Novelas que se conectan a internet, guías de viaje que llevan incorporado el “usted está aquí”, un laberito borgiano de hipervínculos y reediciones... El futuro ya está aquí.
Texto de Eduardo Vaquerizo
- PINCHO
La irrupción de Google en el
mercado del libro digital es una
respuesta a la otra gran empresa
que tiene intención de entrar
en el negocio del libro electrónico:
Amazon. ¿Por qué
esos dos gigantes inician un
combate por un nicho de negocio
que ni siquiera existe de
forma relevante? La mejor respuesta
a esa pregunta es que
dentro de poco la mayoría de
ustedes van a asistir a la maduración
de uno de esos cambios
culturales y tecnológicos que
van a conformar la sociedad
del futuro. Si consideraron una
revolución el desarrollo de la
tecnología del mp3, de los vídeos
por internet o de las redes
sociales esperen, a ver la que
se nos viene encima. Hagamos
un poco de historia.
El medio escrito ha sido el
principal soporte de información
ajena al cerebro humano
durante toda la historia de la
cultura. No hay nada que lo haya
superado en eficacia, facilidad
de producción y de uso.
Tras muchos siglos en que la
humanidad producía registros
escritos exclusivamente a mano,
el señor Gütemberg, allá
por 1450, inventó o reinventó
con permiso de los chinos el
sistema industrial de producción
de libros llamado imprenta.
Eso condujo a una aceleración
exponencial en la disponibilidad
de la información, sacó a
Europa del medievo y la arrojó
a la modernidad.
Hace ahora unos diez años
aproximadamente, en los laboratorios
de desarrollo de Xerox
se planteó la invención de un
sustituto del papel como mejor
medio de acceso a la información
escrita. La revolución de
la informática ya había convertido
en obsoletas las bibliotecas,
pues ya la mayor parte de
la información que dispone,
crea y almacena la humanidad
no se guarda en papel,
sino en formato electrónico.
Sin embargo, las pantallas de
ordenador, con su brillo excesivo
y su definición escasa,
nunca fueron un sustituto adecuado
de la experiencia lectora
sobre papel. Empeñados en
ello, crearon una tecnología de
pantallas totalmente revolucionaria:
matrices de minúsculas
bolitas que son blancas por un
lado y negras por el otro, se
manipulan por medio de cargas
eléctricas para que muestren
su lado blanco o su lado
negro, creando así un émulo
del papel donde las letras y dibujos
se forman con microscópicas
gotitas de tinta.
El resultado tardó en evolucionar,
pero hoy en día dicha
tecnología, aunque aún le falta
camino que recorrer, comienza
a ser utilizable con comodidad
y eficacia. Los libros electrónicos
a la venta son dispositivos
del tamaño de una libreta que
pueden crear en su pantalla
una página perfectamente legible
y almacenar en su memoria
informática cantidades ingentes
de lecturas. Aún no son dispositivos
óptimos, maravillosos
y baratos, pero comienzan a
compensar a lectores aficionados
a la lectura y sin miedo a
las nuevas tecnologías. La puerta
está abierta y Google y
Amazon parece que lo saben.
Dudas y ventajas
_Como todas las revoluciones,
la del libro electrónico va a tener
muchos aspectos interrelacionados.
El sustrato de la mera
invención técnica arrastra
siempre consecuencias sociales,
económicas, culturales y
hasta fenomenológicas. Modas,
filias y fobias, cambios de
paradigmas y adaptación a los
nuevos tiempos. Por suerte tenemos
múltiples ejemplos en
el contexto de la actual revolución
de la información para poder
aprender de lo que ha sucedido
en el pasado.
Un ejemplo de este cambio
es que, en una entrevista publicada
en El País, Bernhard Grill,
uno de los inventores del formato
mp3, decía: “La posibilidad
de intercambiar música
por Internet la vimos desde el
principio y se la ofrecimos a la
industria. Le dijimos: Tenemos
una nueva técnica con la que
se puede enviar música por redes
de datos. La respuesta que
nos dieron entonces hoy les debe
de dar vergüenza: ‘Pero si
nadie tiene internet en casa.
Nunca será un mercado de masas,
es demasiado incómodo.
Los discos de compacto son
mejor producto’. Entonces ya
teníamos la forma de codificarlo
que permitía la venta por internet,
pero no supieron ver el
potencial y nos mandaron a casa”,
expuso Grill.
Cualquiera que sepa sumar
dos y dos, y la gente de Google
parece que sí sabe, se habrá dado
cuenta de que la llegada de la
técnica del libro electrónico va a
cambiar otras tantas cosas. El
negocio editorial va a sufrir un
trastoque brutal. En cuanto las
cifras de ventas y uso del libro
electrónico comiencen a subir
como la espuma –y parece que
ya lo está haciendo–, cuando se
termine de definir un estándar
adecuado de fichero contenedor
de los libros electrónicos, y a todo
eso se le añada un sistema cómodo
y eficaz de adquisición de
libros a través de internet, las
ventas de libros en papel irán
disminuyendo en consonancia,
como el CD, que muere lentamente
y el DVD, que agoniza sin
remedio. Ni hablar, claro, de la
maravilla que será acceder a las
obras libres de derechos, a libros
descatalogados puestos de nuevo
en circulación, a inmensas bibliotecas
digitales llenas de tesoros
clásicos como el proyecto
Cervantes o en inglés, el proyecto
Gütemberg, o a poder leer la
información disponible en internet
de modo cómodo.
Quizá el romanticismo, la
costumbre o incluso la belleza
del libro impreso impida
que éste muera del todo, pero
el grueso de la producción
editorial migrará al formato
electrónico en un plazo no demasiado
largo.
Volviendo al inicio de este artículo,
Google y Amazon parece
que han aprendido de anteriores
errores de la industria de
la música y el cine. El paradigma
cambia, las librerías deberán
adaptarse, las distribuidoras
físicas perderán importancia,
los únicos actores que permanecerán
fijos serán el escritor,
el editor, el distribuidor electrónico
y el lector. Lo que pretende
Google es convertirse en ese
distribuidor electrónico. Las estrategias
de último cuño de las
grandes editoriales y sus enormes
pilas de best sellers, las que
han llevado a un conocido editor
a decir que la editorial ideal
sería aquella que produjera millones
de copias de un sólo libro,
parece que son tan sólo el
canto de cisne de un modo de
comercializar la cultura que llega
a su fin.
Prepárense, igual que sucedió
con el móvil, con internet,
con el mp3 y con el cine, la tecnología
lo está cambiando todo.
El futuro está a la vuelta de
la esquina, y puede que así los
exhaustos bosques encuentren
un respiro. //
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