Hablamos sobre ‘Cien imágenes para un centenario. CNT (1910-2010)’. Coordinada por el
historiador, profesor y militante libertario Juan Pablo Calero, la obra ha sido publicada por la
Fundación Anselmo Lorenzo, en el marco del Centenario de la CNT.
Calero es autor de obras como
Isabel Muñoz Caravaca, una
biografía de esta militante socialista
y pionera del feminismo
que tuvo una importante labor
educativa en Guadalajara, así
como de una magnífica tesis
doctoral, Un siglo de Guadalajara,
1833-1931. En breve verá la
luz un libro suyo sobre los cinco
ministros anarquistas durante la
Guerra Civil española.
¿Cómo surge la idea de Cien imágenes para un centenario.CNT (1910-2010)?
El proyecto nació de las reuniones de trabajo de la Fundación Anselmo Lorenzo, que desde el año 2006 comenzó a anticipar diversas propuestas para la celebración del centenario de la CNT. La Fundación asumió con entusiasmo mi propuesta y ahora, después de 15 meses de trabajo, el libro ha salido a la luz.
¿Qué destacarías de la obra?
Es el fruto de la colaboración de casi un centenar de personas repartidas por varios países. Casi 70 autores, más algunos que finalmente no pudieron enviar su colaboración por problemas de salud; más de una docena de amigos que nos han abierto y prestado generosamente sus imágenes o propusieron textos; otros que diseñaron, maquetaron, tradujeron textos o corrigieron el libro… Es un esfuerzo mancomunado y desinteresado de tanta gente que, no por casualidad, se refleja en un libro sobre la historia de la CNT.
- 1977, mitin de CNT en la localidad de San Sebastián de los Reyes, en Madrid
Se aborda la historia del movimiento
libertario desde los orígenes,
retornando a los inicios
del industrialismo en España,
hasta hoy. ¿Por qué este modo
de datación y no el propio del
centenario de la CNT?
El propósito era hacer un recorrido por la historia del obrerismo anarquista. La CNT sólo es el resultado final de un largo camino que los obreros de orientación anarquista iniciaron en 1868 con la fundación de la sección española de la Internacional, que a su vez recogía la herencia de las luchas acometidas por los trabajadores desde que en 1836 se puso fin al sistema gremial. No es posible entender la trayectoria de la CNT sin conocer sus raíces.
¿Qué puede aportar al contexto historiográfico actual?
Creo que el valor principal de este libro es la diversidad de enfoques. Han colaborado historiadores, pero también sociólogos, economistas, pedagogos, abogados… No es posible abarcar la historia de la CNT desde un punto de vista exclusivamente laboral, renunciando a estudiar sus propuestas educativas, económicas, sociales, culturales, recreativas… El obrerismo anarquista ofrecía una alternativa para la sociedad española de su tiempo y para la vida de sus clases populares. Estudiar a la CNT es estudiar sus Ateneos, sus escuelas, sus editoriales y periódicos, sus cooperativas de consumo, sus sociedades recreativas y excursionistas, etc.
¿Cómo ves el trabajo de los historiadores comprometidos con el movimiento libertario?
Creo que muchos historiadores estudian a la CNT, y al movimiento libertario en general, desde presupuestos y con herramientas que no siempre resultan válidas para analizarlo. Por poner un ejemplo, los grupos de afinidad que sirven de cauce orgánico a los anarquistas en largos períodos de nuestra historia contemporánea no dejan una huella documental, su presencia no puede resumirse en largos listados de sociedades obreras o de huelgas laborales; muchos estudiosos en lugar de rastrear otras huellas reducen o minusvaloran la presencia y actividad libertaria.
¿Qué crees que este libro puede aportar a la recuperación de la memoria?
La memoria histórica, en lo que tiene de conocimiento y recuerdo del pasado de la CNT y, sobre todo, la de los olvidados y perdedores de la Guerra Civil y de todas las batallas, siempre ha gozado de buena salud. Me gusta recordar que, en la escisión que sufrió la CNT en 1979, a los anarcosindicalistas se nos conocía como “los históricos”, reconociendo con evidente desprecio, por los que se creían “renovadores”, el peso específico de nuestra historia y el valor que nosotros dábamos a esa memoria. Desde ese punto de vista, este libro es una aportación más a esa memoria particular que atesoramos los anarcosindicalistas. Otra cosa es eso que se llama memoria histórica desde un punto de vista legal, impulsada y subvencionada por el Estado. Desde esta perspectiva nada tenemos que hacer o decir; para recordar a los míos, para estudiar su pasado y divulgarlo aquí y ahora no necesitamos permiso de nadie. Lo único que se le pide al Estado es que desentierre las fosas y que abra las cunetas; y esto, que ha de hacerse necesariamente con una cobertura legal, no se cumple y se prefieren los fuegos de artificio.
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