MONTAJES / Festival Escena Contemporánea
La rabia y la transgresión de Müller, protagonistas del X Ciclo Autor

TEATRO DE LA ESQUIRLA, METATARSO PRODUCCIONES Y R.E.S.A.D. Estreno: Teatro Pradillo, Madrid. Próximas actuaciones en abril (Metatarso) o sin concretar.

05/04/06 · 1:16
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En pocos años, los esfuerzos
de la Sala Pradillo
por acercar al público
las figuras más destacadas
del teatro contemporáneo
han hecho de su ciclo una de
las citas más esperadas en los
teatros madrileños. Las nueve
primeras ediciones del
Ciclo Autor se han encargado
de hacer justicia a dramaturgos
incomprensiblemente
poco representados, como
Caryl Churchill, B. M. Koltés
o Harold Pinter, a quienes por
medio de montajes, conferencias
y debates se les situó en
el lugar que merecían. Con estos
precedentes, no era de extrañar
que su décimo año despertase
grandes expectativas.

Y el autor elegido no las decepcionó.
Del 13 al 24 de febrero
la Sala Pradillo y la Real
Escuela Superior de Arte
Dramático (RESAD) hicieron
revivir a Heiner Müller, precisamente
la misma figura con
la que se abría el primer ciclo
y uno de los mayores renovadores
de la escena europea de
la segunda mitad del siglo XX.
En Müller, la detonación
implacable de las convenciones
teatrales convive con el
más beligerante compromiso
social. Su teatro, si bien nace
y se amamanta de Bertolt
Brecht y del realismo socialista,
acaba, en palabras del director
del ciclo Vicente León,
por encontrar “su particular
manera de desarrollar, sobrepasar
y cuestionar las fórmulas
de su maestro”. Pues más
allá de su herencia brechtiana,
lo que define a Müller es
sobre todo su innegable energía,
manifestada a través de
montajes, intensamente físicos
donde las descargas de
impulsos se desencadenan
acto tras acto.

Crueldad y belleza

Esa misma visceralidad no
ha faltado en la representación
de sus obras más significativas.
Dirigida por Vicente
León, la compañía Teatro de
la Esquirla puso en escena
MedeaMaterial y La MáquinaHamlet.
Trabajos correctos,
marcadamente corales y
de una destacable fuerza visual,
aunque lastrados en
ciertos altibajos por interpretaciones
que no aprovecharon
las posibilidades que
Müller ofrece. El monólogo
antibelicista de Camino a
Wolokolamsk, a cargo de
Metatarso Producciones (en
la foto) mantuvo la garra del
texto. La radicalidad del autor,
la misma que le hizo ser
criticado y censurado en las
dos alemanias, ha sido bien
visible a lo largo de todo el ciclo,
donde se echó el cierre
con el estudio sobre la crueldad
que supone Cuarteto, dirigida
por Ainhoa Amestoy.

Otro hilo conductor en todas
las obras lo ocupa la pasión
obsesiva por el lenguaje,
algo que se estudió detenidamente
durante las charlas y
conferencias y que Stephan
Suschke, antiguo compañero
del dramaturgo, definió
como la capacidad según la
cual “los acontecimientos
más crueles se pueden describir
con una belleza absoluta”.
Encontrar esa belleza
fue la preocupación máxima
de Müller. En las primeras
semanas de febrero, al acudir
a Pradillo, cientos de espectadores
salieron también
con la sensación de haberla
encontrado.

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