Cuando vivía en Madrid a Daniel Orte le gustaba la
montaña; tanto, que la convirtió en su casa. ‘Territorio de
abejas, paisaje de hombres’ busca comprender cómo
cambia ese mundo antiguo y mostrarlo a través de sus
protagonistas en los valles de Benasque y Estós (Aragón).
- A 1.900 metros de altura montó Daniel Orte ‘Territorio de abejas, paisaje de hombres’.
DIAGONAL: ¿Puedes explicar
este cambio social en el
Pirineo?
DANIEL ORTE: Puede decirse
que, durante siglos, la
evolución de los paisajes pirenaicos
ha estado ligada a
la gente que los habita, que
ha podido escribir en ellos
su propia historia. Sin embargo,
en las últimas décadas
esta evolución ha cambiado
bruscamente de ritmo
y dirección y no parece guiada
tanto por pautas culturales
endógenas, como por las
directrices de un mundo globalizado.
D.: ¿Y el beneficio para la
población autóctona?
D.O.: A ese beneficio económico
hay que analizarle los
plazos. Ahora todo lo intercambiamos
por terrenos,
porque es la moneda que tenemos.
En Benasque, por
ejemplo, necesitamos rehabilitar
un edificio para casa
de la cultura. Si esa familia
tiene otra propiedad en el
pueblo, les subimos el índice
de edificabilidad hasta los
límites legales. Y así pagamos
la rehabilitación. El
problema es que esta moneda,
a diferencia de otras, se
acaba.
D.: El documental también
refleja la oposición a este
proceso…
D.O.: La contestación se
mueve sobre todo en Zaragoza.
También porque gran
parte de ese movimiento
ecologista es descendiente
del Pirineo, ahora vive allí.
Cuando hemos intentado
mover algo aquí, tenemos
muchos obstáculos. No porque
falte gente implicada, sino
por el propio modo de vida,
horarios, estacionalidad,
etc. También habría que
pensar en la gente que sube
a vivir a la montaña. Mucha
gente ha venido porque aquí
puede vivir de una forma
más tranquila, sin preocuparse
de nada.
D.: Estás proyectando el documental
en los pueblos.
D.O.: He hecho esta película
para que se vea dentro de la
montaña. Si me limitase a
mostrarlo en la ciudad, ¿qué
conseguiría? Siempre digo
que soy activista más que
documentalista y que el documental
es una herramienta.
Incluso cuando me planteo
hacer otras cosas como
ficción, descubro que sólo
me sale lo que me hace hervir
la sangre.
D.: ¿Cómo reacciona el público?
D.O.: En los sitios donde ha
existido debate veo que la
gente no quiere entrar al
fondo del asunto. Por ejemplo,
aún no he conseguido
que venga ningún alcalde o
concejal; y eso que algunos
salen. En todo caso, quien lo
ve se va a casa con alguna
reflexión, alguna duda.
D.: ¿Cómo has realizado el
documental?
D.O.: En realidad, con medios
básicos y el apoyo de
amigos. Salvo una beca mínima,
he llamado a cientos
de puertas y todas están cerradas
para una cosa como
ésta. Al final lo he combinado
con el trabajo en un refugio
de montaña, donde paso
unos 200 días al año. Allí lo
monté, a 1.900 m de altura y
en completa soledad.
comentarios
0