‘LA BESTIA FELIZ’. La coreógrafa Sol Picó ha creado una mujer que necesita quitarse los accesorios del cuerpo / Sol Picó

Frente a la multiplicación
y banalización
de ferias y festivales
teatrales, el FITM se
esfuerza por evitar el consumo
de arte en grandes dosis
como compensación al vacío
imperante. El festival es la
forma adjetiva de la fiesta, y,
como formato, conserva la
grandeza en su celebración.
Después de un cuarto de siglo,
el FTIM sigue alternando
el teatro clásico grecolatino
(este año se podrá ver una
versión de Los Persas, la tragedia
griega de Esquilo más
antigua conservada, reescrita
por Calixto Bieito y Pau Miró),
con el teatro de repertorio
europeo y con los trabajos
más experimentales programados
en otros festivales europeos.

Marta Carrasco presentará
en el Teatro Alameda
(11 y 12 de enero) J´arrive…!
Los mismos días, la compañía
francesa Rumpelpumpel
presentará Quartett, de
Heiner Müller, en francés
con subtítulos en castellano,
y con actores de la Comédie-
Française, que da empaque.

Experimentación desde y
para el cuerpo

Del abanico que este año
desplegará el ‘festival de festivales’,
destaca también La
Ribot, rompedora compañía
madrileña de las fronteras de
la danza contemporánea.
Después de su performance
40 espontáneos, llega al
Centro de Arte Contemporáneo
de Málaga sólo un
día (19 de enero) para currarse
cinco horas de Laughing
hole - Agujero risueño, un trabajo
que continúa la investigación
sobre la noción de masa-
cantidad-número y su presentación
en un espacio determinado.

El 25 y 26 de enero, se podrá
ver Estriptis, un conjunto
de seis piezas de seis artistas
que aceptaron la propuesta
de la productora Elsinor para
trabajar el desnudo en el escenario.
Sobresale el trabajo
de la Picó, que ha reciclado
material para crear en La
Bestia feliz una mujer que, según
la propia coreógrafa, “se
sube literalmente por las paredes
y necesita desprenderse
de las grandes prótesis de
pechos, glúteos o barriga que
lleva adheridas a su cuerpo”.
Por su parte, los gallegos
Matarile Teatro estrenan el 1
de febrero Animales artificiales.
Con la inteligente Ana
Vallés como autora y directora,
además de intérprete, el
veterano equipo sólo repetirá
una vez su nueva criatura en
Málaga, al día siguiente.
La compañía suiza Teatro
Malandro estrena (5 y 6 de febrero)
en España su Maître
Puntila et son valet Matti (El
señor Puntila y su criado
Matti). Un montaje que recoge
18 años de trabajo sobre el
movimiento del cuerpo y su
proyección en el espacio, dirigido
por Omar Porras.

El colectivo teatral estadounidense
Lucidity Suitcase
Intercontinental (LSI), estrenará
(8 y 9 de febrero) ¡El
Conquistador!, de Taddeus
Phillips y Tatiana Mallarino,
la historia de un campesino
colombiano que llega a la
gran ciudad con el sueño
americano de ser estrella de
telenovela y sólo encuentra
trabajo como conserje.
Queda lejos la Málaga industrial,
mercantil y portuaria
que en el XIX tenía once
teatros en funcionamiento y
varios teatrillos de barracón
para marineros precarios.

Después del hundimiento del
sector siderúrgico y textil que
deprimió la zona en la primera
mitad del XX, fue la malagueña
Ángeles Rubio Argüelles
quien, en los ’60, usó su
fortuna personal para construir
de las cenizas culturales
un teatro de tipo bombonera
de lujo, un corral de comedias,
una compañía estable y
la escuela de teatro que hoy
sigue funcionando.

El Festival de Teatro Grecolatino
fue el precedente de
un FITM que nació en 1983,
dentro del proyecto ‘Málaga,
año dos mil’. En el contexto
del turismo a gran escala, esta
iniciativa permitió iniciar la
remodelación del Teatro Cervantes.
EL FITM se haría durante
muchos años entre julio
y agosto, a razón de un espectáculo
semanal representado
tres veces. Con el ‘fenómeno
Marbella’, se construyeron
auditorios teatrales en las
ciudades de la costa malagueña,
pero éstos no han seguido
los pasos del Festival.