Es uno de los puntales de la
poesía crítica. Autor de una serie
lírica honesta y radical, Antonio
Orihuela coordina los encuentros
de poesía Voces del Extremo.
- POESÍA ANTAGONISTA. Orihuela señala que “no podemos dejarnos llevar por el desánimo de nuestras limitaciones”.
DIAGONAL: ¿Qué son los encuentros
Voces del Extremo?
ANTONIO ORIHUELA: Se
inician en 1999 en Moguer,
Huelva. Nuestra intención
es recoger e impulsar una
serie de discursos críticos
que, de forma dispersa y a
veces sin conocimiento entre
sí, se estaban dando por
todo el Estado desde finales
de los años ‘80. Actualmente,
es un frente de oposición
beligerante a las iconografías
y los discursos
que ha legitimado el capital,
queriendo hacer frente a sus
relatos excluyentes, a las
imágenes y a los modelos
que el capitalismo sanciona,
y viene a suponer en el actual
panorama poético una
raya en el agua, un espacio
anómalo. Como tal, su función
es que cada vez seamos
más los que nos reconozcamos
en él y nos sumemos
a la lucha por quebrar
la actual construcción de la
realidad y sus relaciones de
dominación. Como complemento,
se edita una antología
anual con los poetas
participantes.
D.: En tu ensayo La voz común
hablas de “una poética
para reocupar la vida”.
A.O.: Insiste en la necesidad
de reconocernos, de preguntarnos
qué es lo que nos
impide ser comunidad en diversidad,
cooperación igualitaria
y democracia directa.
Son muchos los obstáculos,
pero el más evidente son las
relaciones sociales de producción
capitalistas que nos
expropian de nuestra propia
vida, más allá de la extracción
de plusvalías y de intensos
procedimientos de
alineación. Pero llegar a
aceptarlo no es fácil. El masaje/
mensaje cerebral oficial
incide en que no hay
más realidad que la que está
en venta y que, habiendo
sido naturalizados sus modelos
de éxito basados en la
fuerza bruta, el poder, el dinero
y el arribismo, ya no
hay alternativas a nuestro
modo de vida. Esto no sólo
es falso sino que se me antoja
que las posibilidades de
vivir otra vida son infinitas,
imprevisibles y siempre en
construcción. Tenemos que
dejar de pensar nuestra vida
en términos de materia
prima y empezar a vivirla
como vida con sentido, enajenada
de su valor de compra
y sumisión, trabajando
en prácticas que nos ayuden
a recuperar su tiempo de vida,
denunciando e intentando
eliminar las relaciones
de explotación y profundizando
en la democratización
de la vida pública.
Cualquier herramienta es
buena, como la poesía rescatada
de la muerte del arte
y revivida para nuestro
nuevo vivir.
D.: ¿Tiene sentido hablar de
voces disidentes con la tendencia
hegemónica en un
sector tan minoritario como
la poesía?
A.O.: Sí, pues es reflejo de
un descontento social que,
desgraciadamente, aún no
ha sido capaz de formalizarse
en un movimiento coherente,
menos aún revolucionario,
pero de lo que no hay
la menor duda es de que
existe una condición compartida
en tanto víctimas de
la injusticia. Vistas las cada
vez más espantosas contradicciones
del capital, estas
propuestas antagónicas van
pasando del terreno de la
utopía al de la lógica de la
supervivencia del género
humano en el planeta. No
podemos dejarnos llevar
por el desánimo de nuestras
limitaciones, de nuestro número,
de nuestra fuerza,
porque, precisamente, es
desde nuestra independencia,
nuestra desobediencia,
nuestra discontinuidad, nuestras
reacciones más epidérmicas
desde donde nos aseguramos
nuestra prolongación
y nuestra continuidad.
Poesía (y literatura y arte en
general) con un proyecto
crítico detrás, prensa alternativa,
movimientos sociales,
centros ocupados, ateneos
libertarios o el sindicalismo
radical son, para el
capital, más preocupantes
que mil estadios y varios millones
de sujetos en ellos
lanzando alaridos.
D.: ¿Cómo se está intentando
desactivar la fuerza crítica
de la literatura, y especialmente
de la poesía?
A.O.: Esta masa crítica, no
sólo literaria, de la que he
hablado se intenta desactivar
hoy de la misma manera
que se ha hecho siempre,
con la diferencia que hoy la
magnitud de la maquinaria
de desactivación y las sumas
de dinero que se invierten
para ello alcanzan cotas en
otros momentos históricos
impensables. Lo que también
nos habla de la importancia
de los costes de contención
de la sociedad civil
en este ejercicio de distracción
permanente, de circo
sin pan, y de la fragilidad del
conjunto de sus aparatos,
amenazados constantemente
con ser desbordados por
el descontento. Es así como
se explican fenómenos tan
poco neoliberales como la
multiplicación de las instituciones
culturales oficiales,
el subsidio permanente de
un mercado de productos
muy estandarizados y las
promociones, cada seis meses,
de una “nueva vanguardia”
artística. En otros campos
se sostiene a una legión
dócil de intelectuales y artistas
funcionarios que dan
carta de naturaleza a la Cultura,
delimitando el canon y
hasta el inconformismo estético.
Aquí también juegan
su parte los mandarines de
la Cultura, haciendo aparecer
como natural y neutral
lo que no es más que imposición
autoritaria de las expresiones
de la ideología dominante
y que, en el campo
literario, se sanciona a través
de la enseñanza reglada,
los planes de estudio, los miles
de premios literarios que
se convocan, las editoriales
y ediciones subvencionadas,
etc... Finalmente, las páginas
de papel cuché de los suplementos
culturales cierran
este círculo de fuego en
torno a la disuasión y desmoralización
de los productores
de discursos críticos.
Por eso es tan importante tomar
conciencia de que hay
que dejar de trabajar para el
enemigo. Hay que dejar de
dudar sobre su conveniencia,
sobre el hecho de que
trabajando para él se le
pueda ganar su juego. No
se trata de embellecer la política
cultural, como se solicita
y administra la creación
desde los aparatos ideológicos,
sino de objetivar
las contradicciones.
LOS POETAS SOCIALES HISTÓRICOS
D.: ¿Y cómo es que se tiene en
alta estima a los ‘poetas sociales
históricos’ (Otero, Celaya, Leopoldo
de Luis, Ángela Figuera...) y
se oculta a los coetáneos?
A.0.: El poder literario español ha
terminado copiando los modelos
liberales anglosajones que enseñan
que la mejor manera de
rechazar la poesía radical actual
es excluirla, invisibilizarla y, cuando
no queda más remedio, compararla
con la que en su momento
hicieron algunos ‘poetas sociales’.
Se utiliza interesadamente a
Otero y Celaya, dejando claro
que sus propuestas son caducas
y garbanceras en una España
que ya es sólo glamour, diseño y
posmodernidad, que abomina de
la idea del poeta militante y de
cualquier tradición que huela a
lucha de clases. En esta línea, el
poder literario propone su propia
versión del disenso que aquí
estaría representado por dos
operaciones mercantiles de gran
calado aún vigentes: la llamada
‘poesía de la experiencia’ y el
‘realismo sucio’.
OBRA POÉTICA
¬_ Perros muertos en la carretera
(Crecida, 1995).
¬_ Si Roky viera este gato (Diputación
Provincial de Huelva,
1995).
¬_ Edad de Hierro (Ateneo Obrero
de Gijón, 1997).
¬_ Landscape of my writing-desk
(La Voz de mi Madre, 1998)
¬_ Piedras (Ayuntamiento de Lepe,
2000).
¬_ Aiquebneno (Diputación Provincial
de Huelva, 2000).
¬_ Comiendo Tierra (Babab,
2000).
¬_ Teoría del bricolaje: El paralogismo
de la identidad como paradigma
del viaje (Diputación Provincial
de Huelva, 2001).
¬_ Lo que piensa la ballena del
arponero (LF, 2001).
¬_ Piedra, corazón del mundo
(Germanía, 2001).
¬_ Soneto (Corona del Sur, 2001).
¬_ Tatuajes (Intramuros, 2002).
¬_ Narración de la llovizna (Baile
del Sol, 2003).
¬_ La voz común (Tierra de Nadie,
2004).
¬_ Aserrando corazones con los
ojos (4 de agosto, 2005).
¬_ Respirar y arder (Corona del
Sur, 2005).
¬_ La piel sobre la piel (La mano
vegetal, 2005).
¬_ Tú quien eres tú (IDEA, 2006).
¬_ La ciudad de las croquetas congeladas
(Baile del Sol, 2006).
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