IBSEN A TRAVÉS DE SUS PERSONAJES
“La existencia es una charca fétida y pantanosa”

Henrik Ibsen fue para los libertarios el primer gran referente social del arte escénico en la literatura universal. Para sugerir posibles montajes describimos cuatro de sus obras: ‘Casa de muñecas’, ‘Espectros’, ‘El Pato Salvaje’ y ‘Un enemigo del Pueblo’.

J.V.C

04/01/07 · 0:00
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EL TEATRERO NORUEGO. Las obras de Ibsen (1828-1906) fueron el
revulsivo de una sociedad dominada por los valores victorianos./Geirarne

Nadie como el dramaturgo
noruego
(ver DIAGONAL
nº 37) supo, sin
abandonar la calidad literaria,
plasmar tan vivamente
hasta su muerte en 1906 los
entresijos de un mundo burgués
anquilosado y degradante,
un mundo de viciados
personajes que es desenmascarado
perfectamente a
través de la tragedia y la
mentira vital, motivo insistente
en la obra de Ibsen.

Casa de muñecas (1879),
su pieza más aclamada,
plantea de forma magistral
la falsa vida burguesa en que
se hayan inmiscuidos sus
personajes, vida basada en
la supuesta opulencia, el éxito
y las relaciones sociales
aparentes. Nora y Helmer,
los protagonistas, conforman
un matrimonio ejemplar
a ojos de los demás, y
reúnen los rasgos propios de
su clase, la burguesa, cuyos
privilegios no pueden bajo
ningún concepto perder: clasismo,
nivel económico alto,
visión humillante de todo
trabajo físico, encuentros sociales
estereotipados (sirva
de muestra el baile que acontece
en el acto tercero, cuando
Helmer acusa a Nora de
haber danzado con demasiada
naturalidad), doble moral...
Estamos pues ante una
idílica estampa matrimonial,
hasta el punto de que el pobre
Rank, médico amigo de
la familia que se haya a las
puertas de la muerte es, según
Helmer “el fondo sombrío
de nuestra resplandeciente
felicidad...”. Pero la
falacia cae seguidamente,
justo en el momento en que
Helmer descubre el asunto
del préstamo pedido por
Nora años antes, que pone
en entredicho su reputación
social y de manifiesto que su
esposa no es una muñequita
vacía como él pensaba. Al final,
todo desemboca en la
ruptura matrimonial por
parte de Nora, que pasa a ser
el personaje capaz de acabar
con la gran mentira de
su vida cuando decide
abandonar el hogar sin pensar
en el qué dirán, y con
ello, todos los viejos valores
sociales y religiosos en los
que se funda su clase.

Frente al clasismo
y la mentira vital

Esos mismos valores también
son cuestionados en
Espectros (1881), su obra
más naturalista, donde Ibsen
ataca a la Iglesia a través de
la figura del Pastor Manders
(hombre oscurantista, conservador
de su posición y
materialista, lascivo en algún
momento...), la falsedad
de la vida doméstica burguesa
(matrimonios infelices,
adulterio, esclavitud de la
mujer...) y las convenciones
sociales en que se sustenta
la decadente clase social dominante,
repleta de seres espectrales.
El clasismo, la
mentira vital y la descomposición
del mundo burgués
reaparecen en El pato salvaje
(1884), aunque en este
caso quien se propone desmontar
la hipocresía burguesa
desde el principio es
Gregorio, que considera a su
padre un ser ruin culpable
de la “charca fétida y pantanosa”
en la que se ha convertido
la existencia cotidiana
de su amigo Hialmar. El espíritu
antiburgués que puebla
las obras de Ibsen, también
las más reconocidas,
como las que acabamos de
analizar, es la principal causa
para que los ácratas lo eligieran
prácticamente como
padre del teatro anarquista.

En el caso de España, sus
obras fueron traducidas y
representadas en no pocas
ocasiones, sobre todo Un
enemigo del pueblo (1882),
la obra que mayor sensación
causó en los libertarios.
Además de llevar al extremo
los componentes típicos del
teatro social ibseniano, contiene
un fondo marcadamente
político que puede
polarizarse en los dos hermanos
que van a enfrentarse
durante toda la obra: el
alcalde, máximo símbolo de
la burguesía prohibicionista
y autoritaria, y el doctor
Stockmann, personaje que
encarna el ideal libertario,
un hombre libre que se opone
al poder establecido.
Stockmann no duda en llevar
su posición antisistema
hasta el final, cuando acorralado
en su lucha decide
educar a sus hijos libremente
y poner a su familia a salvo
de un entorno opresor y
maldiciente.

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