LITERATURA
La conquista de la ficción

Fanfiction: dícese de aquellos relatos que se crean a partir de otros ya existentes (películas, novelas...), llevando a sus personajes por nuevos derroteros. Exploramos este fenómeno cultural que reivindica su derecho a habitar y hacer suyos los mundos de la ficción.

29/11/12 · 12:01

Una fan de la saga Crepúsculo fantasea con que sus personajes favoritos practiquen lo que su pacata creadora apenas les deja hacer: sexo, mucho sexo. Escribe Master of the Universe, una obra derivada en la que los vampiros por fin hacen gala de su fama y se enzarzan en todo tipo de juegos sexuales. El manuscrito tiene que ser retirado de las páginas de fans por su contenido sexual explícito y la autora (que cambia su seudónimo de Snowqueens Icedragon al sobrio E. L. James) decide publicarlo en su web. Una reescritura y cambio de nombre de los personajes por aquí, un buen agente por allá, y voilá: el nuevo fenómeno literario de la temporada, 50 sombras de Grey, vendido con la dudosa etiqueta de “porno para mamás”.

La anécdota sirve para ilustrar el devenir de la ‘fanfiction’, relatos de ficción escritos por fans a partir de sus novelas, películas o series favoritas. Aunque la práctica de reescribir o derivar obras de ficción es tan antigua como la literatura misma, el fenómeno de la fanfiction surge como tal en los años ‘60, cuando los aficionados a Star Trek comienzan a publicar en fanzines ficciones a partir de la serie. Más que una pretensión artística o económica, estos relatos se escriben con ánimo de llevar la historia original hacia nuevos derroteros, imaginar tramas y relaciones entre personajes, y ser disfrutados por otros aficionados.

De forma paralela, en Japón sucede algo parecido con los cómics y novelas manga. La aparición de internet, y en especial de la web 2.0, provoca un crecimiento espectacular de la fanfiction. Primero a través de listas de correo, más tarde con blogs, wikis y foros, internet facilita a los fans una infraestructura para compartir, comentar y difundir estas creaciones. En 1998 se crea fanfiction.net, el archivo más grande de este tipo de creaciones en la web, que cuenta con nada menos que 2,2 millones de usuarios y miles de historias en más de 30 idiomas.

Prolífica y dedicada, la comunidad de fans no sólo se ha esforzado por crear historias, sino por clasificarlas en géneros y categorías. Una consulta a la completísima entrada de la Wikipedia nos permite asomarnos a esta enciclopédica labor. Tenemos historias que suceden en un universo alternativo al mundo de la ficción original (en el que, por ejemplo, la princesa Leia y Luke Skywalker no son hermanos sino amantes). Otras juegan con el género (y convierten, por ejemplo, a Crepúsculo en una comedia), combinan historias y personajes de fuentes diferentes (Matrix se encuentra con Star Wars), o dan protagonismo a personajes secundarios.

Públicos subalternos

Las y los espectadores homosexuales encontraron en la fanfiction un terreno abonado para dar rienda suelta a sus fantasías, acostumbrados a leer entre líneas y a imaginar romances entre personas del mismo sexo dada su práctica ausencia en la ficción de masas. Así surgen el slashfiction y el femslash que, respectivamente, imaginan relaciones gays y lesbianas entre personajes. Algunos de los hits de este género son, cómo no, el affaire entre Kirk y Spock de Star Trek, o la reina de género bollo, Xena la princesa guerrera.

Tampoco es casualidad que un gran número de las autoras de fanfiction sean mujeres. Aunque muchos de los relatos que escriben son convencionales historias románticas, expresan la necesidad de dar voz y protagonismo a personajes femeninos y de reapropiarse de géneros tradicionalmente considerados masculinos como la ciencia ficción. De hecho, una de las variantes de la fanfiction en la que el protagonismo femenino es abrumador es el vidding, la práctica de crear vídeos musicales que remezclan fragmentos de películas o series. Muchos de estos vídeos no se quedan en el homenaje a sus ficciones favoritas: amplían el contenido original, inventan nuevas relaciones o reinterpretan y critican determinados aspectos. Nadie está a salvo: en manos de la comunidad vidder, clásicos del cine de acción más testosterónico se convierten en épicos romances gays y el acartonado vampiro de Crepúsculo se revela como un enamorado bastante pelmazo.

La fanfiction también ha aterrizado en las redes sociales. En Twitter, por ejemplo, proliferan las cuentas ficticias creadas por aficionados que tuitean como si fuesen el personaje original. Quienes echen de menos El ala oeste de la Casa Blanca pueden apaciguar la morriña visitando las cuentas de los personajes de la serie, que interactúan entre ellos y comentan la actualidad política.

Aprendizaje informal

Aunque el fenómeno surge en EEUU, no es exclusivamente anglosajón: también en castellano hay una pujante comunidad de fanfiction. Visitar uno de los principales portales hispanos, fanfic.es (con quien hemos intentado infructuosamente ponernos en contacto) produce cierta ternura. Las numerosas remezclas de El señor de los anillos, Harry Potter o Crepúsculo nos hablan de una comunidad formada en su mayor parte por adolescentes y niñas y niños que dan sus primeros pasos en la ficción.

Si hace unos 15 años eran sobre todo mujeres mayores de 20 años quienes escribían ficción amateur, en la actualidad a estas escritoras se ha sumado una nueva generación que ha descubierto la fanfiction por internet. Se trata de chicas y chicos que están aprendiendo a escribir de forma colaborativa, con relatos que los demás usuarios comentan, critican y ayudan a mejorar. Este aprendizaje informal de la escritura, que está teniendo lugar al margen de la escuela y sin el control de los adultos, ha llamado la atención de numerosos estudios. Una de las personas que más atención ha dedicado a este fenómeno es Henry Jenkins, analista mediático que señala que a través de estos relatos los jóvenes fans también aprenden a colaborar entre ellos, a expresar sus ideas y emociones a través de la ficción o a compartir y comentar sistemas de valores.

Para Jenkins la fanfiction es un síntoma de cómo están cambiando las cosas en el ecosistema mediático. Si con la cultura de masas se produjo una separación entre quienes hacían cultura y quienes la disfrutaban, en los últimos años asistimos al desarrollo de un nuevo paradigma, que él llama “cultura participativa”. En ella, las fronteras entre creadores y consumidores se desdibujan gracias a que éstos últimos participan activamente en la creación de contenidos. Fenómenos como la fanfiction “reparan el daño causado por una cultura progresivamente privatizada”.

Jenkins analiza en Convergence culture (Paidós) una de estas experiencias a través de la historia de los fans de Harry Potter. Cuando se hizo con los derechos de la saga para convertirla en una franquicia cinematográfica, Warner Bros comenzó a cerrar webs de aficionados al mago. Niñas y niños se encontraban de repente con cartas intimidatorias que les amenazaban con emprender acciones legales por violar derechos de autor. Lejos de amedrentarlos, el gigante mediático provocó la ira de los fans. Una estadounidense de 13 años, Heather Lawver, organizó a las comunidades de fans en la liga de Defensa Contra las Artes Oscuras para luchar contra su particular Lord Voldemort. A través de ella, los jóvenes fans reclamaron su derecho a participar en la creación de historias y lograron que Warner Bros diese marcha atrás en su política.

Casos como el de Heather han llevado a otras corporaciones a emplear estrategias menos restrictivas y más inteligentes. Algunas han visto a la comunidad de fans como una aliada fundamental para promocionar y difundir sus productos, otras han ido más lejos y han tratado de fagocitar algunas de sus prácticas.

La difusión masiva de la fanfiction por internet, y los consiguientes choques con las corporaciones propietarias de los copyrights, ha tenido la virtud de poner sobre la mesa preguntas centrales sobre autoría y propiedad intelectual. ¿Dónde quedan la originalidad y el prestigio de la autoría cuando escribir y difundir relatos ya no es algo reservado para unos pocos? ¿Quién tiene derecho a desarrollar y habitar los universos que genera la ficción? ¿Hasta qué punto una historia es propiedad de su autor? ¿Es la ficción –y por ende la cultura– una tierra de todos y todas que hay que cuidar y proteger?

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comentarios

0

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    Lectora
    |
    10/05/2013 - 9:00am
    No se trata de que el libro sea sobre sexo o no, ni del rol de la mujer que se enseñe en él. Se trata de que una patata tiene más calidad literaria que eso.
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    Pier
    |
    09/02/2013 - 9:16am
    "Estamos, al cabo, ante una historia no muy alejada de las corrientes que reclaman para la mujer la mitad de todo: la mitad de los orgasmos –en este caso alguno más–, la mitad de la belleza –moneda de- vuelta a los que se pretenden con derecho a juzgar el físico femenino sin ser juzgados–, la mitad de la riqueza, la mitad de la explotación –ajena– y la mitad del no querer saber." Reivindicación femenina pedestre, que sólo busca un lugar al sol del patriarcado. Belén Gopegui, como siempre, magistral.
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    Lectora1
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    09/02/2013 - 9:08am
    Si se habla de su "calidad literaria" es que se ha leído y una patata no se lee
  • Rebeca Pú
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