EL DEBATE SOBRE PROPIEDAD INTELECTUAL EN EL MUNDO DEL LIBRO
Lecturas libres frente al canon

1. ¿Cómo os afectan las posibilidades de copia y reproducción que abren las nuevas tecnologías?

2. ¿Cómo valoráis el papel de las entidades de gestión de los derechos de autor?

3. ¿Conocéis el movimiento copyleft? ¿Veis las licencias Creative Commons como una alternativa viable?

4. ¿Cómo valoráis medidas como el canon a las bibliotecas y la prohibición de préstamo público que
incorporan ahora muchos libros?

18/07/07 · 18:25
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Ilustración: LO MÏNIMO.

La actual concepción
hegemónica sobre
propiedad intelectual
afecta profundamente
al mundo editorial.
Varios autores opinan sobre
esta situación.

CARLOS TAIBO PROFESOR Y ENSAYISTA

1. En principio nos benefician:
permiten que lleguemos
a más gente. Si el autor está
preocupado por los ingresos -lo cual sucede poco en quienes
nos vemos en mundos
marginales como el del ensayo -, esas nuevas posibilidades
apenas aportan nada.

2. Me parece bien, en términos
generales, que los autores,
el patito feo en muchos
de estos negocios, peleen por
conseguir un reparto más justo
de los beneficios. Es verdad,
con todo, que el hecho de
que las entidades de gestión
sean comúnmente privadas
plantea problemas, en su caso
graves, al respecto.

3. Conozco ese tipo de iniciativas,
y me parecen muy saludables.
De hecho, la editorial
en la que he publicado muchos
de mis libros, Catarata,
aplica desde siempre fórmulas
que permiten la difusión
de los textos sobre la base de
la simple mención de su origen.
Es verdad, con todo, que
entre quienes queremos movernos
en un mundo alternativo
siempre se plantea una
duda: pujar con rotundidad
por fórmulas innovadoras -asumiendo que éstas se hallan
poco desarrolladas y que
la difusión de los textos es difícil - o aceptar las reglas que
imponen grupos editoriales
que garantizan una distribución
solvente. Yo estaría encantado
de encontrarme con
una edición pirata boliviana
de cualquiera de mis libros.

4. Estoy radicalmente en contra
de ambas medidas, aunque
entiendo que quien
contempla la escritura como
trabajo y como fuente de beneficios
vea las cosas desde
otra perspectiva. Trabar el
crecimiento de las bibliotecas
es a mi entender una aberración,
y una medida contraproducente:
lo único que se hace
es acabar con eventuales lectores
del futuro.

ANTONIO ORIHUELA. POETA E HISTORIADOR

1. Positivamente, es la forma
de acabar con la tiranía de los
grandes grupos de comunicación,
poder difundir tu
obra por canales y formatos
no monopolizados y de acceder
a otros productos que
sería imposible encontrar en
un mercado fuertemente normalizado
y estandarizado.

2. Es un error el papel de poli
malo que han asumido, lo
mismo que es triste que tengan
que ser instituciones privadas
las que finalmente gestionen
el dinero público que
van a devengar de esta actividad.
La administración pública
tendría que haber asumido
el valor social de la
creación cultural y la producción
intelectual, reconociendo
la labor de los productores
favoreciendo su inserción
socioprofesional, etc. Esta falta
de marco público de referencia
ha hecho que el par de
medidas sociales que han
puesto en marcha las instituciones
privadas puedan alzarse
como incontestables,
pues no hace falta recordar
que, más allá de los nombres
de siempre, este trabajo es el
paradigma de la precarización
laboral y las relaciones
de producción capitalista.

3. Sí, claro, lo son. Es algo que
todo autor debería gestionar
con su editor o productor
pues no lesiona los derechos
de éstos y benefician la difusión
de la obra.

4. Es otra acometida más en
la privatización de lo público.
Una mala noticia para quienes
creemos en el bien común
pero estupenda para reafirmar
y continuar con la naturalización
de las políticas neoliberales.

ENRIQUE FALCÓN. POETA

1. Nos abren posibilidades
que una distribución convencional
no consigue ni alcanzar.
La red es especialmente
apropiada para el formato de
un poema; favorece su publicación
y permite que los textos
lleguen a mucha más gente, y por redes geográficas
mucho más diversas. Por cada
ejemplar en papel de alguno
de mis libros sé de buena
tinta que no menos de cinco
personas descargan una copia
digital y gratuita.

2. La cultura no tiene dueño.
Es más: no sólo creo que el
fin de toda obra artística exige
un acto de comunicación;
también creo es un verdadero
suicidio cultural recurrir a
intermediarios que restrinjan
ese fin. Os podéis imaginar
cuál es mi posicionamiento
ante entidades que, como la
SGAE, demuestran estar más
al lado de las cuentas corrientes
que de impulsar y favorecer
los intercambios sociales
de la cultura. Las maniobras
de presión mafiosa de la
SGAE, su lógica mercantilista
y el corporativismo del que
hace gala son tres buenas razones
para que un escritor no
quiera ni colaborar con ella.

3. Sí, conozco ambas realidades,
y ambas consiguen
potenciar el acceso libre a
expresiones literarias y artísticas
liberadas de la lógica
prohibicionista que manejan
la SGAE y el actual sistema
de propiedad intelectual. En
la medida en que las licencias
Creative Commons abogan
por un uso racional de
los derechos de autor, facilitarían
enormemente el intercambio
de cualquier obra artística.
Ya sólo con su existencia
se está dando paso a
un proceso de debate y reflexión
sobre los derechos del
‘autor’ y el acceso y la distribución
de la cultura, reflexión
que, al menos aquí en
España, estaba siendo más
que necesaria.

4. Bueno, son medidas increíblemente
estúpidas. Me cuesta
imaginar cómo a alguien se
le ha podido ocurrir esto.

ANTONIO MÉNDEZ RUBIO. POETA Y ENSAYISTA

1. Las nuevas tecnologías
(NN TT) abren un campo casi
infinito de nuevas opciones en
cuanto al uso y la difusión de
contenidos. En el caso de la
poesía, sin embargo, mi
apuesta sigue siendo por la
desnudez y la precariedad de
la palabra escrita. En ese sentido,
no confío demasiado en
el impacto deslumbrante de
las pantallas, ni siquiera como
lector. El hábito de lectura y
recepción que tiende a proponer
la pantalla no es siempre
una ayuda para una escritura
que se quiera intempestiva,
lenta, carnal.

2. Hacen sin duda un trabajo
necesario en muchos niveles.
Pero con la creación no debería
olvidarse el lema de las revueltas
campesinas medievales:
Omnia sunt communia,
todas las cosas son comunes.
La poesía, como el arte en general,
debería ser anónima,
como en su origen popular.

3. Por qué no. Son apuestas
inseguras, pero con un campo
inmenso por delante, cuyo
trazado depende también de
decisiones personales, micropolíticas,
en las que tenemos
retos pendientes y necesarios.

SANTIAGO ALBA RICO. FILÓSOFO Y ENSAYISTA

1. Las NN TT cuestionan los
límites del mercado como filtro
regulador de la producción
cultural. Para los escritores
no comerciales, a los que
el mercado no puede asegurar
medios de subsistencia,
las NN TT nos ofrecen la posibilidad
de un horizonte potencialmente
ilimitado de lectores
puros. Por lo demás, no
hay que olvidar que eso que
se llama autor no es más que
una suma activa de lecturas y
que lo que garantiza el acceso
libre a las obras es la formación
de nuevos autores. La defensa
interesada de esos límites
ha acabado por imponer
la absurda idea, aceptada incluso
por sus víctimas, de que
los autores deben ser protegidos
de los lectores, lo que resulta
muy elocuente respecto
del tipo de cultura compatible
con el capitalismo. La verdad
es que la única forma de proteger
al autor es proteger a los
lectores: esos lectores libres,
desinteresados, formados y
diversificados que constituyen
la materia prima de toda
creación.

2. Es difícil no pensar inmediatamente
en la SGAE. Si se
trata de defender el secuestro
de la cultura por parte de los
oligopolios empresariales entonces
hace falta una mafia
que reprima a los usuarios. Lo
más inquietante es que sean
los propios creadores los que
acaban financiando y apoyando
estas mafias. Una verdadera
Sociedad General de Autores,
soviet de creadores
libres unidos, lucharía contra
estos límites empresariales,
exigiendo leyes en favor de
las pequeñas productoras, las
pequeñas editoriales y los autores
minoritarios.

3. Me parecen excelentes iniciativas
para un período de
transición hacia el socialismo.
Permite al autor prohibir que
se prohíba la circulación de
sus obras, liberándolas para
todos aquellos que quieren
usarla y mejorarla, y no venderla
(o comprarla). Permite
lo más natural, que es también,
como decía Silvio Rodríguez,
lo más difícil bajo el capitalismo:
hacer un regalo.
Ése es un derecho al que ningún
autor debería renunciar.

4. Si el lector es el enemigo, si
es sospechoso de querer leer,
si no se puede evitar que lo
haga, al menos que pague por
ello, como los que sólo quieren
comprar. No me parece
extraño, una vez se ha aceptado
la lógica capitalista, que
las mafias obliguen a pagar a
los campesinos sus propias
semillas y a los lectores sus
propios pensamientos.

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