POESÍA SOCIAL: EXTRACTO DE UNA DE LAS ÚLTIMAS ENTREVISTAS A UN POETA ARRINCONADO
Leopoldo de Luis: no son poco las palabras

El 20 de noviembre fallecía en Madrid el poeta
Leopoldo de Luis, a los 87 años. Su obra incluye más
de 30 libros de producción poética propia (recopilados
por la Colección Visor) y varias antologías, entre las
que destaca la dedicada a la poesía social.

05/05/06 · 21:06
JPG - 17.2 KB
LEOPOLDO DE LUIS firmando sus obras tras un homenaje a Alberti en Madrid, 2003. / David López

La militancia poética
le llevó a ser amigo y
admirador de la mayoría
de autores coetáneos,
como Miguel Hernández,
Aleixandre o Pepe Hierro,
a muchos de los cuales
dedicó biografías y antologías
fundamentales para la difusión
de su obra.

Leopoldo Urrutia de Luis,
de formación castellana y
arraigado en Madrid desde
los 17 años, había nacido en
Córdoba en 1918.
Leopoldo de Luis, en vida,
recibió importantes reconocimientos
oficiales, como el
Premio Nacional de Poesía
de 1979 por el libro Igual que
guantes grises, o el Premio
Nacional de las Letras de
2003 por el conjunto de su
trayectoria. Ese mismo año
dio por concluida su labor literaria
con Cuaderno de San
Bernardo, escrito durante la
enfermedad y muerte de su
mujer.

Uno de los momentos más
gratificantes de su relación
con la literatura fue cuando la
editorial Espasa le pidió prologar
una reedición de la
Segunda Antolojía Poética de
Juan Ramón, libro que durante
años había acompañado al
poeta: “en mi cartera de estudiante,
en mi macuto de miliciano
y en mi petate de prisionero”;
desde que lo encontrara
en la Feria del Libro del año
‘36. Esto da una idea del carácter
lúcido de este escritor
que, junto a Borges, se enorgullecía
más de los versos leídos
que de los escritos.
Recordaba su participación
en la Guerra Civil, el tiempo
de cárcel y represión y la censura
de su obra, más allá de la
propia vivencia, como parte
de la experiencia colectiva de
toda una generación.

Poesía y vida cotidiana

Para Leopoldo de Luis la palabra
poética es válida cuando
ofrece un punto de sosiego
y cordura en tiempos vertiginosos.
La poesía no es nunca
un ejercicio retórico, sino parte
de la vida cotidiana, “poesía
es respirar por la herida, y
que a otro le duela la misma
herida es el éxito del poema”.
La crítica literaria contemporánea
tiende a relegar su figura
a un segundo plano dentro
de la ‘poesía social’ que
cultivó su generación; pero su
obra brilla por la preocupación
técnica, el cuidado del
lenguaje, la riqueza imaginaria
y la sincera conmoción por
el mundo que le rodea y el
momento que le toca vivir.

Citando a Camus, definía
su postura como la de un escéptico
al que el pesimismo
aboca a una moral de coraje
en el terreno de los hechos.
Como consecuencia, sus poemas
evolucionan entre la
preocupación existencial (Esa
mujer a mi lado, Nociones de
estadística) y el compromiso
con lo más cotidiano e inmediato
(Patria de cada día, A
Luis, el carpintero de al lado
de mi casa).

Al ser preguntado por la
trascendencia de su obra
frente a la muerte, se decía
convencido del destino del
poeta: “ser condenado por la
indiferencia, ser fusilado por
el olvido”. La única aspiración:
“quizá algún día, años
después, que una persona
abriera un libro, leyera unos
versos y se conmoviera, y que
esos versos los hubiera escrito
yo...” Y nada más; el amor,
los recuerdos, la fe... son meros
consuelos, tablas de salvación
en el naufragio diario
que es la vida.


“Yo no tuve más relación
con la censura que soportarla”


Recogemos fragmentos
de una entrevista
inédita realizada en el
verano de 2003 en la que el
autor repasa su experiencia
literaria y vital:
“Se me pregunta de cuál de
mis obras me siento más orgulloso;
en realidad eso sería
decir mucho (...) puedo
decir de qué libro estoy menos
descontento, porque la
intención y la obra se nos
queda siempre, por lo menos
a mí, distante”.

“¿Cuál fue mi relación con
la censura durante la dictadura
franquista? Yo no tuve
más relación con la censura
que soportarla, yo padecí la
censura, no obstante hay que
decir que tuvo distintas épocas
y fue, a veces, un poco
suavizada por la amistad. Se
publicaban algunas cosas y
sobre todo en poesía, porque
la palabra poética es plurivalente
y siempre dice algo que
está detrás y que no es exactamente
el valor de la palabra
si no su evocación, sus connotaciones
y eso lo hace más
difícil para el censor. Por otra
parte “la poesía es la más inocente
de las actividades humanas”,
claro que también
decían que es “el don más peligroso
del que se dota al
hombre”. Pero con esas dos
interpretaciones, figúrense
ustedes lo que era para un
censor, lo más comprensible
es que no lo hubiera entendido
bien y que, o lo tachara
equivocadamente, o bien lo
dejara y le pareciera insignificante,
hay muchísimas
anécdotas”.

“¿Cuál es mi concepto de
España? Yo creo que vivir es
convivir y para mí España es
unas tierras, unas gentes, en
las que me siento a gusto,
identificado con algunas de
sus costumbres y, como al fin
y al cabo el hombre está limitado
por sus costumbres, me
encuentro, a la altura de mi
edad, muy identificado con el
carácter español. Pero no es
que yo lo considere perfecto
ni mucho menos, al revés, no
hemos conseguido crear una
imagen real, amable y plural
de España, porque el carácter
español es demasiado
apasionado, pero, por otra
parte, muy dado al olvido,
con lo cual es difícil encontrar
acuerdos con unanimidad
suficiente para dar un
carácter definitivo”.
“Cuál es mi idea del amor.
Yo diría que el amor no existe,
es un sentimiento que cada
vez el amante, de por sí, lo
inventa, lo crea para él. De
manera que no se puede hablar
del amor en general, se
podría teorizar sobre lo amoroso
y lo erótico, pero es tanto
como hablar en latín o en
griego, en definitiva es lo mismo.

El sexo y el amor van
unidos, a veces predomina
una de las dos tendencias, las
dos son sentimientos, necesidades
humanas y creo, por
mi experiencia, que el mayor
éxito para el hombre, su mayor
satisfacción es que el
amor y el sexo vayan unidos”.
“Cuál es mi idea de la muerte.
Para hablar del concepto
de la muerte quizá convendría
hablar del concepto de
la vida y para mí la vida es
una manera de tolerar la pena,
vivir en definitiva es una
pena y lo que hace el que vive
es ir tolerándola y por tanto
la muerte es su extinción.

En una sola palabra, la muerte
es la nada, es la consumación,
la degradación de la
materia humana hasta llegar
a la nada. [...] No nacemos;
nos nacen. No tenemos más
remedio que aceptar la vida
tal como es: simplemente, un
esfuerzo por ir atemperando
la pena. La fe es también un
consuelo. El hombre se busca
consuelos en esa lucha
contra la muerte, y la fe es un
consuelo que yo envidio al
que la tiene. Por otra parte se
plantea la presencia de Dios,
su existencia o no existencia...
Para mí, Dios es una
explicación provisional, ahora,
es posible que si no existiera,
el hombre acabaría por
inventarlo”.

QUÉ ES LA
POESÍA

«Hay un pequeño apólogo que
es muy representativo de lo que
es la poesía. Se trata de un
hombre que se sentía inquieto
por algo, no sabía por qué,
estaba desasosegado, y un día
llega a su casa y encuentra a
su mujer delante del cestillo de
costura, en el que hay madejas
de distintos colores. Él coge
unas cuantas hebras y las
aprieta en el puño, y cuando
abre el puño lo que sale son
mariposas volando por la estancia.
Las va cogiendo cuidadosamente,
con el índice y el pulgar,
las recoge en el cuenco de la
otra mano y la cierra. Cuando
abre esa otra mano, ahí siguen
las madejas de colores.
Esto, ¿puede creerse? Pues sí,
debe creerse porque eso es la
poesía: una realidad que en
manos del poeta se embellece
y se transforma, pero sigue
siendo la realidad».
_ LEOPOLDO DE LUIS

Tags relacionados: Libros
+A Agrandar texto
+A Disminuir texto
Licencia

comentarios

0

separador

Tienda El Salto