Editorial Gigamesh,
Precio: 18 euros,
432 páginas, 2006

Esta descarga de pura
ciencia ficción nos sumerge
en una sociedad
de liberalismo extremo, donde
las luchas empresariales se dirimen
en duelos de automóviles
en la carretera. Es un mundo individualista,
alienante, regido
por la precariedad, el consumo
hipócrita y el reino de la apariencia.
Un mundo de opulencia
y miseria extremas, profundamente
excluyente (los suburbios
están separados por barreras
y policías, del distrito financiero
y burgués), surgido de la
evolución de la actual situación
sociopolítica. Además de la crítica
política explícita (condena
del capitalismo, de sus valores
y hábitos, pero también escepticismo
con la capacidad agitadora
de la teoría política), destaca
la recreación de las carreras,
donde los ejecutivos (para
quienes la rutina es “vivir en el
trabajo, dormir en casa y olvidar
que alguna vez se tuvo una
relación”) arriesgan sus vidas
para medrar en la empresa. Las
competiciones, que son retransmitidas
por televisión y aclamadas
por buen parte de la población,
permiten al autor jugar, a
nivel simbólico, con la figura del
coche: icono de la sociedad industrial
capitalista, creador de
falsa sensación de libertad, control,
decisión y singularidad.
La novela, con excelente ritmo,
termina siendo una novela
negra, francamente muy
‘macarra’, que aúna el entretenimiento
con la provocación a
la reflexión.