EL TEMA
Morirse en Bilbao, qué bonito es

Entre el 18 y el 21 de febrero se celebró en Bilbao la 74 edición de la
Copa del Rey de baloncesto. Un acontecimiento que juntó a los ocho
mejores equipos de la fase regular de la liga ACB y a sus aficiones.
Un ambiente muy especial que tuvo de todo, no sólo baloncesto.

18/03/10 · 11:11
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Las aficiones
de Baskonia
y Estudiantes
fueron las más
numerosas
y coloridas
en Bilbao.
ASEFA ESTUDIANTES

Lo cantaba el grupo bilbaíno Dr.
Deseo, en su tema Morirse en
Bilbao, “Sabes que me voy para
echarte de menos. Gris escenario
de pasiones y derrotas.”. Así
ocurrió, para algunos equipos la
balanza se inclinó por el lado de
la derrota, y sólo uno se llevó la
querida victoria, el poderoso
Barcelona. Sin embargo la Copa
tuvo mucho más. No se trata sólo
de un torneo para dilucidar
qué equipo se encuentra más en
forma a estas alturas, también
es un momento de encuentro de
aficionados al baloncesto de todas
las edades, y medios de comunicación
de todo el mundo.

Los equipos clasificados para
la ocasión eran: Estudiantes,
Valencia Basket, C.B. Sevilla,
Barça, Real Madrid, Baskonia,
Joventut y Bilbao Basket (invitado
en calidad de anfitrión). En el
faraónico BEC (Bilbao Exhibition
Centre), situado realmente
en Barakaldo, se dieron cita algunos
de los mejores jugadores
que hay en estos momentos en
Europa. El foco de atención, y
de las apuestas, estaba puesto
en un Barcelona que está desarrollando
un juego impresionante,
y que cuenta en sus filas con
un chaval llamado Ricky Rubio,
que hace las delicias de los seguidores
al deporte de la canasta
de todo el planeta.

El guión previsto, la victoria
del Barça, se cumplió al machacar
en la final a un Real Madrid
que acusó la edad y falta de respuestas
frente al juego eléctrico
de los catalanes. Récord histórico
de público: 14.814 personas
y, como mandaba el guión de un
enfrentamiento entre los “dos
clubes de fútbol”, que muchos
allí no deseaban, buenos niveles
de audiencia en TVE.

Pero no sólo en el BEC se pudo
disfrutar del básquet esos días,
también en el viejo Pabellón
de La Casilla. Allí, donde se disputaba
la MiniCopa, el torneo de
los equipos infantiles de los conjuntos
clasificados para la Copa,
la dosis de baloncesto rápido,
ágil y sin ataduras fue impresionante.

La final de éste torneo
menor se la llevó, por segundo
año consecutivo, un Joventut de
Badalona (frente al Barça), que
puso argumentos para certificar
que, hoy día, tiene la mejor cantera
de baloncesto del Estado.
En la grada, casi 2.500 personas
presenciaron una final emocionante,
bonita, y disputada.

La Copa también es el paraguas
de otras actividades que organizan
las aficionados, como la
Copa Forera. Este año se rebautizó
con el nombre de Copa
Forera ACB Primer Memorial
Amanda Castell, en homenaje a
una seguidora del Joventut, habitual
de este torneo y muy querida
por aficionados de varios
equipos, fallecida el año pasado.
En este caso el trofeo se lo llevaron
los hinchas del Estudiantes
en la final frente a los sevillanos.

La visita del rey

Entre las miles de personas que
acudieron a Bilbao esos días uno
se llevó casi todo el protagonismo.
Al igual que ocurriera en la
final de la Copa del Rey de fútbol
celebrada la temporada anterior,
el monarca tuvo que soportar
una tremenda pitada
cuando accedió al palco. La televisión
optó por no recurrir a la
censura chapucera de entonces,
y la Casa Real cedió a la organización
una versión mucho más
corta del himno nacional. Bien
acompañado por el Lehendakari
Patxi López, el alcalde de Bilbao,
Iñaki Azkuna, y los multifuncionales
Florentino Pérez y Joan
Laporta, la visita se situaba en el
proceso de normalización tan al
uso en estos tiempos para el País
Vasco. Hacia ocho años que
Juan Carlos I no acudía a la final
del “torneo del K.O”. Algunos
medios vieron en la pitada un acto
de “mala fe y falta de respeto”,
“organizado e instrumentalizado
con fines políticos”.

Desde la grada más parecía el
inicio de una tradición que se repite,
y se repetirá probablemente,
en plazas hostiles, y que tiene
parte de rechazo político, pero
también parte del espectáculo
que aporta el vasallaje al monarca.

Despreciar la opinión de un
público que tuvo que soportar
eternas medidas de seguridad,
con largas colas segregadas de
hombres y mujeres para entrar
al recinto, es seguir la senda obsesiva
del pensamiento único.

En cualquier caso, el respetable
sí que se rindió a los encantos
de un Barça de altísimo nivel
de juego, en el que el pívot gallego
Fran Vázquez fue elegido mejor
jugador del torneo; al espectáculo
preciosista de la Coral
San Antonio de Iralabarri, de
Bilbao, que amenizó un descanso;
y a un entorno perfecto para
disfrutar durante cuatro días de
baloncesto. No sólo en los pabellones,
también en la calles de
una ciudad que como decía la
canción del comienzo “bailando
en tus calles, me pierdo en tus
bares. Hay vicio en el ambiente,
la fiesta está caliente”.
El próximo año la cita es en
Madrid, y seguro que todo es
muy distinto.

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