Mira, una moderna

¿Sueñan los hípsters (aún) con historias románticas? Todo apunta a que mucho más de lo que quizá estemos dispuestos a admitir.

24/06/13 · 8:39
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“Dexter, te quiero tanto. Te quiero tanto. Probablemente siempre te quiera. Lo que pasa es que ya no me gustas”.
One day, David Nicholls

Sally conoce a Brian y le intenta seducir. Brian no se deja, parece ser que es gay. Después de un rato, sí se deja. Resulta que no era gay del todo. Sally y Brian se enamoran. Conocen a Max, un rico heredero. Max y Sally se enrollan. Max y Brian se enrollan. Puede que incluso se enrollen los tres a la vez. Sally se queda embarazada y no sabe de quien es el cigoto. Max se cansa de hacer tríos. Sally aborta porque quiere ser libre. Brian se va.
Mola, ¿eh? Pues es el argumento de Cabaret. Chúpate esa, Lena Dunham. Ni tu mumblecore y Girls, tu serie triunfadora, tiene poliamor, tríos, y dudas existenciales suficientes, Liza Minelli lo hace todo y lo hace con ligueros, nazis de por medio y en Berlín. Bienvenida, falacia: el sexo hípster es contemporáneo porque tiene que ver con la representación del amor no monógamo, los nuevos conceptos de familia y demás estructuras afectivas estrictamente actuales. Ah, Cabaret es de 1972.

Entonces, ¿qué demonios es esto del sexo hípster? Yo no lo sé. Los términos van y vienen, a merced de los tiempos. Ayer era gafapasta, mañana se revisitará lo beatnik. Pero sé que si pensamos que “lo hípster”, tal y como se explica ahora, muestra el consumo cotidiano y mediático de lo sexual –Paris Hilton follando en cámara, las chicas de HBO a cuatro patas haciéndolo en tuberías, todas esas novias con gays y demás–, eso le resulta revelador y transgresor al público y a los medios porque ya no hay tanto perro labrador en pantalla.

La metáfora del perro

Durante el taller de Sexo hípster hablamos de la narración del amor romántico –o el amor para siempre–, y yo usé el ejemplo del personaje de Jordan Catalano en la serie de los ‘90 Es mi vida (My So Called Life). En la serie, Jordan Catalano –Jared Leto– es un rockero molón que pasa de la tímida e inadaptada protagonista –Claire Danes– durante los primeros cinco capítulos, para después empezar a fijarse en ella, declarar su amor y caminar juntos hacia el ocaso con el acompañamiento de canciones de Buffalo Tom. My So Called Life ejemplifica perfectamente la adecuación de la historia de cuento de hadas para el público femenino adolescente de mi generación. Un poco grunge, un poco dubitativo, el amor versión MTV.
No es casualidad que Judd Apatow lo haya calcado ahora en Freaks and Geeks –guitarra acústica incluida–.

Pero, ¿qué pasa cuando los protagonistas crecen? Según la progresión de la comedia romántica, entre los noventa y los 2000 hay una chica blanca treintañera, profesional liberal, con un trabajo moderadamente artístico con perfil comercial (decoradora, restauradora de muebles, chef) que está cínicamente resentida con los hombres porque no se comprometen, hasta que conoce a una versión adulta de Jordan Catalano: él es un poco crápula, un poco desordenado y un poco Casanova, exclusivamente porque no ha encontrado a la chica adecuada. Y tras unos malentendidos –que los productores conciben/venden como una revisión de las comedias de los años ‘30– él le declara su amor (“Tú me completas”, eh, Tom Cruise) y caminan juntos hacia el ocaso. En una playa. Con un perro labrador.

Esto es lo que se supon que rebate Sexo hípster, Lena Dunham, Spring Breakers et al. Atacan la metáfora del perro labrador y, en teoría, la de Jordan Catalano a través de la explicitación del deseo –o del antideseo, en todas aquellas escenas fallidas–. Las corridas en la cara, la “generación de las felaciones” de Sheila Heti, y el uso de la tecnología como una manera de lidiar con la necesidad de la respuesta inmediata de aquel al que deseas (dónde HeTexted.com es una herramienta especialmente interesante en su sustitución de la buena amiga consejera, y @te_va_a_dejar el despiporre tuitero para anticipar rupturas).

Lo que se pone sobre la mesa es el consumo de lo sexual y la explicitación verbal de lo afectivo, especialmente en lo que respecta a las chicas. Se habla de enfermedades venéreas, hay exploraciones ginecológicas, novios perdedores que no llaman, insatisfacción sexual en pantalla... Pero, ah, amigas, no nos engañemos: todas desean el atardecer con Jordan Catalano, en cualquiera de sus versiones. Culpemos al perro labrador, ya que nos educamos audiovisualmente con éste en el decorado.

Pero, ¿transgresión? Un momento, me parece que oigo a, Sally/Liza Minelli descojonándose en una esquina.

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