LAS 'AVENTURAS DE ALICIA EN EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS'
La apuesta por la imaginación en tiempos sombríos

La reivindicación de las fantasiosas obras de Lewis
Carroll ‘Aventuras de Alicia en el País de las Maravillas’
y su continuación, ‘A través del espejo’, resulta
imprescindible en esta época de utilitarismo y razón
práctica que desprecia todo lo creativo y lo imaginativo.

05/12/06 · 0:00
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RUPTURA DE LA LÓGICA. Lewis Carroll apostó por el ingenio narrativo y por la irreverencia hacia lo establecido.

Pocas obras poseen la
fuerza evocadora y
el desconcertante torrente
de fantasía de
Aventuras de Alicia en el País
de las Maravillas y A través
del espejo. Las dos novelas de
Lewis Carroll son un compendio
extraordinario de ingenio
y fabulación; un alegato libérrimo
a favor de la imaginación,
de la liberación de los
cánones y corsés sociales que
no puede quedar relegado al
olvido o al menosprecio.
Descomunal fue el valor del
escritor al presentar una obra
de estas características, aún
innovadoras en nuestros días,
en pleno siglo XIX británico,
en 1865. Carroll va más allá
de la fantasía, pues ésta aún
depende del principio aristotélico
de coherencia: apuesta
por el absurdo, por el irracionalismo
puro, adelantándose
de manera increíble a las vanguardias
históricas. Las peripecias
de Alicia no tienen ni
pies ni cabeza; son un desfile
de seres maravillosos, de sucesos
extraordinarios, ilógicos,
pero basados en la vida
cotidiana real (no son sino
reinvenciones de animales,
objetos y de hechos posibles),
asumidos con naturalidad por
los personajes y los lectores.

Lógica juguetona

Así, Carroll renuncia a la lógica,
al orden decimonónico.
Las aventuras de Alicia guardan
tan sólo una mínima relación
en sí mismas y entre sí,
ya que destruyen la relación
causa-efecto casi de inmediato,
en un par de páginas o incluso
párrafos.

Pero el autor no ignoraba
las leyes de la lógica. En absoluto.
Es más, Carroll era un
amante de la matemática lógica
y de las paradojas lógicas.
De hecho, publicó varios
libros al respecto. Sin embargo,
él tomaba el aspecto más
lúdico de aquello. De manera
un tanto extraña para un serio
profesor de matemáticas,
optó por encontrar el lado juguetón,
divertido y creativo
de la lógica. Y también del
lenguaje. De este modo, el
texto está plagado de juegos
de palabras, dobles sentidos y
equívocos que, a la vez que
aportan comicidad, resultan
todo un acto de irreverencia
hacia lo establecido.

En ese sentido, cabe recordar
su poema Jabberwocky,
donde inventa palabras que
suponen una fusión de dos
términos, las ‘palabras-maleta’
que contienen dos significados,
como snark, resultante
de unir snake y shark, con lo
que crea un animal fabuloso
(algo así como ‘serpiburón’).
Por todo ello, la historia de
Alicia ha supuesto, años más
tarde, un referente absoluto
para el surrealismo, y objeto
de estudio privilegiado de
los psicoanalistas. Pero la
fuerza imaginativa de Carroll
escapa de toda interpretación
encasilladora.

¿Literatura infantil?

El público adulto, insertado y
encajado en las normas sociales,
rechazó y rechaza esa máxima
expresión de la imaginación
y la desplazó hacia el
mundo infantil, incapaz de
aceptarla. De ahí las versiones
para niños e incluso la
dulcificada adaptación cinematográfica.
Bien es cierto
que el primer texto surgió de
cuentos que el autor improvisaba
para unas niñas, pero
Carroll no escribió un relato
infantil, doctrinal y didáctico
(no se enjuicia ni la iniciativa
propia de la niña ni su carácter
abierto), sino que se dejó
llevar por su ingenio narrativo
para romper la lógica empírica
vigente, la formalidad
y, en definitiva, la represión
de la mente del ser humano.

Aventuras de Alicia en el
País de las Maravillas y A
través del espejo son unas
poderosas armas con las que
abordar un mundo limitado
y cuadriculado con normas y
leyes sociales, reacias a lo diferente,
a la creación... al
pensamiento libre, en suma.
Reivindiquemos el poder de
la imaginación.

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