PANORAMA: TEATRO DE CALLE EN VENEZUELA
Invitaciones por las ventanas de las casas

El teatro de calle venezolano se vincula a procesos
sociales y conflictos de clase (tomas de tierra, luchas
campesinas, huelgas). El autor esboza las líneas de
este teatro ‘malvestido’ a través de sus compañías,
cuya referencia plantea el problema de su difusión.

15/03/07 · 0:00
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VÍNCULOS SOCIALES. Muchos de los actores y participantes del teatro de calle no provienen de escuelas teatrales,
sino de iniciativas sociales. En las fotos, el montaje ‘Entre las ramas’ (arriba) y una intervención urbana (abajo).

La realidad del teatro
de calle en Venezuela,
al igual que
otras manifestaciones
culturales, ha venido
construyendo y deconstruyendo
espacios y reconocimientos.
Hasta los eruditos de
la cultura, que siempre copian
patrones europeos u occidentales,
han comenzado a
admitir que la calle, la plaza o
el callejón son espacios donde
se pueden hacer representaciones
(“sobre todo, porque
lo vi en París, Barcelona y
Nueva York”). Sin embargo,
el circuito de distribución y
circulación de los espectáculos
del teatro de calle debe
construirse todavía. Para ello
será fundamental la articulación
solidaria de los grupos,
que no se fundamente en el
modelo de competitividad sino
en la cooperación.

Hoy no se pueden mencionar
todos los grupos que hacen
teatro en Venezuela,
amén que hay algunos que
han desaparecido, u otros de
los que no se ven montajes ni
propagandas que promuevan
su trabajo. Uno de los grupos
más veteranos son los Comediantes
de Mérida, una
agrupación de la provincia venezolana,
específico de la región
andina, que tiene 30
años. Entre sus montajes,
adaptados al entorno campesino
y urbano venezolano,
destacan El pájaro de los siete
colores, Doña Escoba y Don
Basurón, Farsas de Cervantes,
o Pagar y no pagar. Su
director, el profesor y articulista
Pedro Maldonado, ha escrito
decenas de obras para el
teatro de calle, organizado encuentros.
Su compañía ha sabido
sumar diferentes elementos
estéticos y musicales
y es una referencia obligada
para nuevos y viejos teatreros.

Por su lado, el Ateneo La
Casa del Arcoiris es una agrupación
que lleva 19 años vinculada
al trabajo comunitario.
Su estreno llegó con los acontecimientos
políticos de la masacre
del Caracazo que sufrió
nuestro país en manos del títere
del Fondo Monetario
Internacional Carlos Andrés
Pérez. Con montajes que van
desde la difusión de trabajos
de un frontal contenido político,
como los pasacalles de las
marchas del primero de Mayo
y una pieza sobre las maravillas
del imperialismo norteamericano
que se llevó al festival
cervantino callejero, esta
agrupación busca siempre
convertir el escenario en un lugar
para pensar, reír y bailar.
Otro grupo es el Taller de
Formación Teatral de la
Universidad de Carabobo
(TFT), que ha aprovechado los
recursos de una casa de estudios
universitaria para “robinjunear”
y llevar a las comunidades
el trabajo que hacen los
estudiantes en sus círculos cerrados.
Con 25 años el TFT ha
recorrido los barrios excluidos
del Estado Carabobo y sus
montajes han visitado Cuba,
Colombia, México y Chile,
entre otros países. Sus montajes
combinan el cuento infantil
vinculado y vinculante
a las desigualdades sociales
y los apetitos imperiales de
algunas naciones.
Otra organización teatral,
que surge en los años ‘70 de
los conflictos laborales es el
T-pos teatro para obreros.
Hoy es muy poco lo que sabemos
de su trabajo, pero
en los ‘80 fue una escuela
para muchos teatreros de
calle en Venezuela.

Releer el quehacer
teatral

El teatro de calle en Venezuela
ofrece la trascendente oportunidad
de vincularse a las
luchas populares y las tradiciones
ancestrales y contemporáneas
de nuestro pueblo.
Muchos actores del teatro callejero
no provienen de las escuelas
de teatro, sino de la participación
y organización de
trabajos comunitarios. Eso ha
sido precisamente lo que ha
desmotivado a los gestores de
organismos culturales, funcionarios
que tímidamente están
cambiando. Por ello es importante
la organización y comunicación
entre los teatreros y
la formación, ya que permite
mejorar los espectáculos y
proyectarlos en todos los espacios
posibles.

Los movimientos de teatro
de calle plantean hoy el impulso
de espacios de encuentro,
discusión, e intercambio, que
permitan releer el quehacer
teatral callejero de Venezuela,
en un contexto latinoamericano
(hay muchos pueblos
que están atentos al proceso
bolivariano). Por ello, estamos
preparando el periódico
Chaski para construir una
manifestación artística actual
viva, contracultural y creativa,
vinculada a las transformaciones
sociales.

Tres objetivos,
tres necesidades

En la actualidad, algunos actores
y actrices, militantes del
teatro callejero, coincidimos
en la urgencia de establecer
vínculos y articulaciones que
nos permitan varias cosas.
Primero, consolidar un movimiento
artístico-contracultural
que responda de manera
contundente al bombardeo
que sigue vivito y coleando
aunque estemos en una revolución,
que pretende enfrentar
la ideología dominante y
los patrones de consumo que
promueve el neo-liberalismo.
Segundo, que los grupos de
teatro de calle mejoren sus
producciones desde el punto
de vista estético, actoral, de
puesta en escena, de contenidos
y sistematicen los registros
de sus procesos de producción,
es decir, que construyan
la memoria de sus
avances, estancamientos y/o
crecimientos.

Y en tercer lugar, que proyectemos,
de manera conjunta,
el quehacer del teatro
callejero para captar más espectadores
y consolidar los
espacios de la calle, y contrarrestar
la acción manipuladora
y parasitaria de los llamados
medios de comunicación
de masa, incluidos el cine y teatro
comercial.

El teatro de calle venezolano
es una constante manifestación
artística participativa
que invita por la ventana de la
casa. A diferencia del teatro
de sala, garantiza el público,
sin necesidad de pagar la entrada,
sin estrujarle a otro en
la cara para tomar asiento en
una butaca.

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