El mundo no volverá a sentir el aguijón de J.G. Ballard, un escritor en la línea de los malditos, que
planteó una realidad más que posible: un futuro sin apenas emociones, en el que el aburrimiento
huele como un cadáver en una fosa séptica.
- Placental Insufficiency, collage de J.G. Ballard publicado en la revista Ambit 45, 1970.
Sobrevivió a un campo de concentración
japonés durante la
Segunda Guerra Mundial, estudió
medicina sin graduarse, fue
piloto aviador, periodista y portero
del teatro inglés Covent
Garden, vivió para verse considerado
un gran visionario del
presente y del futuro, James
Graham Ballard (Shangai,
1930), escritor y cuentista, murió
el pasado mes de abril víctima
de un cáncer de próstata y
dejó como testamento un sin fin
de obras literarias, testigos impresos
que narran y reflejan
nuestra vida actual con gran
precisión, críticas devastadoras
que pocas veces se encuentran
en la literatura.
Su historia como escritor comenzó
con la publicación de una
novela semi-autobiográfica, El
imperio del sol, que años después
fue llevada al cine por
Steven Spielberg. Es una novela
bastante convencional y suave
en comparación con las 18 colecciones
de relatos, 19 novelas
y dos compendios de ensayos
que publicó con posterioridad,
Pese a ser uno de los máximos
exponentes de la ciencia
ficción y un gran precursor del
cyberpunk, Ballard no dejó de
abarcar otros géneros literarios;
la fantasía, la novela de postguerra,
la novela especulativa y posmodernista,
la necro-tecno-pornografía,
la novela de misterio,
negra y policíaca.
Palabras y profecías
Si ojeamos un periódico y tomamos
diferentes noticias al azar,
podríamos encontrarnos con
encabezados y noticias idénticas
a los argumentos de los libros
de Ballard. En sus primeras
cuatro novelas narró la destrucción
del mundo por causa
de los elementos naturales, el
aire en El viento de la nada
(1962), el agua en El mundo sumergido
(1962), el fuego en La
sequía (1964) y la tierra en El
mundo de cristal (1966). Esta tetralogía
reúne sus obras más
importantes dentro del género
de la ciencia ficción.
En 1996 comenzó una trilogía
que forman Noches de cocaína
(1996), Super-Cannes (2000) y
Milenio Negro (2003). Los escenarios
de estas novelas difieren
en cada una. En Noches de cocaína
el paisaje lo conforman las
urbanizaciones para jubilados
ricos y aburridos que disfrutan
del sol y la playa en un universo
creado para el descanso, hasta que alguien comienza a provocarlos
y a darles una razón para
salir de su descanso “eterno”.
Super-Cannes transcurre en
distintos polígonos industriales
y Milenio Negro se desarrolla
en los suburbios de la clase media.
En Milenio Negro, Ballard
expone su teoría de que la clase
media es el nuevo proletariado,
aburrido y controlado, y propone
que el ser humano no debe
sentirse nunca cómodo porque
“necesita tensión, estrés e incertidumbre”.
Esta trilogía emite una crítica
desgarradora, trata temas
como la violencia, el terrorismo
y la adicción al trabajo pero,
más allá de esto, Ballard explica
que no existe un sentido en
el mundo, que las respuestas
no aparecen y que hay un vacío
intocable, infinito y desesperante,
que convierte al futuro
en algo aburrido y estable.
Ballard era amante de las
psicopatologías. En febrero de
1984 publicó un credo para una
revista francesa, en la que señalaba
sus obsesiones: creía en
las razones, en la furia y en las
alucinaciones. Era una carta
tan larga que uno puede comprender
su mundo, lleno de
universos paralelos en los que
cada personaje era una extensión
de sus peores perversiones.
Lo único que él quería era
crear inseguridad para tener
una cita con la revolución.
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