ENTREVISTA A LOS AUTORES DE 'LA GUERRA QUE NOS HAN CONTADO'
La verdad, la memoria y la historia de la Guerra Civil española

Pablo Sánchez León y Jesús Izquierdo son dos
historiadores de trayectoria intensa que acaban
de presentar su último libro, editado por Alianza;
un trabajo valiente que seguro que abre la caja
de Pandora en la historiografía de la Guerra Civil.

18/01/07 · 0:00
JPG - 2.5 KB
JESÚS IZQUIERDO.

La guerra que nos
han contado, 1936
y nosotros, que así
se titula la obra,
reivindica el papel de la
hermenéutica para aproximarse
al estudio de los años
‘30 españoles, tan cercanos
pero tan lejanos. Los autores
critican con dureza la
manera con que se viene
construyendo la historia
dentro del mundo académico
español y reivindican espacio
para interpretaciones
o relatos distintos. Además,
exigen honestidad al profesional
de la historia para
que no esconda tras parapetos
de cientifismo y positivismo
relatos excluyentes
y míticos sobre la contienda.
Quizá lo más sorprendente
de su planteamiento
es el combate que libran a
favor de un espacio ciudadano
de recuperación de la
memoria fuera del yugo de
la historia oficial, sea de un
signo o de otro.

DIAGONAL: ¿Por qué escribir
un libro como éste, reconociendo
que no sois especialistas
en la Guerra
Civil?

PABLO SÁNCHEZ LEÓN:
Aunque no somos expertos
en la guerra, sí sabemos
bastante sobre los problemas
con que se hacen los
relatos sobre la guerra; si
en algo somos un poco expertos
es en historiografía,
en filosofía de la historia. La
verdad es que todo lo que se
ha debatido públicamente
acerca de conocimiento sobre
la Guerra Civil española
tiene muy poca altura porque
no reflexiona sobre cómo
se construyen los relatos.
La cuestión es que todos
los relatos, con independencia
de quién los escriba,
están cortados por un
patrón muy similar, y había
que analizarlo.

D.: Habláis del fenómeno
Moa criticando la actitud
que ha venido adoptando la
academia.

JESÚS IZQUIERDO: La
academia debería tener alguna
responsabilidad en hacer
frente o en contestar a alguien
que tiene todo el derecho
a articular el relato de la
Guerra Civil que quiera. Moa,
como ciudadano, puede escribir
lo que considere pertinente
sobre el conflicto. Silenciar
al otro, como ha hecho la academia
con este autor es una
actitud poco cívica. Ayer fue
él pero mañana podemos ser
nosotros. Dicho esto, hay que
señalar que Pío Moa es un caso
extremo de autores que sólo
utilizan la evidencia que es
favorable a sus puntos de vista;
y además su trabajo es criticable
por el tono cruel y
agresivo de los relatos, y sobre
esto último no se ha escrito
una palabra.

P.S.L.: De todas formas a
nosotros nos importa otra
cosa. Hay un paradigma de
la historia del siglo XX, la
llamada historia social, que
ha entrado en barrena hace
tiempo y los historiadores
no terminan de reconocer
lo que les afecta a ellos de
esa crisis. Eso afecta a los
relatos de la Guerra Civil.
Esto es, principalmente,
porque los historiadores
han caído en el encantamiento
de creer que su trabajo
consiste en hacer una
cosa tan difícil y gratuita
como es el conocimiento
por el conocimiento. El
acontecimiento traumático
de la guerra civil merece como
mínimo, en pleno siglo
XX, el derecho a otros planteamientos
epistemológicos
que el mero conocimiento
por el conocimiento.

D.: Habláis de historia y de
memoria, habláis incluso
de Walter Benjamin y su visión
de los relatos desde la
memoria. ¿Qué relación
hay para vosotros entre historia
y memoria?

J.I.: La historia, en cierto
sentido, es el consenso colectivo
sobre nuestro pasado,
los estados-nación generaron
academias para
que crearan relatos sobre sí
mismos. En cierto sentido
ambas categorías tienen un
componente que las une,
esa necesidad de generar
biografías.

P.S.L.: Aunque la historia y
la memoria son cosas bien
distintas -son relatos que
operan en niveles diferentes-,
nosotros intentamos
decir que hay algo en lo que
sí se parecen por mucho
que la historia sea de hechos
y la memoria de grupos
o personas: tienen en
común (y por eso están enlazados
incluso institucionalmente)
que imaginan el
pasado de manera familiar,
poco distanciada, y ése es
el tipo de historia que a nosotros
no nos gusta. Nuestra
propuesta es clara: necesitamos
otra manera de hacer
historia. Una forma de entender
el pasado como un
mundo que genera perplejidad,
extrañeza, dudas, incertidumbres,
donde uno se
hace la pregunta de “no entiendo”.
Esa debe de ser la
pregunta primera del historiador
que reivindicamos.
Lo que pasa es que sobre la
guerra de 1936 es justo donde
menos nos hacemos esta
pregunta del “no entiendo”.

D.: Según el libro, lo que
sucedió en 1936 es “intraducible”,
ininteligible...

P.S.L.: El texto da a entender
que toda aproximación
al pasado es necesaria y posible
sólo hasta un punto, a
partir del cual la comprensión
es ciertamente compleja.
Cuanto más comprensible
te parece un texto de los
años ‘30 más debes dudar
de que lo estás entendiendo.
Ése es el axioma fundamental.
Pensamos que por
hablar el mismo idioma podemos
entender hoy sin
grandes problemas lo que
fue escrito hace 75 años y
no es cierto. Deberíamos
hacer el esfuerzo de entender
las palabras de nuestros
abuelos, sin dar por sentados
sus significados.

J.I.: Yo insistiría en que
nosotros no abogamos por
un conocimiento con correspondencia
con la verdad
intrínseca de la realidad
pasada sino por un conocimiento
como derecho a
creer, y eso te lleva a la doxa
y no a la verdad; te lleva,
no al templo académico, sino
al ágora de la polis donde
los discursos se intercambian
y se construyen
creencias, todas lícitas, aunque
no todas asumibles.
Porque hay un tipo de conocimiento
que acentúa la beligerancia
y la agresividad,
la crueldad. Apostamos por
relatos que tiendan a generar
convivencia. Esto es posible
gracias a, o a través
de, sabios, es decir, de
aquellos que tienen la habilidad
de promover la conversación,
la persuasión, no
la conversión.


LECTORES DESENCANTADOS

D.: ¿Quién os gustaría que leyera
este libro?

J.I.: Mi lector idóneo es alguien
que haya leído sobre la Guerra
Civil y se haya confrontado con
su propia insatisfacción, con
cierto desencanto ante los libros
leídos. Me gustaría que fuera un
público crítico con nuestra obra,
incluso que dijera “no me lo
creo, pero tengo que tener en
cuenta lo que aquí se dice”.

P.S.L.: Pretendemos llegar a
gente que esté metida en el
debate de la memoria como
herramienta para crear cultura
política; los académicos acusan a
estas tendencias de ser sectarias
y partidistas, y no puede ser de
otra manera si desde los historiadores
sólo se ofrecen relatos de
verdad absoluta.

DISCUSIÓN 'HISTÓRICA'

El día 4 de diciembre en la Fnac
de Madrid se presentó el libro La
guerra que nos han contado,
1936 y nosotros. Ante una sala
abarrotada, hablaron de manera
elogiosa, pero no acrítica con la
obra, Elena Hernández Sandoica,
catedrática de Historia Contemporánea
de la UCM; Isaac Rosa,
novelista, autor de El vano ayer,
obra premiada con el galardón
Rómulo Gallegos; y Emilio Silva,
presidente de la Fundación por la
Recuperación de la Memoria Histórica.
Se escucharon propuestas
como la de aproximar la historia a
la literatura o viceversa, la de
implicar a los ciudadanos en los
debates históricos o incluso de
que habrá un antes y un después
de la aparición de este libro, al
menos en el ámbito académico.

Tags relacionados: Libros Militarismo
+A Agrandar texto
+A Disminuir texto
Licencia

comentarios

0

separador

Tienda El Salto