Desde hace unos años, una nueva hornada de mujeres humoristas demuestra que la comedia no es cosa de hombres, amplía sus registros y, sobre todo, nos hace reír.
inforelacionada
“¿Por qué piensan que ‘gorda bollera’ es un insulto? Para mí significa ‘como pollo frito y coños’.”
Margaret Cho
En abril, el blog Women aren’t funny de la revista Bitch hacía un recorrido por el tópico, que cada tanto alguien pone de actualidad, de que las mujeres no son capaces de hacer humor. El artículo incluía citas de intelectuales y cómicos, y hasta delirantes estudios “científicos” que trataban de demostrar la falta de gracia del género femenino basándose en cuestiones evolutivas. Basta con echar un vistazo a la espectacular irrupción desde hace unas décadas de mujeres cómicas para comprobar que el cliché hace aguas por todas partes.
Quizás el caso más representativo es el del programa televisivo de referencia en humor en EE UU, Saturday Night Live (SNL), en el que desde los años 70 se han forjado humoristas tan destacados como John Belushi, Eddie Murphy, Chevy Chase o Bill Murray. Este late show, protagonizado en su mayor parte por humoristas varones, con guionistas varones, fue haciendo sitio poco a poco a cómicas y guionistas. El punto de inflexión llegó en 1999 cuando Tina Fey, que entonces sólo se dedicaba a escribir, fue nombrada jefa de guionistas. De pronto, muchos de los guiones estaban escritos por mujeres, para ser interpretados por mujeres, y las grandes estrellas del programa eran cómicas como Maya Rudolph, Kristen Wiig o Amy Poehler. No sólo eso: los registros del humor se ampliaron considerablemente y las actrices tenían a su disposición una amplia gama de personajes; los papeles estereotípicos que en otras épocas habían interpretado iban quedando atrás.
Este cambio no se limitó a SNL. En televisión encontramos cada vez más series cómicas protagonizadas, escritas, dirigidas o producidas por mujeres. Las ya consolidadas Fey y Poehler cuentan cada una con vehículo propio: la primera creó 30 Rock a partir de su experiencia en SNL, y la segunda interpreta a una concejala en un anodino ayuntamiento en Parks and Recreation. La que fuera cantante de Sleater-Kinney, Carrie Brownstein, protagoniza junto con Fred Armisen la comedia Portlandia, una serie de sketches con diferentes personajes del paraíso progre en que se ha convertido la ciudad de Oregón. Una de las incorporaciones más recientes es Lena Dunham, que con tan sólo 27 años tiene su propia serie, Girls, sobre cuatro amigas precarias y disfuncionales que viven en Brooklyn.
El éxito de estas cómicas en televisión ha convencido a la siempre conservadora industria cinematográfica de apostar por ellas. El taquillazo en que se convirtió hace un par de años La boda de mi mejor amiga, coescrita por Kristen Wiig y protagonizada por ella y Maya Rudolph, parece haber abierto el camino a toda una serie de comedias con protagonismo femenino. Además de películas que hacen una versión femenina del género colegas-se-van-de-fiesta-loca (Bachelorette) o que reivindican la escatología como terreno femenino (Pitch Perfect), algunas como Baby Mamma abordan temáticas como la maternidad tardía o la dificultad para conciliar trabajo y esfera privada.
Páramo español
Pero, ¿y en España? Curiosamente (o no) cuesta encontrar equivalentes femeninas a Tina Fey o Kristen Wiig. Más allá de las cómicas que practican humor costumbrista (Paz Padilla, Las Virtudes...) y de actrices cómicas que no escriben su propio material, lo más cercano a las mujeres de SNL es una esforzada Eva Hache. Tras preguntar a varios críticos y periodistas culturales sobre esta cuestión, todos coinciden en señalar la ausencia de figuras femeninas relevantes. “Es un terreno muy difícil para las mujeres”, comenta Grace Morales, escritora y una de las responsables del fanzine Mondo Brutto. “El humor español está reservado a una conciencia masculina, y sólo se permite la entrada de figuras caricaturescas o directamente ridículas –desde Mary Santpere o Lina Morgan a la niña de Shrek– o arquetipos sexuales que hacen la gracia, como la Bombi y Patricia Conde”.
La periodista Lucía Lijtmaer apunta al tipo de humor que se practica: “Creo que en general en España hay falta de madurez en el humor. Lo políticamente correcto impera, el humor es muy blanco, muy facilón. Evidentemente, esto afecta a todo: a su sofisticación, pero también a sus referentes. Cómo va a haber una humorista como Margaret Cho, que toca temas como la bisexualidad, el racismo o el republicanismo de Bush, si aquí se considera que el humor femenino es que una tía hable de que se cabrea cuando le viene la regla”.
Esta falta de tradición no se traslada, afortunadamente, a otros países de habla hispana. En los últimos años está surgiendo una generación de cómicas en países como Chile o Argentina que provienen en muchos casos de los circuitos de la comedia stand up. Quizás la más conocida es la argentina Malena Pichot, que pasó de colgar en internet los vídeos que hacía con su webcam a participar en un programa televisivo, pero también destacan otras como las que recomienda Lijtmaer: las chilenas Jani Dueñas y Paloma Salas, o las argentinas Ana Carolina y Charo López.
¡Oh! ¡Humor feminista!
Si el tópico dice que las mujeres no son graciosas, imagínense lo que dice de las feministas y el humor, esas señoras malhumoradas dispuestas a censurar cualquier chiste. Aquí, una vez más, nuestras amigas anglosajonas acuden al rescate. No sólo muchas de ellas se definen sin apuros como feministas, sino que incorporan en sus guiones temáticas que el feminismo ha puesto sobre la mesa, como el aborto, la conciliación, la maternidad, el placer sexual, la homosexualidad... El sketch que lanzó a la fama a Tina Fey y Amy Poehler consistía precisamente en una parodia de las candidatas Sarah Palin y Hillary Clinton quejándose del sexismo que sufren las mujeres políticas. Algunas como Sarah Haskins y Margaret Cho usan el humor como herramienta feminista. La primera se dedicaba a analizar con mucha guasa los anuncios dirigidos a mujeres en su sección Target Women del programa Infomania. La segunda cuenta con brillantes monólogos en los que reparte hostias dialécticas como panes a fundamentalistas antielección y antigays, dietas y demás presiones hacia el cuerpo femenino.
Mención especial merecen las parodias del feminismo, mucho más hilarantes y afiladas por su evidente conocimiento de causa. Portlandia tiene alguno de sus momentos más descacharrantes gracias a las dueñas de la librería feminista Women and Women First y la protagonista de Parks and Recreation es una convencida feminista de la igualdad. Nacho Moreno, crítico de cine y autor del blog Palomitas en los ojos, recuerda de esta última “ese maravilloso episodio en el que Leslie acaba en un bar de strippers y dice: “Si tuviera que buscarme un nombre de stripper sería ‘Igualdad’”.
Por estos lares el humor con tintes feministas existe y se practica, aunque se mueve en ámbitos no masivos: en revistas feministas (destacan los vídeos de Alicia Murillo en su estupenda sección en la revista Pikara), en blogs (como los de la Doctora Schmidt o Filósofa Frívola), páginas de Facebook o cuentas de Twitter (una recomendación: @almejasangrante).
Si ellas lo hacen, ¿por qué no ellos también? ¿Hay cómicos que hagan humor a partir de una parodia de la masculinidad? Nacho Moreno advierte que “si te fijas, el gran héroe del humor siempre ha sido un alfeñique, un debilucho, un hombre con una masculinidad no hegemónica como Buster Keaton o Peter Sellers”. Entre los cómicos actuales, podríamos señalar a Jon Lajoie, que hace parodias hilarantes de la condición masculina.
El guionista Guillermo Zapata destaca a “Louie CK, que habla constantemente de las relaciones de cuidado que tiene con sus dos hijas y que juega mucho con esa deconstrucción de lo masculino que también se da en algunas de las piezas de La Hora Chanante”. Lijtmaer coincide con Zapata y añade a Dylan Moran: “Es un fantástico ejemplo de humor de lo cotidiano: pareja, hijos, el pub, los amigos... y aún así tiene algo novedoso, fresco y tremendamente atractivo”.
Humor en papel
Aunque en el terreno audiovisual español es evidente la falta de tradición humorística femenina, puede que el papel impreso nos dé más alegrías. Según Nacho Moreno, “quizás para encontrar cómicas haya que rebuscar más en la prensa escrita. ¿Son Grace Morales o Jimina Sabadú cómicas? Ciertamente han practicado el humor en muchos de sus escritos, o por lo menos yo me he reído y he disfrutado con ellos, pero ¿es ése un calificativo que les ayuda o que les perjudica como autoras? Probablemente lo segundo, más en una cultura como la nuestra donde el humor está reñido con la seriedad”. Por su parte, Guillermo Zapata destaca el humor gráfico hecho por mujeres, y pone el ejemplo del blog Caniculadas, realizado por siete ilustradoras.
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