Erzsébet Báthory, 650 víctimas dan fe de su voracidad
Magia negra, orgullo bollo y plaquetas

Seguimos las huellas del mito de la Condesa Sangrienta y su productividad literaria en el
imaginario gótico/vampírico/lésbico/neorromántic/porno/camp/trash/emo/contemporáneo,
en fin: en el imaginario. Agarraos (al crucifijo más cercano).

17/11/10 · 9:00

“Elizabeth, eres como una bestia.
Vives tus últimos meses.
No mereces ni respirar
El aire de esta tierra,
Ni ver la luz de dios”.
La condesa sangrienta.
Erzsébet Báthory.

“Serás mía, debes ser mía... Tú y
yo debemos ser una sola cosa, y
para siempre”.
Carmilla. J. Sheridan Le Fanu.

“He aquí la historia de la condesa
que se bañaba en la sangre de
las muchachas”. Nobleza obliga.
Hasta para ser mala malísima
hacen falta posibles
. Porque una
puede ser mala de bar, de barra,
de calle, de curro, de patio. Pero
para montarse una producción
gótico-siniestra como aquí la
condesa que nos ocupa hacen
falta posesiones y ocio remunerado
a espuertas, amén de haber
habitado en la Hungría feudal
más salvaje y primitiva del siglo
XVI
. Siendo precaria, celtibérica
y contemporánea como que
cuesta más ser la asesina en serie
más sofisticada de la historia
y crear leyenda, ¿no?.

Por pasos. Leo el Libro de los
récord Guinness –ese registro de
la imbecilidad actual tan ilustrativo–.
Por la S de “supervillana”:
 De Báthory, Erzsébet (1560-
1614). Condesa. La mujer que
más ha asesinado en la historia
de la humanidad: 650 víctimas.
Todas mujeres, todas plebeyas.
Esta doble femenina de Vlad el
 Empalador presenta en común
con el personaje de Bram Stoker
 algo más que una simetría geopolítica,
un castillo aislado en un
páramo y una afección desmedida
por los cuellos pálidos de
las doncellas y sus leucocitos. Es
realmente su anverso histórico:
esta mujer inauditamente culta
para su época
, con un poder político
que asustó a sus adláteres
de la nobleza, acusada del asesinato
y tortura de una caterva de
adolescentes de su comarca y
condenada a morir emparedada
en su propio castillo, inspiraría
al gran Sheridan Le Fanu en
1872, en pleno auge de la literatura
gótica, a escribir su Carmilla,
una novela de vampiresas en
la que, a la chita callando, se inspiró
a su vez el gran Bram Stoker
 para modelar definitivamente la
 patología sanguínea de su
Drácula.

La necesidad de sangre de
Erszébet, lo que la convirtió en
vampira avant la lettre, amén de
una fijación provocada por un
complejo síndrome psiquiátrico
y una tendencia brutal al sadismo,
era justificada por una
creencia esotérica: ella, hipersupersticiosa
y siniestra, obsesionada
con su belleza y aterrorizada
con el paso del tiempo
y sus
consecuencias (aquí sí que fue
una adelantada a su tiempo), creyó
encontrar su panacea en un
bótox ciertamente adictivo y peligroso.

Los baños con sangre
de doncella
conservarían intacta
la imagen temida que el gran
espejo de su castillo le devolvía.
Esta esotérica cirugía plásticavudú,
variante de la magia roja,
le llevaría a la tortura sistemática
y sangrante (literal) de una
tropa de sirvientas sucesivas.

Durante al menos seis años, vivió
un submundo de catacumbas
plagadas de artefactos de
tortura
y casi niñas esperando
una lenta y terrorífica muerte.
Su castillo se convirtió en el palacio
de los horrores por excelencia,
en una clínica antiage
sanguinolenta y macabra.
Esta es la leyenda de la condesa
sangrienta, que sigue dando
lugar a novedades editoriales
interesantes (este año dos: ambas
ilustradas, una en cómic y
otra en álbum). Pero ya antes,
desde el cine, la fotografía y la
literatura, como vimos, este icono
del mal, la Tigresa de Csejte,
también conocida como la Alimaña,
ha resultado muy productivo,
especialmente para la serie
B y el imaginario fantástico contemporáneo
más underground.
La vampiresa caliente y la ambigüedad
o la explícita posesión
vampírica y lésbica
han creado
casi un subgénero dentro del
porno slasher o del giallo (ver
Darío Argento). Un bollo maligno,
¿qué cosa más apetecible y
morbosa para una industria
creativa heteronormativa y
hambrienta de excentricidades?
Desde Maila Nurmi y su
Vampira hasta recientes apariciones
del personaje en videojuegos,
dan cuenta de los réditos
de la leyenda de la condesa
Báthory.

Los historiadores contemporáneos,
sin embargo, afirman
que esta mujer poderosa desde
niña, segura de sí misma y cero
sumisa y dócil, fue víctima de un
complot político
para desactivar
su poder feudal y personal. Una
conspiración y un juicio irregular
basado en rumores habrían
conseguido que la ley la creyera
bruja y asesina. El castillo de
Csejte, aún en pie en un condado
de la Transilvania húngara,
es el único que sabe la verdad
de esta mujer lobo, cuyo blasón
ya llevaba, como en un siniestro
augurio, dos colmillos, un dragón
y las garras de un águila.

Moraleja

Por si os da por ahí, pensáoslo
antes de obsesionaros con el espejito,
espejito. Que hay que
ver cómo acaban algunas con
el temita. Y la magia roja acecha
en las tiendas de santería
.
Todo es empezar. Como dice
Alejandra Pizarnik para cerrar
su libro[IV]: “Ella es una prueba
más de que la libertad absoluta
de la criatura humana es
horrible”.

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