Música//
Rap para exorcizar la guerra

Cinco jóvenes colombianos forman Los Renacientes, un combo de raperos que salió del exilio en Panamá al que se vieron abocados por el terror impuesto por militares y paramilitares.

Texto de Joana G. Grenzner y H.O. Blanco

14/07/09 · 0:00
Edición impresa

Son afrodescendientes, rondan
los veinte años y cantan
rap, pero no buscan impresionarnos,
demostrarnos quién
manda o ser los más malotes.
Henry, Onel, Alí, Amín y Pacho
usan la música para cantar
lo que duele contar, para
exorcizar el terror del desplazamiento
forzado, de los ataques
del ejército y los paramilitares
colombianos y el expolio
de las multinacionales. Aprendieron
a rimar en la selva, ante
un auditorio de supervivientes
expulsados de sus territorios
ancestrales. Sus cantos
están al servicio de la sociedad
civil colombiana, que clama
por la justa resolución de una
guerra que ya ha cosechado
millones de muertes.

Rap contra el éxodo

Los Renacientes surgieron en
1998, un año después de que la
Brigada XVII del ejército colombiano
ejecutara la Operación
Génesis, que supuso el
desplazamiento forzado de miles
de personas que vivían a orillas
del río Cacarica, en el departamento
del Chocó, con la
excusa de combatir a la guerrilla de las FARC. Las atrocidades
de militares y paramilitares
los hicieron huir al vecino país
de Panamá y luego se refugiaron
en el coliseo de la ciudad de
Turbo, donde vivieron tres años
en condiciones de absoluto hacinamiento.

Allí fue donde tres
chavales (Henry, Pacho y Pablo)
salieron a cantar la canción
Negro en una asamblea y conmovieron
a otros como Onel,
que se sumó al grupo para ser
“la voz de un pueblo”. En esa
misma época las comunidades
desplazadas del Cacarica formaron
la Comunidad de Autodeterminación,
Vida y Dignidad,
y organizaron el regreso a
sus tierras en dos asentamientos:
Nueva Vida y Esperanza en
Dios. Una nueva incursión paramilitar
en 2001 les obligó a
convertirlas en zonas humanitarias,
exclusivas para población
civil en las que ningún actor
armado puede entrar. Al retornar,
descubrieron las verdaderas
causas de su expulsión:
megaproyectos de explotación
de madera por las empresas
Pizarro S. A. y Maderas de
Darién; plantaciones de más de
15.000 hectáreas de palma africana
en las comunidades de
Jiguamiando y Curvarado, sembradas con fondos de la
Agencia Norteamericana de
Cooperación; frutales plantados
en los territorios colectivos
del Cacarica por la empresa
Multifruit, controlada por los
paramilitares; explotación de
oro, cobre y otros minerales, de
coníferas para producción de
papel para una empresa francesa;
el proyecto de carretera
panamericana, financiada con
recursos del Gobierno panameño,
colombiano y de EE UU...

Las canciones de los
Renacientes son un altavoz que
denuncia este saqueo ante el
mundo y convoca la presencia
internacional, crucial para evitar
los abusos contra activistas.
Y también su bálsamo: entre
ritmos tradicionales y bases de
inspiración africana, nos cuentan
el asesinato del líder campesino
Marino López, a quien
el ex general Rito Alejo del Río,
comandante de la Brigada XVII
y acusado de crímenes de guerra
y complicidad con los paramilitares,
ordenó decapitar y jugar
al fútbol con su cabeza ante
toda la comunidad.

Los ‘Renas’
honran a sus muertos, los reviven,
escupen en la cara de
EE UU y la UE por ser cómplices
de lo inhumano. Saben lo
que es atravesar un campamento
militar para llegar a sus
casas y ver a las jóvenes perder
la cabeza por un novio milico
con poder y plata, y que la
comunidad les dé tres avisos
antes de expulsarlas. Nos demuestran
que en los malos
tiempos también se canta,
aunque sea sobre los malos
tiempos. Ya quisieran gangstas
y virtuosos saber la mitad
de lo que saben ellos de la vida
y narrarlo con un tercio de
su humildad y esperanza.

Escúchalos en [->www.myspace.com/renacientes]

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