INDUSTRIA CULTURAL VERSUS INTERVENCIÓN ESTÉTICA
La autogestión del hecho escénico

La existencia de espacios
autogestionados y polivalentes
permite a los artistas mostrar su
trabajo desde plataformas
distintas a los circuitos oficiales.

11/06/06 · 0:18
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CREACIÓN INDEPENDIENTE. Ante la mala distribución de los recursos públicos, muchos artistas deciden crear sus propios espacios y modelos de gestión. // Peer Reede

Son los eternos problemas
que agotan a
grupos y compañías
de teatro: la imposibilidad
de disponer de espacios
para crear, experimentar
y representar sus montajes, la
burocratización e inaccesibilidad
de los circuitos oficiales,
y, a la postre, la inexistencia
de redes de producción y distribución
autogestionadas. La
mayoría de los profesionales
del teatro constata compartimentación
e incomunicación
en el hacer escénico, a pesar
de que muchos de ellos se conozcan
o sean amigos. Muchos
‘profesionales’, investidos
del poder que otorga la
comodidad de la aceptación
institucional remunerada, no
dudan en criticar la cartelera
y los modos de creación, producción
y distribución: la industria
cultural, al fin y al cabo,
de la que forman parte.
A su vez, los teatros se han
convertido en espacios infrautilizados:
grandes o pequeños,
bien equipados (iluminación,
sonido, escenario,
butacas, calefacción), sólo
proponen actividad teatral algunas
tardes-noches con gran
desvinculación hacia el barrio
en el que se ubican y una ocupación
media que no llega a
la mitad del aforo. Los teatros
más convencionales suelen
abrir sus puertas sólo a ruedas
de prensa y a compañías
de renombre que actuarán en
el espacio con tiempos de trabajo
muy limitados.

Realidades embellecidas

Madrid tiene más de 60 salas
de teatro alternativo; algunas
de ellas funcionan con políticas
de programación y precios
diferentes a los teatros
convencionales, pero se
echan de menos líneas de estilo
propias, espectáculos de
calidad, ‘días de paga lo que
puedas’, ‘2x1’, descuentos a
jóvenes y parados... Salas como
la El Teatro de la Puerta
Estrecha, centros culturales
independientes como el espacio
Youkali, la Coordinadora
de Asociaciones Culturales de
Madrid, la Asociación Cultural
José María de Llanos (dinamizadora
desde los ‘80 de
una cultura salida de los barrios),
la carpa Carampa o algunos
centros sociales okupados
(La Piluka, Raíles Verdes...
y en el pasado, El Laboratorio)
dan cabida a actividades
teatrales de diferente
índole y calidad. Barcelona
posee más de 50 espacios escénicos
alternativos; algunos
han apostado por el teatro catalán
subvencionado (bajo la
iniciativa del Institut del
Teatre) y otros por una programación
más abierta (Sala
Beckett, Espai Brossa), pero
es en los centros sociales okupados
donde se han fraguado
muchos proyectos que ahora
son profesionales (desde Nou
Barris y su escuela de circo
autogestionada, a las propuestas
teatrales que se recogían
en La Hamsa).

La concentración de actividad
teatral (poco plural y no
siempre de calidad) en Madrid
y en Barcelona desvela
un desierto escénico y es consecuencia
de una mala política
teatral (ver DIAGONAL
números 3 y 4). Según la
SGAE, la asistencia al teatro
ha crecido un 7% entre 2003 y
2004, especialmente en la vertiente
de actividad aficionada
o semiprofesional (un 23%
más). También ha aumentado
la recaudación anual
(131.800.000 euros en 2004:
el 45% en Madrid y el 21% en
Barcelona), pero las compañías
profesionales acaparan
la mayor parte y son las que
protagonizan las funciones de
pago, ya que casi dos tercios
de las funciones de las compañías
aficionadas y semiprofesionales
son gratuitas.

Aunque la estadística embellezca
el momento actual,
en el Estado español no hay
tanta gente que vaya al teatro
de forma habitual y paradójicamente
muchas propuestas
contemporáneas no encuentran
su sitio, víctimas de una
estructura teatral débil que,
durante los años ‘80 y ‘90, institucionalizó
la práctica escénica
y dejó en el baúl de los
recuerdos un teatro sociopolítico
que estaba por encontrar
nuevas formas estéticas.

Tercer sector teatral

En este contexto, aparecen
colectivos capaces de reformular
una alternativa al modo
de producción del que
ellos mismos se declaran víctimas.
La suma de experiencias
teatrales autogestionadas
por la ciudadanía puede
conformar el ‘Tercer sector
escénico’.

DIAGONAL se ha puesto
en contacto con tres espacios
autogestionados en Europa
para conocer sus modos de
funcionamiento: el Silo Theatre
de Ámsterdam, el Teatro
Polivalente Occupato de Bolonia
y el Antic Teatre de
Barcelona.

Los tres son espacios escénicos
autogestionados en plena
actividad; están inventando
nuevos modelos basados
en la creación propia y en la
estructuración de redes independientes.
Aunque en su
modo de funcionar haya diferencias
(okupación o alquiler,
autofinanciación o subvención,
relación con los teatros
convencionales o no), los tres
son espacios multidisciplinares
que recuperan los hábitos
del centro cultural para relacionarse
con el barrio, y abren
cada día. Cada uno ha oído
hablar del otro, pero no se conocen
personalmente, ni
han trabajado juntos.

Los impedimentos económicos
para encontrar espacios
de vivienda y de trabajo
para artistas son conflictos
comunes en Europa. Milou
Veling, artista del Silo, explica
que “raras veces funcionamos
en un teatro, hacemos
nuestros propios escenarios
fuera de las ubicaciones
habituales. Desde luego
nuestro modo de vida y funcionamiento
crea otra clase
de trabajo”.

Semolina, directora de
programación del Antic
Teatre y de la compañía
Semolina Tomic, asegura
que en Barcelona “el Antic
está tapando un hueco de la
institución porque no ha habido
voluntad para experimentar
nuevos caminos.
Ahora nos han invitado a
Cambridge para dar una
conferencia sobre nuestro
modelo de gestión”.

Uno de los actores del
Teatro Polivalente Occupato
(TPO) de Bolonia explica
que “el TPO es un centro
poliédrico de cruce entre el
teatro, la música electrónica,
las artes visuales, la investigación
coreográfica y los laboratorios
sociales”.
Todos están de acuerdo en
que las salas tienden a la especialización
de géneros, pero
pocas logran dinamizar el
espacio y mantener una programación
intensa. Por ello,
los tres proyectos han optado
desde su gestación por la
multiplicidad y mezcla de
géneros. En el Antic y en el
TPO se pueden ver, escuchar
y hacer dramas, performances,
danza, multimedia,
circo, música, literatura, cine,
documentales, conferencias
y exposiciones. El Silo
muestra todo ello a través de
las estructuras que crea para
la calle.

Tanto el TPO como el
Antic tienen políticas de programación
que distan de los
objetivos habituales (rentabilidad
económica, continuismo
teatral). Funcionan con la
idea de visualizar propuestas-
como dicen los críticos-
‘arriesgadas’ y ‘de calidad’;
apuestan por la gente joven y
establecen un contacto humano
con los artistas y con
su barrio.

El Silo Theatre investiga
nuevos espacios en cada uno
de sus espectáculos y mantiene
el espacio okupado AMD
como taller, vivienda y teatro.

El Silo y el Antic han tenido
subvenciones; el primero
por parte de la Embajada holandesa
y el segundo por
parte de la Generalitat. “Se
nos puede criticar por recibir
una subvención, pero en
otros países es normal. Hay
un montón de viejas fábricas
ocupadas en Francia que
ahora tienen subvención y
que siguen experimentando”,
responde Semolina.

Los tres tienen una idea
muy similar de la relación
que establecen con los espectadores:
reciprocidad y
activación para la puesta en
escena. En sus montajes el
Silo busca la desaparición de
las figuras del actor y del espectador
para dotar al espacio
de toda su importancia.
“Nosotros trabajamos un
teatro de imágenes y fomentamos
encuentros como el
Festival Robodock”, dice Milou.
“El Estado español está
bastante retrasado con respecto
a las realidades de
otros países europeos”, confiesa
Semolina.

Tener problemas con las
autoridades es algo que también
comparten: desalojos,
criminalización de la actividad
en la calle o normativas
represoras para locales culturales.
“No entendemos el
teatro sin el activismo político,
porque convocar a una
obra ya es político”, comentan
en el TPO. En este principio
de siglo, todo apunta a
la creación paulatina de nodos
europeos en los márgenes
de los circuitos oficiales.
Por ello, estos espacios son
un desafío a los caminos
convencionales que rompen
las paredes de los viejos edificios
con olor a naftalina.

TEATRO POLIVALENTE OCCUPATO

El TPO comienza en 1995 con la
okupación de un teatro abandonado
propiedad de la Academia de
las Artes de Bolonia. Un grupo de
artistas y estudiantes limpian el
edificio y estructuran una incesante
actividad cultural que durará cinco
años y por la que pasarán centenares
de compañías italianas y europeas.
El 20 de agosto de 2000 el
desalojo policial tuvo gran repercusión
en toda Italia: la Administración
alegó el incumplimiento del
Reglamento de locales públicos,
mientras los colectivos de artistas
reivindicaban el espacio como
sede autogestionada de proyectos
teatrales. Ese mismo año, después
de una larga negociación con el
Ayuntamiento, consiguen la cesión
de otro espacio, un antiguo acuario
de 7.000 m2 desplazado del centro
de la ciudad donde las actividades
culturales se multiplican dentro del
tejido asociativo de Bolonia: el teatro
se autofinancia, tiene su propio
centro de medios y un laboratorio
de desobediencia social; es lugar
de reunión de proyectos como
Indymedia Italia y Telestreets (el
TPO reunió en 2002 el primer
Hackmeeting). En la actualidad,
son ocho las compañías de teatro y
danza residentes: Amorevole Compañía
Pneumatica, Stamina, VI-KAP
y Zimmer Frei, en teatro, y el Gruppo
Elettrogeno, Centro di Ricerca
Coreografica, Compañía Mantanimercante
y Lola Fuller & The Gang
en danza. Otros grupos contribuyen
al crecimiento del teatro a través
de talleres especializados (gestualidad,
movimiento, nuevas tecnologías
escénicas...). Este centro social
es un ejemplo de imbricación entre
el teatro y el activismo político.

C/ Lenin, 3. Bolonia
[Ir a->http://www.ecn.org/tpo]

ANTIC TEATRE

El 23 de abril de 2003 varias personas
entraron en el Antic Teatre,
un antiguo centro cívico abandonado.
Durante un mes limpiaron el
espacio, lo alquilaron como espacio
de ensayos de varias compañías
y en dos meses empezaron una
primera programación con el director
y actor Roger Bernat. Después
de dos años el Antic es un espacio
teatral con programación estable
cinco días a la semana por donde
pasan artistas locales e internacionales
de la escena alternativa europea.
Semolina Tomic y Col.lectiu
Anatomic son las compañías residentes
y la asociación cultural El
Molino Atomic gestiona el espacio
con el apoyo de personas del propio
mundo artístico: Veronique Oliete,
Andreu Morte (director de la
sala del Mercat de les Flors), las
compañías Sergi Faustino e Iglooo
(Álvaro Uña), el director Joan Simó,
los mimos Pierre Pilate y Sophie
Borthwick, Amaranto Teatre, Alberto
Pacco (escenógrafo, técnico y
actor), los Hermanos Oligor (circenses
y performers), la bailarina
Maria Stoyanova y la productora
independiente MOM (Marta Oliveres
Management).
Autogestionados a través de un
bar, de las cuotas anuales de tres
euros que pagan sus casi 7.000
socios y de la entrada a los espectáculos
(siempre de seis euros: tres
para la compañía y tres para el
espacio), en 2004 el Antic recibe
el Premio de la Feria Internacional
de Teatro y Danza en Huesca a la
programación más innovadora. Hoy
está patrocinado por la cerveza
San Miguel y lo apoyan el Departamento
de Cultura de la Generalitat
y el Instituto de la Cultura.

C/ Verdaguer i Callis, 12. BCN
[Ir a->www.lanticteatre.com]

SILO THEATRE

El Teatro del Silo se creó por 40
artistas que okuparon a principios
de los '90 un silo de grano del siglo
XIX, abandonado en los '80. Situado
sobre la orilla del río Ij, hacen
del silo una «colmena de actividad
multicultural subterránea» con restaurante,
galería, panadería y talleres
para el barrio.
De Kaar onder de brug (El Silo bajo
el Puente) en 1995 fue su primera
producción. Durante 17 días, 2000
personas se sentaron en un carrusel
para ver en horizontal pequeñas
cajas con objetos y escenas en el
propio silo de grano. En 1996 crearon
De Pannenkoek Fabriek (La
Fábrica Pankake), una historia sobre
seis habitantes de una enorme fábrica,
cuya vida diaria gira alrededor
del proceso de producir hojalata. Al
año siguiente, presentaron Torentijd
(La Torre del Tiempo), una torre de
15 metros de alto donde se representaban
proyecciones con el público
en su interior.
Después de una larga batalla con
el Ayuntamiento de Amsterdam, el
Gran Silo fue desalojado y demolido
en 1998 para hacer apartamentos
de lujo. Sin embargo, el trabajo
del Teatro del Silo continuó con De
Vertraging (La Deceleración), con
la que consiguieron un subsidio
estatal para mover la torre en festivales
holandeses. Ahora el colectivo
vive en otro terreno okupado en
la periferia oeste de Amsterdam, el
ADM, donde confluyen otros grupos
de Teatro de imágenes. Otros
trabajos del genio imaginativo del
Silo Theatre son W.E.G. (Oerol
Experiments) en 1999 y 60 Degrees
(Los 60 grados) en 2003, que
todavía se representa.

C/ Hornweg, 6. 1045- AR
Amsterdam-Westpoort

[Ir a->www.silotheater.nl]

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