Un mariachi republicano

Diez años del espacio DT

25/11/11 · 8:00
Edición impresa

Con la presentación de
Quiere cantar su alegría,
de Alberto García y El
Curro Danza Teatro, a primeros
de noviembre la sala
DT Espacio Escénico
cumplió diez años
de creaciones
y muestras de
danza, danza-teatro y cabaré,
en la madrileña
Calle de la Reina.

Es el último trabajo del
fundador y director de este
pequeño teatro del barrio
de Chueca
y de su compañía
titular, y sintetiza como
el mejor regalo su poética
y su trayectoria.

Quiere cantar su alegría es
un inquietante y tragicómico
solo de palabra, danza y
canción, en el que Alberto
García poetiza e ironiza

–desde nuestro presente
de lobotomía política– su
vida y sus visiones de “gachupín”
en México (es hijo
y nieto de exiliados republicanos
españoles) y sus
contradicciones de mexicano inmigrante en la actual monarquía
constitucional española.

El público está dispuesto alrededor de un escenario circular, rodante,
provisto de lamparillas que el intérprete utiliza como podio para
sus acciones y también como expositor donde va desplegando los
documentos de este álbum de la memoria personal, desde su partida
de nacimiento en México en 1971
hasta su actual DNI español.
En esa pasarela, Alberto García hace su striptease de mariachi, alterna
su relato y sus poemas surrealistas, entona estrofas de canciones
(“Quiere cantar su alegría ami tierra mexicana...”), zapatea y ondula
su cuerpo,
entre pausas de vasos de tequila.

Y su viaje nos rebela que hay un exilio que vivió durante años el ideario
republicano.
“¿Dónde comenzaba la madeja? ¿En un barco? ¿En
un campo de concentración? ¿En una casa bombardeada?... Eran lazos
de ultramar. Nuestro más preciado valor moral. El “nosotros”.

Pertenecíamos. Éramos parte de un sueño”, dice el migrante, y relata
el asombro del niño que en el colegio Madrid de Ciudad de México de
pronto aprende que en su España hubo un golpe de Estado y una guerra,
que hay una dictadura ( “¿Por qué le falta el morado a la bandera?”).
Continúa narrando la indignación del joven que cruza el
Atlántico y descubre que además de masacrada, la República es olvidada,
perseguida y ocultada (Manuel Azaña es enterrado en Francia,
con la bandera mexicana...) “Borracho de nostalgia y de tequilas... La
mía es una historia de mariachis”, ironiza García, en esta riquísima
performance política, que completa su díptico personal iniciado con
España que perdimos, no nos pierdas, un panorama del exilio artístico
español en México, que fue censurado durante el gobierno de Aznar.


Almacén eléctrico

Con varios espectáculos creados desde 1997, entre ellos el cabaré
más antiguo de la cartelera madrileña
(Por una manzana...), la
compañía El Curro DT abrió su sala en 2001, transformando en teatro
un antiguo almacén eléctrico.

Allí ha investigado en la disposición,
desarrollo y recepción
del acto escénico, utilizando todos
los espacios,
desde el escaparate
a sus escaleras y pasillos.

Así, el público ha sido rodeado
por simultáneas Fridas Kahlo en
Pies
para que los quiero, si tengo
alas pa’ volar (2002), ha paseado
con los fantasmas de Juan
Rulfo en Susana San Juan…
(2003), ha recibido en su regazo
a Federico y sus mujeres en
Lorca era maricón (2002)
o ha
ido a la escuela de artefactos de
Nicanor Parra con Llenar el
mundo de violetas (2002), todas
transformaciones insólitas de su
pequeño local y piezas antológicas del teatro-danza madrileño.

Además de su acogida a compañías híbridas de otras regiones,
otra seña de identidad del espacio DT ha sido su apertura al barrio
madrileño de Chueca y a las expresiones escénicas de las diferencias
sexuales, a través del Ciclo Versión Original o del Plataformón Más
Bonita que Ninguna.

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