EL TEMA
Menos deuda, más fútbol

Limitar las comisiones de intermediarios y exigir equilibrios presupuestarios a los equipos para un ‘fair play’ financiero contribuirán a potenciar la dimensión social y formativa del deporte.

Texto de Carlos Miguélez Monroy

15/02/11 · 16:32
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Ilustración: Gabi Rubi.

“Ha explotado la burbuja de internet,
la burbuja financiera, la
burbuja inmobiliaria... Es preciso
diseñar un sistema de reglas
para evitar el crack
”. No
eran las palabras de un Nobel
de economía, sino las de Jean-
Michel Aulas, presidente del
gigante informático Cegid y del
Olympique de Lyon, el equipo
francés de fútbol con mejores
resultados en la última década.
Pocas cosas han cambiado, pero
esas ideas han calado paulatinamente
y se vislumbran ya
las primeras medidas.

El equilibrio en el fútbol que
busca Aulas sigue la línea del
fair play [juego limpio] financiero
que ya ha propuesto Michel
Platini, al frente de la Federación
Europea de Fútbol (UEFA). La
propuesta del directivo francés
consiste en impedir que los equipos
gasten un dinero que no tienen
,
lo que va en detrimento de
la competitividad deportiva.

Así
lo demuestra la liga bipolar del
fútbol español, parecida a la de
otros países europeos. La conocida
sentencia Bosman, que permite
fichar jugadores de otros
países europeos sin que cuenten
como extranjeros, ha contribuido
a inflar la burbuja del fútbol.

Antes de la sentencia,
Atlético, Athletic, Valencia, Real
Sociedad, Sevilla y Betis se llevaron
títulos de Liga y competían
con Real Madrid y
Barcelona. Después de la Ley
Bosman, sólo cuatro equipos
han ganado
: Barça (seis títulos),
Madrid (cinco), Valencia
(dos) y Deportivo (uno). En los
últimos tres años, la Liga se decide
por los tropiezos ocasionales
del Madrid o el Barcelona,
que muy pronto se despegan del
resto de equipos. En Francia
ocurre algo similar: 15 clubes
ganadores antes de la sentencia
y seis después; 26 frente a seis
en Alemania; 23 a tres en
Inglaterra y 16 a cinco en Italia.

Limitar las comisiones

Un mayor equilibrio presupuestario
evitaría el despilfarro
en fichajes de clubes, donde,
muchas veces, se deja de pagar
a jugadores de divisiones inferiores.
No sólo desinflaría la
burbuja
que permite diferencias
salariales y de cantidades
por traspaso entre jugadores
como Cristiano Ronaldo y jugadores
de pequeños equipos europeos
o de otros países.

Evitaría el expolio de talentos
de países empobrecidos que
también ha denunciado Platini.
Los grandes equipos pagan
cantidades nimias por jugadores
que ya están formados y a los
que sólo les falta foguearse y algo
de experiencia. Sin embargo,
explotan el talento en su momento
de máxima ebullición,
cuando el precio del deportista
toca techo. Entonces lo venden
para obtener grandes beneficios
o explotan su imagen con fines
publicitarios.

Esos mecanismos contribuirán
a que el flujo de dinero en el
fútbol se invierta en el propio
fútbol. Es decir, que las inyecciones
de capital se destinen a la
construcción de estadios y centros
de formación para jugadores,
en lugar de que los intermediarios
acaparen la riqueza
.

Limitar las comisiones de los
agentes y el número de traspasos
desembocaría en una necesaria
deflación de sueldos inmerecidos
y de traspasos hiperinflados.
Como dice Aulas, “no es
sano que haya agentes vendiendo
al mismo jugador todos los
años y cobrando sin límites”.
El fichaje de menores de 22
años dinamiza las canteras de
los equipos, proceso crucial para
cualquier proyecto futbolístico
con futuro. Pero plantillas de
40 personas en el equipo mayor
dispara los gastos, además de
inflar los presupuestos de los
equipos.

Esto provoca la sobrevaloración
de jugadores
que
luego se tienen que vender en el
mercado para alcanzar los objetivos
presupuestarios. Además,
esta inflación incrementa las
deudas de los equipos con los
bancos y las cajas de ahorro, que
niegan préstamos y créditos a
pequeños empresarios y a autónomos
en plena época de crisis.

Aquí entra la necesidad de
crear reglas
para que los clubes
alcancen un equilibrio a partir
de recursos propios y no de líneas
de crédito sin límites y deudas
de más de 500 millones de
euros, como los de algunos de
los equipos europeos más prestigiosos.
Las fortunas personales
de los presidentes de grandes
equipos, equiparables al capital
mismo del equipo, abren la
puerta a inyecciones millonarias
para fichajes. Como la burbuja
inmobiliaria que ya ha estallado,
un corte repentino a esas inyecciones
en el deporte
pondría a
los equipos en quiebra y arrastraría
al resto. ¿Acaso los clubes
estarían avalados por las fortunas
de sus presidentes?

En el camino

Modelos más equilibrados en el
fútbol supondrían una salvaguarda
al elemento más importante
del deporte: la formación
intelectual, emocional y de valores
en los jugadores. Por cada
jugador que alcanza niveles profesionales,
miles quedan en el
camino por lesiones, frustraciones
y otros obstáculos. Si esas
personas han aprendido algo
más que dar patadas a un balón
todos esos años, podrán reorientar
su carrera profesional hacia
otras áreas o en el mismo deporte
como preparadores físicos o
entrenadores. Pero para eso hay
que saber comportarse en el vestuario,
en un entrenamiento, en
una comida de grupo, en una
rueda de prensa o en una entrevista.

El éxito de los entrenadores
no llega casi nunca en pico
de cigüeña ni es sólo fruto de la
capacidad de ‘acomodar’ en el
campo a las ‘estrellas’. El éxito
suele llegar después de años de
cultivar habilidades físicas y técnicas,
pero también intelectuales,
mentales, culturales y, sobre
todo, éticas. No sólo se trata de
“lo que hacen” los futbolistas, sino
también de “cómo lo hacen”.
En eso radica la diferencia entre
modelos de pelotazo mediático

y los basados en la formación y
en la cultura del esfuerzo.

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Ilustración: Gabi Rubi.
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