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Poesía zen

‘Primavera tardía’ (1949), del director
japonés Yasujiro Ozu, es una de esas películas
que se insertan en la vida de quien la ve.

28/03/12 · 11:00
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‘Primevera tardía’ (Banshun) Yasujiro Ozu (1949) 108 minutos. En la foto, la actiz japonesa Setsuko Hara.

Cada vez que vuelvo a ver alguna
película de la época de
madurez de Yasujiro Ozu
(Tokio 1903-Kamakura 1963)
me pasa lo mismo: me sumerjo
tanto en la aparente levedad
de sus argumentos que acabo
viendo fragmentos de mi vida
en la pantalla, fragmentos de
cosas que ya he vivido o que,
muy posiblemente, viviré. Son
tan cotidianos y tan íntimos
sus escenarios que, poco después
de su inicio, me da la sensación
de estar dentro de una
casa muy acogedora sentada
junto a los protagonistas. Son
tan grandes sus actores que,
en todomomento, parecen personas
de carne y hueso compartiendo
con nosotros su día a
día y las cosas que más les preocupan.

Para que sus historias
todavía te lleguen más adentro,
lo hace con ese ritmo lento,
pausado, tan característico
de su estilo
, casi ascético, que
permite reflexionar al espectador,
demorarse en sus recuerdos,
implicarse en lo que te está
contando hasta el punto de
llegar a sustituir, sin apenas
darte cuenta, a los actores por
personas que te son muy cercanas
y verlas como si fueran
las verdaderas protagonistas
de la película.

Con Ozu sabes que, al igual
que sucede con los buenos amigos,
no te miente, que te está
diciendo siempre la verdad.
Aunque quieras creerte que está
hablando de la vida de los
otros, sabes que al hablar de las
cosas esenciales de la vida, lo
está haciendo de la tuya. Que
todo lo que cuenta en la pantalla
te concierne como ser humano.
De ahí su universalidad y, a
la vez, lo necesario de sus películas.
Unas películas que, sobre
todo, giran en torno a las relaciones
entre los miembros de
las distintas generaciones de
una familia, al paso del tiempo,
a la soledad, a la paulatina occidentalización
de Japón. Ozu
también deshilvana esa nostalgia
que deja, del mismo modo
que le sucedía a John Ford en
muchas de sus obras, el ser testigo
de cómo un mundo antiguo,
pero ordenado y transparente,
se desvanece
para dejar
paso a otro que trae lamodernidad
y la sociedad urbana, regido
por unos nuevos valores que
no llega a compartir o que, en
ciertomodo, le son ajenos.

Al igual que en la mayor
parte de sus películas de los
años ‘50, contada desde su característico
punto de vista de
una persona sentada en un tatami
y con el eje del plano des-
plazado del centro, siempre
asimétrico, la idea original de
Primavera tardía es una excusa
narrativa mínima: en este
caso la estrecha relación entre
un hombre viudo, ya mayor, y
su hija soltera. La película trata
sobre la cercanía del final
de aquél y sus deseos de que
su descendiente decida buscarse
una pareja para que no
esté sola el día de mañana; del
miedo de esa hija a enfrentarse
a las leyes de la vida, al orden
natural de las cosas, a
aceptar que un día sus mayores
no estarán y ella tendrá
que construir un nuevo mundo
por sí sola o con la ayuda
de las personas que, en ese
momento, estén a su lado.

Una idea tan básica, tan humana
y tan atemporal, le es
suficiente a Ozu para llenar la
pantalla de poesía zen y de esa
sabiduría que da la experiencia,
la meditación y la observación
de la vida. Una sabiduría
condensada en esas breves
conversaciones
, con algo de
haikus, que mantienen los
protagonistas y, sobre todo,
en esos silencios que tanto dicen
sin necesidad de la palabra.
Son silencios y una
quietud que te permiten reflexionar
sobre lo que te está
contando y, sobre todo, que te
invitan a observar tus pensamientos,
a recrearte en ellos,
a dejar que se vayan, como
una nube empujada por un
suave viento, a ver cómo vienen
otros. Una sabiduría, en
fin, materializada a veces en
frases sencillas y en ciertos
consejos, como ése que, avanzado
ya el metraje, le dice a su
hija deseándole una vida lo
más agradable posible: “No
hay que esperar la felicidad,
hay que trabajar por ella, esforzarse
por merecerla” que,
antes que otra cosa, nos da una
de las claves de la serenidad
que ese anciano nos transmite
en cada escena de esta obra
maestra que Ozu nos regaló
hace ya más de medio siglo.

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comentarios

1

  • |
    anónima
    |
    07/04/2012 - 6:10pm
    Hi Miri! I know what you mean!!! Horseradish dip ROCKS and it’s really easy to make!Zucchini can be broing (sometimes) but this spicy sauce really kicks it up a notch We’re hooked on that crazy stuff in this house YUM!Cheers!!!!Lisaxo
  • Primevera tardía‚Äô (Banshun) Yasujiro Ozu (1949) 108 minutos. En la foto, la actiz japonesa Setsuko Hara.
    Primevera tardía‚Äô (Banshun) Yasujiro Ozu (1949) 108 minutos. En la foto, la actiz japonesa Setsuko Hara.
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