LA TELEVISIÓN EN TIEMPOS REVUELTOS
Más embargos, esto es jauja

La crónica de lo que podría venir en los documentales divertidos y para toda la familia.

18/06/13 · 16:31
Sean positivos / Mel

Algunos televidentes, intentando escapar del horror orquestado por los directivos de las cadenas que ocupan los primeros botones del mando, se aventuran más allá del sexto (botón), superan las autonómicas y acaban en los canales que retransmiten programas de la televisión de pago, como Discovery Max o Xplora. Los programas de mayor éxito se distinguen por su forma documental, lo que no quita que aparezca algún instante de ficción, y porque están dedicados a peculiares actividades económicas en EE UU. Desde hace más de 10 años este género televisivo se ha declinado en centenares de versiones, desde el relato de unos que se tiran bajo el hielo ártico para aspirar arena que contiene polvo de oro, hasta leñadores y cualquier tipo de pescador. Son unos productos culturales que hablan mucho del país donde se producen, una tierra que se desarrolla como nación a lo largo de la historia moderna y que por esto considera una “pieza de historia” una máquina expendedora de refrescos.

En las retransmisiones europeas de hace uno o dos años, además que indicar que “aquí la cosa está mal pero podría ir a peor”, se aconsejaba implícitamente al televidente en paro que se buscase la vida en manera no convencional, fuese buscando cangrejos reales cerca de Kodiak, restaurando neveras vintage o encontrando “el chollo” en un almacén abandonado. Para quien ya pensaba en emigrar estaban disponibles los consejos de las imágenes de los controles de aduanas, donde se aprendía que un portugués y un birmano son valorados con los mismos patrones (unos pobres que huyen de un país del tercer mundo) tanto por un estadounidense como por un australiano. A juzgar por lo que se está emitiendo continuamente en dichas cadenas, actualmente vamos cruzando la fase dos de la crisis. Es el caso de Empeños a lo bestia, La casa de empeños y similares. Narraciones de un país en crisis, donde cada uno persigue el sueño americano a su manera y el empeño y el embargo son una praxis convertida en negocio.

Las imágenes que llegan de la desesperación de afroamericanos en Detroit en una cola para vender sus poco valiosas pertenencias son diametralmente opuestas a las que proceden de los locales gestionados por la familia de Las Vegas que comercia en Pedazos de historia. En uno van los “proletarios” y los toxicómanos a vender su oro, incluido el de los dientes, para conseguir el poco dinero necesario para llegar al mes siguiente y son tratados como inferiores por los ricos dueños de la tienda, dedicados a aprovecharse de la necesidad. Por el otro aparecen burgueses que renuncian al mapa que el abuelo conservaba cerca de la chimenea o al fusil de Custer, para obtener el dinero necesario para irse de vacaciones o pagarse una boda. La de Detroit, situada al lado de un casino, es el equivalente de los compro oro que suelen estar cerca de los salones de juego, la otra tiene la pinta de una tienda pija, donde objetos curiosos son valorados por individuos que consiguen sobrevivir en este mundo feroz como “expertos en escupideras”. La variedad de expertos, sobre todo de armas, es un fresco del modelo de capitalismo cognitivo vigente allí e instaurado recientemente aquí, una parcelación del 'saber' con fines de ganancia.

La emisión de estos productos culturales, como sugería un compatriota, puede ser vista con dos enfoques distintos: a) el integrado dice que son programas de moda que hacen felices a los vendedores de espacios publicitarios y que enseñan lados curiosos de una realidad; b) el apocalíptico dice que el poder favorece la emisión de dichos programas porque preparan las masas para lo que está viniendo, con la diferencia que, enseñando un caso extremo como es lo de los “pobres” de EE UU parecen decir a quien está a punto de ser sacado de su casa que le podría ir mucho peor: podrían comer demasiadas grasas saturadas, no tener asistencia sanitaria y ser vecinos de aquel loco que acaba de comprarse un cañón del siglo XIX porqué “hay que estar listos para cuando aquí las calles sean como las de España o Grecia”. (Frase escuchada por boca de una fóbica de la crisis financiera que ha encontrado su solución en almacenar comida mexicana deshidratada y armar toda la familia).

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