El escritor Kiko Amat plantea en su novela 'Eres el mejor, Cienfuegos' (Anagrama) otra mirada sobre la caída y resurrección de una medianía de hombre de mediana edad.

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Si gustas de las novelas adolescentes escritas por cuarentones, trufadas de referencias que sólo entendéis tú y una élite de iniciados, y te devora la insatisfacción fruto de un presente incapaz de valorar (y recompensar) el talento que le habita, aléjate de la última novela de Kiko Amat. O, tal vez, no. ¡Acércate! pero con cuidado porque Eres el mejor, Cienfuegos te va a arrear una bofetada de padre.
Charlamos con el autor sobre las crisis de la edad, las lecciones que nos regalan, la aceptación como modo de superarlas y, sigan leyendo si no me creen, sobre cómo alcanzar la trascendencia; la auténtica, la fetén. Si éstos son tus temas, permítete el lujo de ir creciendo al ritmo de los personajes de las novelas de Kiko.
Cienfuegos es una novela sobre como la cagamos los tíos, sobre todo entrando en cierta edad…
Efectivamente, mis novelas son muy de tíos. Me sorprende cuando alguien me valora un personaje femenino, porque lo que me sale de inmediato al escribir es el espíritu de los tíos. Sé lo que piensan, conozco su marca particular de dolor, conozco la defensa de pretender ser más duro de lo que realmente eres, lo blandas que están sus vísceras cuando aparentan estar de vuelta de todo… todo esto sin que suene a ¿te gustan las almejas o los caracoles?
A mí siempre me llaman la atención tus personajes femeninos, quizá por el punto de idealización que trasmiten.
Como no tengo ni idea de cómo son, en general, las mujeres… Sólo conozco a tres o cuatro: mi mujer, mi madre, mi hermana, etc. Así que sí: son versiones un poco idealizadas. Pero reales, debe haber mujeres así.
El gran tema de tu última novela es “la caída libre” pero sin recreación, como paso necesario para mirar hacia delante.
A mí me interesaba explicar el indulto de un hombre. El concepto clave de la novela es un tío que se limpia y amanece otro. Esto puede sonar un poco cristiano pero trata de un tío que mira cara a cara a sus errores, ve su culpa, la hace suya y sin querer eludirla asume “esto es lo que he
hecho y habrá una forma de mejorar” e intenta volver al periodo de inocencia, a cuando aún era puro. Y luego está también la mecánica de la trama… No puedes contar esto a través de un personaje que desde el principio sea guay. En este sentido, las mujeres son mucho más sabias. Pero los hombres hasta que no estamos buceando en el fangal, o bailando semidesnudos en la barra de un bar, rodeados de prostitutas e invitando a rondas a desconocidos, no nos damos cuenta de en qué nos hemos convertido.
Resulta curioso lo recurrente de estas crisis, toda vez que la vida te fuerza a aceptar el rol de adulto ¿por qué crees que se produce?
El miedo es un factor fundamental. En el fondo, somos unos niños mimados. Toda la glorificación del rol de Peter Pan…
¡Es una mierda!
¡Es una mierda! La gente antes se hacía mayor de otra manera. Mi mentalidad es un poco viejuna-victoriana-gran depresión-uvas de la ira. Y lo digo como alguien que ha cambiado de forma de ser. Que también ha podido bordear el entorno quejica. ¡No, tío! ¡Sé como el caballo de Rebelión en la Granja! Los hombres de antes sacaban a su familia adelante sin lloriquear… En Catalunya se llama “el que sostiene el pajar”. Volviendo a la novela, me interesaba que Cienfuegos rechazará todo el rollo Peter Pan que no es sino autoindulgencia, vanidad y terror a la responsabilidad.
Me parece muy interesante lo natural que resulta en la novela el proceso de corrupción, de transformación en el “podrido”, sin necesidad de recurrir a cataclismos externos…
Para mí esto es vital. Intenté en un primer intento que la responsabilidad no fuera de Cienfuegos y me di cuenta de que volvía a escribir un libro en que la culpa era de otros. Y tuve que levantarme una mañana, armarme de valor y tirar el manuscrito porque sonaba demasiado deshonesto. Mi esposa dice que no tengo imaginación emocional y tiene razón: puedo inventarme mil escenarios y aventuras, pero las emociones tienen que ser vividas.
En la novela es bastante preciso el instante catártico en que Cienfuegos, frente a su ex vida, entra en el terreno de la aceptación, tras su suerte de vía crucis.
Cada uno necesita el tipo de golpe que requiera su oscuridad. Hay gente que necesita cosas muy pequeñas, otra a la que le hace falta la muerte de un progenitor, la paternidad o una ruptura muy bestia… Mi experiencia me dice que te tienes que pegar el Gran Morrón, que incluya, a ser posible, ridículo público, vergüenza, un montón de culpa… algo que funcione de despertador moral. Si no, es imposible cambiar.
Está muy presente en la novela el tema de la paternidad como detonante del cambio, tanto cataclísmico como, a la postre, redentor.
Esto viene directo de la vida real. Hay gente a la que no les afecta en absoluto, tanto en lo malo como en lo bueno: no les hace replantearse su vida entera. Somos los que estamos en el medio, los que ni ideamos Treblinka ni somos ángeles, a los que la paternidad nos fuerza a revisar nuestro código moral.
Cienfuegos podría ser el arquetipo de quien, teniéndolo todo, sufre esa pulsión insatisfecha de esperar algo más de la vida.
Esa insatisfacción es de las sensaciones más alienantes que puede vivir un tipo. Ser feliz es la única perspectiva espiritual que uno debe atender, disfrutar de las bendiciones que tienes. Y más si somos blancos europeos… Hay un gag que se titula White People Problem que explica que tus problemas no son ni problemas. Tu problema no es tu móvil, sino la mierda de vida que llevas alrededor de tu móvil...
Ahí entra la cuestión de qué es lo verdaderamente importante.
Mi parte favorita del libro es el momento en que Cienfuegos observa a su hijo recién nacido y entiende que tiene delante su salvación, envuelta para regalo y con aspecto de niño. Eso está directamente sacado de mi vida y es el momento en el que entendí el significado de la palabra trascendencia, que hasta entonces había utilizado para hablar de discos guays o novelas que me gustan. Pero esa trascendencia resultaba un poco relativa. El auténtico significado de esta palabra, de la cual sólo habías oído hablar a predicadores locos, Hare Kishna o straight edge detestables, es una iluminación. Y existe. //
La Rabia es el 15M, es nuestra
Campamento en Plaza de Catalunya, soplo de aire fresco, solidaridad, palos de la policía, portal informativo de los indignados... (frenazo). Un momento, ¿los indignados?¿Habla Amat del 15M en Eres el mejor, Cienfuegos?
Afirmativo, pero con licencias. No transcurre en primavera, no se llama 15M, ni se habla del libro de Stéphane Hassel, sino que Amat emplea el poético La Rabia, y, como resalta el crítico Jordi Corominas, la acampada parece sostenerse en el tiempo como algo eterno, sin fin. Pero es toda una declaración de intenciones esa mirada política y social de la obra de Amat, más cuando se trata de la historia de un egoísta que debe, por fuerza, aprender a dejar de serlo.
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