Ante el próximo EDITA 07, XIX Encuentro de Editores
Independientes, que se celebra del 27 al 30 de abril
en Punta Umbría (Huelva), charlamos con su
organizador, Uberto Stabile, sobre la situación
editorial actual, la cultura y el mercado.
DIAGONAL: ¿Qué son los
encuentros EDITA?
UBERTO STABILE: EDITA
es un escaparate singular
de la edición independiente
en España y otros
países, especialmente latinoamericanos,
donde se
dan cita las publicaciones
de carácter cultural que por
su filosofía o estética no encajan
en los circuitos convencionales.
Pero más allá
de su propia morfología son
un espacio de libertad, de
resistencia frente al pensamiento
único y a una idea
estrictamente comercial y
monolítica de la cultura.
EDITA es también una
plataforma donde se diseñan
proyectos de distribución,
difusión y edición alternativa.
Es una forma
de entender la cultura
desde los principios de la
cooperación y la solidaridad,
en contraposición a
la mercadotecnia que rige
en las grandes empresas
editoriales.
D.: Resistir desde la edición
independiente a los grandes
grupos editoriales, con sus
medios de comunicación y
su fuerza comercial puede
parecer algo numantino,
¿no?
U. S.: En realidad, la resistencia
es un concepto referencial.
La edición independiente
utiliza canales de distribución
y venta muy acordes
a su propia naturaleza,
así que más que una resistencia
numantina frente al
mercado se trata de un concepto
alternativo al mismo
mercado, por ello es improbable
que alguna vez entren
en competencia.
Lejos de la concentración
empresarial que los mercados
convencionales buscan,
y que garantiza el monopolio
y hegemonía del mismo,
la edición alternativa se plantea
desde la bibliodiversidad,
como principio de riqueza y
desarrollo basado en la pluralidad.
Ni los fines ni los
medios son los mismos. En
este sentido la competencia
es imposible, no así el conflicto
al plantear dos modelos
antagónicos de entender
el desarrollo.
D.: Creo que es muy sintomático
que estos grupos tengan
expertos en márketing
como directores editoriales
en vez de editores tradicionales...
U. S.: La evolución del concepto
de cultura en una sociedad
de libre mercado ha
convertido los libros en una
simple mercancía, en una industria
más, sin atender a
otro tipo de principios ni valores.
Así el libro dentro de
las medianas y grandes empresas
editoriales es un mero
objeto susceptible de uso
mientras sea rentable y desechable,
o reemplazable
cuando deja de serlo.
Autores, generaciones, éxitos
y tendencias se fabrican
con el único fin de garantizar
la competencia y el control
de los mercados. El problema
no es que se edite
mucho, el problema es que
no se lee lo que se edita.
Además debemos entender
que en las últimas décadas
se ha desarrollado una
tendencia editorial que facilita
este proceso de autismo
cultural. En paralelo a cuanto
sucede en la televisión, los
libros y prensa basura se extienden
como una especie
de virus que desactiva nuestra
capacidad crítica individual
y la conciencia crítica
colectiva. El adocenamiento
que la intelectualidad rinde
al mercado es extremadamente
peligroso, y es en definitiva
el caldo de cultivo del
cual se nutre el pensamiento
único.
Círculos envenenados
D.: ¿Puede salirse del círculo
envenenado de distribuciónventa
de ‘grandes superficies-
mesas de novedadesedición
constante de nuevos
títulos’?
U. S: La actual industria
editorial tiene muy poco que
ver con los principios que
dieron origen a una de las
mayores revoluciones culturales,
la aparición del libro.
Esta forma de conservar el
saber y el conocimiento, al
igual que los métodos para
mantener y conservar los alimentos,
son la base sobre la
cual se han desarrollado las
mayores civilizaciones del
planeta. La actual banalización
de cuanto antes era sagrado
es una paradoja de
nuestra sociedad llamada del
conocimiento. La desaparición
de las pequeñas librerías,
donde el librero era una
suerte de confidente, asesor
y orientador, ha dado paso a
la gran superficie comercial,
donde los conceptos de calidad
y selección vienen ya envasados
desde los despachos
de márketing de las propias
editoriales. Éstas, con sus
propios y agresivos servicios
de distribución y la implantación
del sistema de novedades
en detrimento del sistema
de depósito, han dado
al traste con las pequeñas librerías
que se han visto en
poco tiempo descapitalizadas
y obsoletas para resistir
unas ofertas y una promoción
mediática más propias
de la industria del automóvil
que de la añeja y muy noble
profesión del libro.
En la actualidad, tan sólo
algunas heroicas librerías e
internet dan luz a un escaparate
mucho más plural y
rico en matices que garantiza
la supervivencia de gran
cantidad de pequeños editores.
En esta línea de acción,
desde EDITA estamos proponiendo
una red de espacios
y librerías abiertas a la
pequeña edición que hemos
denominado “el corredor alternativo”.
Mercancía y cultura
D.: Cuando el libro es sólo
mercancía y dividendo,
¿qué queda de su naturaleza
cultural?
U. S.: Un libro nunca deja
de ser un libro, pero si éste
ya en su génesis es escrito
y diseñado para los escaparates
empieza a perder
parte del carácter cultural
que debe presidir la naturaleza
de toda obra literaria
o científica.
D.: Apostar por la cooperación,
las redes y el intercambio
en un medio capitalista
y competitivo puede
resultar paradójico, ¿no?
U. S.: Más que paradójico
pudiera parecer utópico,
pero lo cierto es que para
muchos editores, escritores
y lectores, es al mismo
tiempo una necesidad y
una ilusión: la de construir
un modelo de sociedad y de
cultura más plural y participativa,
más libre, más
justa. En definitiva, más rica
en matices.
Apostamos por un modelo
de cultura democrática
que nada tiene que ver con
el sistema piramidal al que
nos tienen acostumbrados
los críticos y publicistas
que trabajan para las grandes
empresas editoriales.
“FORJAR LECTORES CRÍTICOS”
D: ¿Qué puede ofrecer un editor
independiente, con sus
carencias, frente a los grandes
grupos empresariales?
U. S.: Depende lo que entendamos
por carencias, y depende
desde qué posición lo
entendamos. En un plano convencional
es evidente que un
editor independiente carece
de los recursos económicos y
estructuras adecuadas para
desarrollar un proyecto a imagen
y semejanza de las editoriales
de mercado, pero también
es cierto que los fines y
la idea de mercado son conceptos
muy diferentes en
ambos. Existe una cierta filantropía
en el editor independiente
que no existe en el otro
y de aquí surge una diferencia
básica: el editor independiente
prima la idea frente al beneficio
económico, mientras que
el convencional sólo asume el
riesgo cuando la ganancia
está ya garantizada. De esta
forma se entenderá que el editor
convencional sea más proclive
a crear un modelo de lector
pasivo y complaciente,
mientras que el independiente
intenta forjar lectores críticos
o políticamente incorrectos.
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