar los cines no fue cosa de volver a abrirlos, sino que es un acto que se lleva a cabo cada día. De la intención a la gestión en sí hay un paso difícil de superar que no es otro que el de convertir el apoyo inicial en apoyo económico de facto. Pero los cines funcionan y, sí, se puede y ahí está el grupo de usuarios, conformado por una oferta cultural que ya no les es suministrada y que cada vez se deciden en mayor grado. Incluso sin estrenos o teniendo que esperar durante semanas a los mismos, estos cines cuentan con un perfil de espectador que aunque no supiera expresar su demanda concreta, sabe reconocerla y hace del cine un evento: muchos deciden en la misma cola de la taquilla qué ver tras un breve intercambio de criterios con el resto de los que esperan su turno. Y las ideas para seguir adelante se suceden. En breve se pondrá en funcionamiento el proyecto de apadrinamiento de butacas; e incluso se baraja la idea, ahora que en otras ciudades han nacido plataformas similares (algunas de las cuales bebieron directamente de este proceso), de generar una red que negocie compras comunes, siguiendo la sistemática de una cooperativa (lo que en EE UU se conoce como Community Supporter Cinema).

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