REPASAMOS LA HISTORIA DE JOVENTUT DE BADALONA
Ochenta años de la penya

En 1930, un grupo de amigos (Lloret, Estruch,
Massot, Cuixart, Corominas y Boada) crearon la
Penya Spirit of Badalona, un club donde
practicar diversos deportes: ciclismo, baloncesto,
tenis de mesa y fútbol principalmente.

04/06/10 · 16:40
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Muchos años después de la fundación
de la Penya Spirit of
Badalona
, en 1994, Corney
Thompson, el enorme pívot de
la Penya, con un sobrepeso que
lo convertía en un poste inamovible,
enchufaba un triple que
podía significar un triunfo histórico.

En el pabellón La Mano
de Elías de Tel Aviv, se enfrentaban
el Joventut de Badalona y
el Olympiacos griego. Los griegos
intentaron igualar el choque
a falta de varios segundos,
sin conseguir su objetivo. El triple
del jugador norteamericano
significaría el triunfo del equipo
verdinegro, el primer gran título
europeo de un equipo catalán,
la Euroliga. El periodista
Ramón Trecet, que retransmitía
el encuentro para TVE, estaba
fuera de sí; tras señalar que
“el sueño se ha cumplido”, despedía
la conexión recitando un
párrafo de El Principito.

El título llegaba en una de las
etapas más felices del club, que,
como ocurre en muchos casos,
se reivindicaba a la sombra de
un vecino poderoso, en este caso
el F. C. Barcelona. Lluís Conesa
fue el presidente desde 1982
hasta 1995, la época en la que en
la plantilla estuvieron algunos
de los nombres más ilustres de
la historia del equipo.

Pero la Penya, que en 1939
cambió su nombre por el de
Joventut de Badalona, es mucho
más que aquel partido y aquella
etapa. Es uno de los únicos tres
clubes de España que siempre
ha jugado en la máxima categoría
del baloncesto –junto a
Real Madrid y Estudiantes–
desde que se creara una competición
a nivel nacional en
1955. Y uno de los pocos que
fundamenta su estructura y su
proyección en la cantera.

Fue en 1973 cuando el Joventut
fundó la Escola de Bàsquet,
una referencia europea en cuanto
a la detección de talentos y la
formación de jugadores. Comentaba
hace poco Pepu Hernández,
actual entrenador del
primer equipo, que “Badalona
es una ciudad que vive el baloncesto”.
El cuidado y la dedicación
otorgados al baloncesto de
formación ha dado grandes réditos,
y éxitos, a un club modesto
que siempre ha estado en la
primera línea del deporte de la
canasta y de cuyas canchas han
surgido nombres propios como
Villacampa (actual presidente),
Rafa Jofresa, José Antonio Montero,
Raúl López o Àlex Mumbrú.

El cuidado otorgado al
baloncesto de
formación es el
secreto de los éxitos
del equipo verdinegro
Rudy Fernandez, Ricky Rubio,
Pau Ribas, Sergi Vidal, Roger
Grimau, o las actuales “promesas”,
que ya están en la plantilla
del equipo ACB, Pere Tomàs y
Josep Franch
. “Nuestra filosofía
de club es la de fomentar la cantera;
el primer equipo se nutre
de los equipos inferiores mayoritariamente”,
ha declarado Jordi
Villacampa en diversas
ocasiones. Una lógica que ha
perdurado a lo largo de los años.

Por el banquillo verdinegro también
han pasado buena parte de
las referencias del baloncesto
europeo en cuanto a entrenadores:
además del propio Pepu,
Manel Comas, Aíto García
Reneses, Alfred Julbe, Herb
Brown, Lolo Sainz, o Zeljko
Obradovic, entre otros, han
marcado la identidad del juego.

El aniversario no le ha llegado
en el mejor momento deportivo
al club de Badalona. La salida
de algunas de sus referencias
de las últimas temporadas,
como Rudy Fernández y Ricky
Rubio
, hace que estén en un
momento de reconstrucción del
grupo, además de afrontar la
dificultad que supone mantener
un equipo siempre en primera
línea. “La enorme profesionalización
del baloncesto
hace que para una entidad como
la nuestra sea muy complicado
mantener los niveles que
deseamos”, señalaban en el comunicado
del club sobre el aniversario,
y añadían: “Pero hay
que seguir mirando con fuerza
hacia adelante”.

Seguramente si aquellos seis
amigos que, siendo adolescentes,
en 1930 decidieron crear
un club deportivo miraran lo
conseguido en estos 80 años
(una Copa de Europa, dos
Copas Korac, una ULEB, cuatro
Ligas, ocho Copas del Rey,
11 Ligas Catalanas) y vieran a
su ciudad volcada con el baloncesto,
se sorprenderían. Quizá
ni el bueno de Corney Thompson,
con su tremendo trasero y
sus litros de sudor por partido,
sabía que con aquella canasta
en La Mano de Elías estaba escribiendo
parte de la historia
de un club irrepetible

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