FESTIVAL DE CULTURA LIBRE 'LA IMPR_íPIA'
Impropiar lo impropio

Del 22 al 25 de mayo tuvo lugar en el barrio valenciano
de Campanar el Festival La Impròpia, primer encuentro
de cultura abierta, organizado por el colectivo de
activismo cultural La Xarito, con la colaboración de
diversas entidades y asociaciones del barrio.

29/05/08 · 0:00
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ESPÍRITU NÓMADA. El festival pretende ir rotando año tras año / Festival La Impròpia

El festival, que comprendió
diferentes
mesas redondas sobre
el tema, así como
otras actividades relacionadas
con obras copyleft (maratón
de cine, concierto…),
destacó entre otras cosas por
la noche del viernes, en la que
tuvo lugar una novedosa noche
del canto improvisado,
donde se dieron cita diferentes
formas de canto espontáneo,
desde les albaes, canto
tradicional valenciano, hasta
el hip-hop o el beat box.

A través de estas jornadas
se ha intentado dar apoyo y
difundir todas aquellas prácticas
culturales que defienden
la libertad de distribución y
reproducción de las obras
creadas, poniendo en cuestión
el concepto clásico de
propiedad intelectual al apostar
por licencias libres como
Creative Commons. Sin embargo,
al utilizar el concepto
‘cultura abierta’ se amplía su
definición hacia otras prácticas
artísticas que, en este
campo cultural lleno de etiquetas
clasificadoras, se
adentran en la cultura popular
tradicional del País Valenciano.

La gran mayoría
de estas obras ni siquiera poseen
formas de propiedad
intelectual, ya que pertenecen
al dominio público.
Combinar estas dos formas
de entender la creación no es
excluyente, ya que permite
acercarse a nuestras propias
realidades. No es extraño que
en un mismo ordenador tengamos
guardadas en la carpeta
de música tanto ritmos folk
como canciones de grupos como
la Kermés. En el diálogo
entre estos dos campos, el de
la cultura del copyleft y el de
la música tradicional, se mueve
este novedoso festival.
La Impròpia es una ilusión
hecha realidad en el Barrio
de Campanar (Valencia). La
elección de este emplazamiento
está estrechamente
relacionada con lo que simboliza.

Para quién no ha nacido
en esta ciudad, la primera
sensación al recorrer algunas
de las calles de Campanar
es que uno se encuentra
en un pueblo que está siendo
absorbido por los grandes
signos arquitectónicos de la
modernidad urbana, a la vez
que sigue manteniendo la
memoria de la huerta en sus
formas de organización espacial
y vecinal.

El festival no pretende ubicarse
en ningún barrio en
concreto, sino ir rotando año
tras año. El carácter nómada
tiene como finalidad romper
con las fronteras de la territorialidad
al que este tipo de
eventos están acostumbrados.
Es una forma de aproximarse
a las voces, prácticas y
proyectos creativos que circulan
y transitan en las cotidianidades
de los barrios. Aun
así, este objetivo, según los
miembros del colectivo organizador,
no se ha cumplido de
la forma deseada. Neus Berenguer
sostiene que “la forma
de implicación del barrio
y de dinamización del tejido
asociativo alrededor de la idea
de cultura abierta tendría que
haber sido mucho mayor”. Se
van dibujando ya los retos para
las próximas ediciones.

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