MUSEOS
Occupy Biennale, una acampada de artista

La Biennale de Berlín convierte en objeto de consumo de
“cultura alternativa” las acciones delmovimiento Occupy/Indignados.

10/05/12 · 11:06

Llegamos a la galería de arte
Kunst Werke, sede de la séptima
edición de la Biennale de la
capital alemana, en Auguststraße
69, uno de los barrios más
exclusivos de Berlin. Lo primero
que nos encontramos al entrar
es un patio repleto de gente muy
arreglada degustando una copa
de vino o una cerveza. Al fondo
del patio, una puerta nos conduce
al espacio “Occupy Biennale”,
que se puede visitar hasta el próximo
1 de julio.

La organización ha cedido
este espacio al movimiento
Occupy/Indignados para que
expresen su creatividad y recreen
su espíritu. Al entrar en la
sala vemos la reproducción de
una acampada: sacos de dormir,
tiendas de campaña, paneles
con las actividades y asambleas
diarias, las pancartas, etc.

Podría ser cualquier plaza (fuera
de las de la Primavera
Arabe): Sol, parque Zuccotti o
plaza de Catalunya. Pero nos
encontramos dentro de una galería
de arte y nos asaltan varias
preguntas: ¿cuál es el sentido
de encerrar toda la potencia
y la creatividad desarrollada
en las plazas en una sala de
una galería de arte?
, ¿Por qué
la organización de la Biennale
ha cedido el espacio?

Vemos a algunas “artivistas”
que se afanan en decorar el
espacio, otras explican las intenciones
del mismo, otras organizan
las asambleas y talleres,
algunos se afanan en que los visitantes
no hagan fotos. En su
opinión, lo que está sucediendo
dentro de la sala es real, es una
plaza abierta a la participación
de todas. Lo que no terminamos
de comprender es cómo, si es un
espacio de ese tipo, está encerrada
dentro de la cegadora luminosidad
de una galería de arte.

Las plazas significan justamente
tomar sin permiso el espacio público

del que se nos ha expulsado,
reivindicar el común, resignificarlo
entre todas. Y la Biennale
no es el común: lo es la cultura y
el pensamiento que generamos entre todas, sin marcas, sin modas,
sin permisos, sin copyright.

Las personas que antes tomaban
una copa en el patio
entran en el espacio, donde
pueden estar cerca de los indignados,
verlos, tocarlos,
olerlos, experimentar lo que es
estar en una acampada sin los
inconvenientes de las inclemencias
meteorológicas o la
represión policial. “Es fantástico,
cómo no se le había ocurrido
a nadie antes”, exclaman.

Al salir, no sabemos si lo que
hemos visto es un espacio de encuentro
del movimiento o si, por
el contrario, es un simulacro que
servirá para engordar los currículums
de algunos “artivistas”,
quienes trabajan con un pie dentro
de los museos y otro fuera,
fagocitando todo lo que pueden
,
auténticos coolhunters. Quizás
sea justamente lo cool, lo trendy
del movimiento Occuppy lo que
la Biennale ha querido capturar
en esta séptima edición. Parece
que algunos, en sus intentos por
elevar la acción directa a la categoría
de las bellas artes (para nosotras
la historia es más bien al
revés, son las bellas artes las que
se tienen que elevar a la categoría
de la acción directa
), están cosificando un repertorio de acción
colectiva, un movimiento o
un clima, como se ha definido
en ocasiones, que ha cambiado
la forma de entender y de estar
en el mundo de miles de personas.
Convertirnos en objetos de
consumo de “cultura alternativa”
nos debilita.

Nos vienen a la cabeza las
palabras del viejo profesor
Jesús Ibáñez: “Los ‘hippies’
atraen al turismo, los turistas
se deleitan contemplando su
putrefacción y compran como
recuerdo los productos de su
trabajo residual”. Quizás solo
tengamos que cambiar la palabra
hippie por activista y turista
por artista
, para tener una
excepcional descripción de lo
que puede verse durante estos
días en el número 69 de la
Auguststraße.

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comentarios

3

  • |
    anónima
    |
    21/05/2012 - 11:27am
    tampoco discuto esta respuesta. Es posible que lo más interesante de la noticia no sea montar una crítica sobre la acción sino conocer la reacción de los asistentes a la exposición. La interpretación sobre el porqué esa instalación ahí, y quizás realizar un seguimiento de las derivas particulares de alguno de sus espectadores, para conocer si en los típicos interesados en las bienales y los fanáticos del galerismo...existe alguna posibilidad de activación en conciencia y por consecuencia de las realidades sociales; Y no tanto quedarse con la impresión del simulacro....
  • |
    anónima
    |
    20/05/2012 - 9:47pm
    qué desastre de artículo; adónde vamos todavía manejándonos con cuatro tópicos ideológicos sobre lo bueno y lo malo? dónde está aquí el análisis concreto de una situación concreta? previsible, pobre e improductivo, parece haber más riesgo e intento de construir algo nuevo en el proyecto que se critica, que en la crítica que lo niega apriorísticamente. inténtelo de nuevo. la próxima vez, sin anteojeras. para escribir esto, no hacía falta ni desplazarse a berlín.
  • |
    anónima
    |
    17/05/2012 - 12:30pm
    Totalmente de acuerdo!! Akí una licenciada en Bellas Artes que lleva años intentando elevar su práctica a acción social. Y lo cierto, es que aunque conciba el arte como una herramienta de transformación social y constantemente encuentre su signo como tal en asociaciones, cooperativas, manifestaciones e intervenciones urbanas espontáneas, individuales y colectivas. No hay que perder de vista que el arte como acción social es un medio cuyo fin es fomentar el pensamiento crítico. Mientras que el arte de una galería es un fin- un objeto para la creación de riqueza. Y para el deleite de los burgueses que kieren pagar por ello. POr mi parte, coincido en que una galería le quita valor a determinado tipo de acciones artísticas y quizás hubiera sido mucho más selecto instalar una mini-acampada en una escuela de primaria y poner a disposición de los infantes todas las ideas y procesos críticos que se están dando en nuestra sociedad derivados de la indignación. Eso si sería digno de ponerle el nombre de ARTE, tal y como yo lo concibo, claro!.
  • Foto: Cristina Martin.
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